Votar para botarle

Portada de 'Manual de resistencia', de Pedro Sánchez.

El clamor de la inmensa mayoría de los españoles era ya ensordecedor desde hace meses: queremos votar

Nadie con dos dedos de frente quería reconocer como legítimo a un político interino que empujaba al país a una recesión económica y a un caos jurídico sin precedentes. Sánchez, de mano de una amalgama ingobernable (e incalificable) de partidos, pretendía gobernar a golpe de Real Decreto hasta que la aritmética electoeconómica le dijera que ya había usado toda la demagogia posible y esta pasaría a convertirse en un lastre visible para los ciudadanos.

Y es que la demagogia tiende a mutar en ruina con presteza, que se lo digan a Pablo Iglesias...

Sánchez, fiel a su condición de vendedor de humo profesional, genera el enésimo titular mitinero adjunto a la convocatoria de elecciones. ¿Franco otra vez? Sí, Franco, muy original. 

El día que se exhume al dictador quizás se disuelva Podemos y el PSOE, o tal vez tengan que buscar otro Goliat contra el que lanzar su piedra y fallar compulsivamente. 

El 28 de abril tendremos la oportunidad de votar, y hoy, sin rubor alguno, el Presi saliente protagoniza su primer acto de campaña con los argumentos de siempre. Ya incluso sus socios en descomposición comienzan a darle la caña que se habían tragado por las prebendas prometidas.

Por fin votaremos y tendremos el gobierno que elijamos, no el que nos impongan los independentistas. Siendo así, yo lo tengo claro, Ciudadanos tiene que tomar el timón de este barco a la deriva.