Pepe detrás de la barra de su restaurante. E.E
Pepe, hostelero con 50 años de experiencia, cierra su bar en Zaragoza: "Lo abrió mi madre y me da mucha pena"
El mítico Pato Rojo de Valdefierro bajará la persiana indefinidamente el próximo 31 de diciembre.
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Zaragoza se despide de uno de sus referentes hosteleros más queridos.
El restaurante El Pato Rojo, un pilar del barrio y de la ciudad durante los últimos 55 años, cerrará sus puertas definitivamente este 31 de diciembre debido a la jubilación de su actual propietario, Pepe, y al avance imparable de la construcción en la zona.
La historia de este establecimiento comenzó de la mano de los padres de Pepe, quienes decidieron cambiar la "esclava" vida del ganado por la hostelería.
"Antes del bar mis padres tenían un terreno con vacas pero querían cambiar de negocio porque a los animales no los puedes dejar solos ni un momento", explica Pepe.
Al observar que no había servicios para los trabajadores de las numerosas empresas que rodeaban la zona del barrio, su madre, tras formarse en lugares como Casa Montañés para ganar experiencia, decidió abrir el negocio.
"Así dejaron el ganado, y daban servicio a los trabajadores", afirma el hostelero.
Pepe recuerda sus inicios siendo un adolescente: "Yo tenía 13 años cuando me dijeron, pues venga, tendrás que echarnos una mano. Y yo, pues claro, os echo una mano en lo que pueda".
Durante décadas, el restaurante ha sido el motor de Valdefierro, abriendo desde las 5.30 o 6.00 de la mañana para ofrecer desayunos a los operarios de las fábricas colindantes.
El éxito de El Pato Rojo se cimentó en una cocina casera, honesta y cercana.
Restaurante El Pato Rojo. Google Maps
Según explica Pepe, "se hace una cocina como la de casa. Porque las personas que tienen que comer todos los días fuera, pues hombre, hay que darles un menú que se asemeje lo más posible a lo que se hace en casa".
Con un menú diario (últimamente a 13,95 euros) que incluía platos emblemáticos como el pollo escabechado, el restaurante logró fidelizar a generaciones de clientes.
Sin embargo, el fin de una era ha llegado, impulsado no solo por el descanso merecido de su dueño, sino por la transformación urbanística del entorno.
“Ahora el negocio se va a cerrar porque no hay opción tampoco para traspasarlo porque, tal como está hoy en día el tema de la construcción, pues sí o sí, queramos o no queramos...”, lamenta Pepe.
El Ayuntamiento ya ha comunicado que no se permiten reformas ni movimientos en la zona debido a los planes de construcción seguramente de viviendas, donde antes se erigían fábricas.
La ciudad ha crecido, y la Avenida Valdefierro, salpicada de industria, ya está casi rodeada de urbanizaciones.
La despedida está siendo sumamente emotiva para el personal y los clientes habituales, algunos de los cuales han frecuentado el local casi desde su inauguración.
Pepe confiesa que el proceso ha sido difícil: "La verdad que ha sido muy duro porque se pasa mal. Te dicen 'es que estábamos tan a gusto aquí, era como nuestra casa, nos tratabais como si fuéramos de la familia'".
Para cerrar este capítulo, el restaurante invita a amigos, clientes y proveedores a una despedida el día 31 de diciembre, de 12.00 a 14.00 horas, para brindar por el fin de su trayectoria con una copa de cava o vino.
A sus 68 años, Pepe ya mira hacia el futuro con la intención de recuperar el tiempo perdido con los suyos. "Ahora lo que sí quiero es dedicarme a mi familia que durante mucho tiempo ha estado desatendida... mientras mis hijos han sido pequeños pues la verdad es que tampoco he podido disfrutar mucho de ellos ni ellos de mí", reflexiona con sinceridad.
Sus planes incluyen viajar, estudiar y cuidar su salud tras una vida entera detrás de la barra.
Durante décadas, Pepe convirtió El Pato Rojo en un segundo hogar para generaciones de trabajadores, sosteniendo con esfuerzo diario un negocio que hoy en día resulta, como él mismo dice, "un poco complicado" de mantener.
Valdefierro, Zaragoza, se despide de un lugar auténtico, lleno de vida y recuerdos; pero Pepe abre por fin la puerta a algo muy merecido: tiempo para él y para su familia.