Victoria López en su taller.

Victoria López en su taller. Cedida.

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Victoria, costurera con más de 25 años de experiencia: "Para hacer una chaqueta se necesitan unos 3 metros de tela"

Victoria López imparte clases en su Escuela de Patronaje, Corte y Confección en Zaragoza.

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Zaragoza
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Victoria López, emprendedora, costurera y zaragozana comenzó a coser hace más de cuatro décadas, cuando una adolescente de 13 años descubrió que la aguja podía ser una gran aliada.

Puntada a puntada, fue viajando de Zaragoza a Andalucía, de allí a Marruecos y, por fin, de vuelta a casa para abrir una escuela que hoy forma a generaciones enteras.

"Yo vivo en este mundo desde los 13 años", explica con la serenidad de quien sabe de lo que habla. "De adolescente quería ser diseñadora de moda, pero en Zaragoza no había nada de eso", reconoce.

Estudió Formación Profesional, después Ingeniería Textil; en concreto, en confección, y entró en la industria sin titubeos: empresas en Zaragoza, otras en Andalucía y, finalmente, casi una década trabajando en Marruecos para un gran grupo del sector.

En 1998 regresó a España. Continuó en empresa, pero empezó a descubrir otra faceta inesperada: la docencia. Primero como formadora para organismos y compañías, después como profesora universitaria en el Grado de Diseño de Moda, donde estuvo más de doce años. Allí, varias alumnas insistían: "Victoria, aquí no hay academias… deberías montar una".

Victoria López. Escuela de patronaje y confección.

Victoria López. Escuela de patronaje y confección. E.E

Fue madre, fue profesora, fue ingeniera, fue trabajadora por cuenta ajena durante treinta años. Hasta que llegó 2016. Sus hijas ya eran mayores y, por primera vez, podía imaginar un espacio propio.

"No soy ninguna cría. Me lancé con 50 años", dice sin dramatismos. Buscó local, diseñó el proyecto y en septiembre de ese año abrió su escuela de costura.

Hoy su taller–academia es un refugio creativo donde muchas personas llegan buscando algo más que aprender un oficio: buscan calma, concentración, una actividad manual que les devuelva su "momentito para una misma". Victoria lo ve cada día.

"Desde 2016 la escuela ha crecido poco a poco", explica Victoria en una entrevista con El Español de Aragón.

Televisión, novelas y desfiles han hecho su parte. "El boom de 'Maestros de la Costura' y la serie de 'El tiempo entre costuras' creo que ha motivado a mucha gente a conocer el sector", explica la experta.

En Aragón, iniciativas como la Aragón Fashion Week o los desfiles de la Aguja Goyesca están dando visibilidad al talento local. De hecho, la escuela de Victoria participó mostrando diez prendas confeccionadas por alumnas. "Hacemos ruido y demostramos que aquí también se crean cosas", destaca.

Cuando sus alumnas aprenden a coser y viven el proceso, se sorprenden. "Ven lo que cuesta hacerlo… ¿cómo cobran esos precios?" se preguntan. Y Victoria cómo ha trabajado en el sector sabe que parte del precio se explica por la mano de obra. Además, desmonta una idea extendida: "La ropa no está hecha por robots. Está hecha por personas, con máquinas industriales, sí, pero por personas".

Por eso el pequeño comercio o las modistas no pueden competir con los grandes descuentos del Black Friday. "Es imposible", sentencia. No se puede comparar una marca pequeña, que quizá hace 30 o 40 chaquetas, con una empresa que produce 20.000.

Hacer ropa propia no es más barato. Victoria pone un ejemplo: "para una americana se necesitan unos 3 metros, no llega, 2,25 en doble ancho". El metro puede costar desde 15 hasta 60 euros, según la composición: poliéster, viscosa, lanas o mezclas naturales. "La horquilla es muy amplia", señala.

El tiempo también es relativo. Algunas alumnas tardan tres semanas; otras, meses. La escuela no es una fábrica: es un espacio de aprendizaje y disfrute.

La mayoría no corre porque no lo hace por necesidad, sino por placer. Lo que persiguen es llevarse a casa una prenda "bien hecha y de la que puedan sentirse orgullosas, para decir 'la he hecho yo'".

Victoria reconoce que hacerte tu ropa no suele ser más barato que comprarla. Y explica que la motivación de sus alumnas es otra: "Vienen por ese gusto de aprender, por tener tiempo para ellas, sus dos horas aquí aisladas… por hacerse una prenda exclusiva. Y cuando la terminan se llenan de orgullo".