El protocolo post terrorista

Las Ramblas el día después del atentado. EFE/Quique Garcia

Las costumbres dictan normas rígidas que regulan como si de ius cogens se tratara absolutamente todo lo que sucede a continuación de un brutal, salvaje y cruel atentado terrorista, y desgraciadamente en España esas costumbres ya son fuentes del derecho.

Las primeras reacciones públicas son de cautela y de provisionalidad, estas actuaciones publicitan intencionadamente a la baja las consecuencias del ataque con el sano objetivo de no crear alarma y pánico entre la población. Acto seguido se solicita respeto y confianza en los cuerpos policiales que actúan en ese preciso momento. Una vez concluido el suceso y con los datos ya estables las publicaciones de repulsa y las de venganza se hacen patentes en redes sociales, proviniendo las primeras de cargos públicos y las segundas de cualquier ciudadano indignado. Estas fases suelen completar el primer día.

Los días siguientes el protocolo de actuación institucional marca minutos de silencio, banderas a media asta, días de luto oficial y crespones negros simbolizando el la unidad de la mayoría en torno al dolor y la indignación, aunque también muestran unidad frente al terror. En redes, las imágenes y los mensajes sin filtros se dirigen en torno a una venganza exponenciada consecuencia del conocimiento de los pormenores del suceso.

A partir del tercer día comienza el análisis pormenorizado del suceso en cuestión, así como un examen detallado de las reacciones de colectivos y grupos políticos. Casi en todas ocasiones las miradas se centran en Unidos Podemos, pues su negativa a firmar el pacto nacional contra el terrorismo les sitúa como el único grupo político que ha especulado a la hora de ofrecerse a combatir esta lacra que amenaza nuestro modelo de convivencia.

Otra mirada suele dirigirse hacia la Policía, curiosamente con dos posturas enfrentadas. La primera, y muy minoritaria, suele analizar la actuación policial con críticas publicitadas en la comodidad y seguridad del sillón de un plató de televisión. La segunda, mayoritaria, habla del arrojo, la valentía y la magnífica actuación de nuestras fuerzas de seguridad, que corren hacia el suceso mientras el resto huye despavorido, detienen e investigan con una rapidez digna de mención. Es difícil, por no decir imposible, hacer más y mejor con menos.

Estos sucesos tienen cientos de lecturas, unas hablan de dolor, otras de unidad, algunas hablan de odio y por suerte las hay que hablan de orgullo, sociedad y convivencia...