La sensatez en el punto de mira

Por Alejandro Pérez-Montaut Marti 

El bipartidismo está agonizando. Las elecciones de este 2015 y las encuestas sobre las generales del 20-D muestran sin lugar a dudas la voluntad de cambio por parte de los españoles. PP y PSOE se hunden, y van a necesitar sentarse a dialogar y negociar con las dos fuerzas políticas emergentes para poder formar gobierno. Rajoy y Sánchez tendrán que utilizar sus armas de seducción más potentes para poder permanecer o alcanzar la Moncloa, respectivamente.

El pasado domingo presenciamos un cara a cara de excepción en el programa 'Salvados', entre Albert Rivera y Pablo Iglesias. Un debate tan esperado, que marcó un récord de audiencia con 5,2 millones de espectadores. Estas cifras son el claro reflejo de las ganas que tiene la ciudadanía de ver caras nuevas en el panorama político nacional. Mientras tanto, desde Génova y Ferraz, eluden y declinan las invitaciones de los medios de comunicación para un debate entre las cuatro grandes fuerzas políticas. Sería, junto a los respectivos programas electorales, la herramienta más útil para que los españoles pudieran decidir su voto. Pero claro, eso no conviene a quien no tiene un proyecto claro para España. ¿Miedo? ¿Falta de argumentos para defender sus ideales? ¿Falta de ideales? Quién sabe.

Después del esperado encuentro, se celebró otro debate para opinar sobre el anterior, esta vez en directo y con representación de todos los partidos políticos. Me sorprendió mucho Pablo Casado (PP) cuando dijo que había que confiar el voto a los partidos que ya gozaban de una "amplia experiencia" en la gestión de este país, como es el suyo. Después de ese "trabajado" argumento, entiendo que el partido de Rajoy no quiera asistir a un debate con el resto de fuerzas, puesto que si la defensa de su gestión por parte de los miembros del PP se resume a eso, acabarían el encuentro tocados y hundidos definitivamente. He robado e incumplido las promesas que os hice, pero votadme ya que llevo muchos años dedicándome a esto. ¿Quién en su sano juicio decidiría su voto gracias a un discurso como este?

Por otro lado, podemos ver como UPyD da los últimos coletazos antes del día de su desaparición definitiva del mapa político español. Herzog denunció que los nuevos partidos se mostrasen tolerantes con la corrupción, haciendo alusión al pacto de Ciudadanos en Andalucía con el PSOE y en la Comunidad de Madrid con el PP. En defensa de Ciudadanos, he de decirle a Andrés Herzog que hay que ser riguroso y cuidadoso con las afirmaciones que uno lanza en público. En Andalucía, Ciudadanos ha conseguido que los imputados por corrupción política abandonen sus escaños, por no hablar de la bajada del tramo autonómico del IRPF, o la creación de una comisión que evalúe una rebaja del impuesto de sucesiones para equipararlo al resto de España.

Seamos realistas, en estos momentos de transición hay que hacer política de verdad, pactando (que no es lo mismo que entrando en gobiernos) con condiciones para hacer gobernable una Comunidad Autónoma. Convocar una y otra vez nuevas elecciones nos llevaría a volver al bipartidismo que tanto nos incomoda, puesto que la ciudadanía lo que quiere son políticas que solucionen sus problemas, y no elecciones cada tres meses.

Pese a los ataques y descalificaciones, Albert Rivera es un político feliz. Desde que le sigo de manera cercana, veo en él la ausencia total de cabreo. El resto de políticos, sin embargo, siempre dan sus discursos con el ceño fruncido, malhumorados, como si no les terminaran de convencer sus propias palabras. Los ataques se repiten una y otra vez desde los diferentes partidos, incluyendo Podemos, lo que me sorprende mucho, pues ellos fueron los primeros en denunciar la persecución sufrida después de las elecciones europeas por el PP y el PSOE. Ahora siguen las mismas estrategias en las redes sociales, pero los "naranjitos" seguimos caminando incesantes hacia nuestro proyecto común llamado España, sin entrar en el "y tú más" que tan poco aporta a la política actual.

Se respira la tensión en el seno de los partidos tradicionales y de algún que otro partido nuevo por el ascenso imparable que está experimentando la formación naranja en las encuestas. Se acabó el juego de bandos. En España siempre hemos tenido que decidir papeleta en mano, entre derecha e izquierda, y nunca se nos ha dado otra opción. La tercera vía llega inminente de la mano de Albert Rivera, simbolizando la centralidad política que muchos españoles estábamos esperando desde hace tiempo. Puede ser eso lo que inquiete y desate los instintos de supervivencia de sus competidores, que pueden estar viendo en Ciudadanos un proyecto más que viable para España.