El igualitarismo, enfermedad de la igualdad

¿No vale más el manojo,

resultado de mezclar

las flores con el rastrojo

si no se vende el rosal?

¿Por qué el viento y la lluvia

propagan las malas hojas

y aquellas que no caducan

sólo la sombra las moja?

Para el mito verde es igual

la orquídea que la acacia,

su belleza y su igualdad

las dicta la democracia.

Al sabio lo iguala el necio

disfrazado de cultura,

no hay valor sin marca y precio,

libertad sin dictadura.

Esa España aristocrática

vulgar ante Napoleón,

¿no es la misma, hoy mediática,

contra el pueblo igualador?

Aquel catalán feudal,

como el vasco de Sabino,

¿no es alquimia de misal

y rústico nobilísimo?

¿Dónde está la diferencia

de un jefe de Principado

y las luces y eficiencia

de un tratante de ganado?

La igualdad es un consumo,

arte del escaparate,

Sol que brilla con el humo.

¿Y el poeta?, disparate.