Tres meses en el horror

Un profesional sanitario realiza su trabajo con enfermos de la COVID -19 en la UCI del Hospital del Mar de Barcelona. Efe

Se cumplen tres meses desde ese 8-M del que Fernando Sánchez Dragó ha dicho: ¿Con M de marzo o de muerte?, o también podemos decir, de Miles y Miles de Muertos.

Como médica he vivido instalada en esa psicopatía nuestra. La psicopatía de los médicos por la que somos capaces de empatizar con un paciente hasta sentir su dolor y, a la vez, vivir el más intenso placer circulando por nuestras venas, cuando nos enfrentamos a una patología desconocida. Y, sin duda, este maldito bicho ha dado un juego en esta psicopatía hasta el extremo.

Cuando lo sientes por primera vez quieres ocultarlo, pero según pasan los años entiendes que cuanto mejor asumas esas contradicciones, mejor vida tendrán tus pacientes. Vas viendo como el desequilibrio entre esas dos pulsiones favorece una sanidad de cerebritos con muchos protocolos y pocos enfermos, de muchos enfermos que demandan una mano y pocos gestores que ayuden a gestionar esa balanza.

Ahora somos “Premio Princesa de Asturias a la Concordia” y, curiosamente, lo que está siendo destruida es la Concordia. Cuando el virus sobresaturaba la sanidad y llevaba nuestra psicopatía hasta el extremo, fuimos los héroes que asumen resistir y luchar, ahora vivimos el estrés postraumático sintiendo miedo por cada abrazo que contemplamos, queriendo que los culpables asuman sus responsabilidades y que la crisis económica no arrastre a nuestros hijos, amigos y a nosotros mismos a un desastre aún mayor, en el que nuestra psicopatía no tiene opciones de aportar nada.

Es curioso, algunos de los enfermos más graves exhibían en sus hematíes unas prolongaciones que remedaban al propio coronavirus, cuando veo las disputas sociales que se están generando es como si también reprodujéramos en nuestras calles toda esa actividad displásica, inflamatoria y de hipercoagulabilidad que desarrollaba el virus en los casos más severos.

Hemos visto valores de actividad inflamatoria que nunca imaginamos siquiera poder registrar. Pero eso lo vimos sobre todo en el mes de marzo, cuando los enfermos esperaban más tiempo para acudir al hospital, cuando desconocíamos mucho más del virus. Debemos evitar llegar demasiado tarde al control del desequilibrio social.

Llegamos tarde al confinamiento a pesar de ver la tragedia en Italia porque había que salvar el 8-M. Evitemos llegar tarde a la retirada de este gobierno que nos está destruyendo desde que decidió que ese feminismo que niega a la Medicina su ser como Ciencia, al no incluir ni a médicas, farmacéuticas, enfermeras, veterinarias en sus porcentajes de mujeres científicas y en su promoción de la mujer científica, ese feminismo de la izquierda unicornio negro, era más importante que la vida de los españoles.