Luis Prades, adiestrador canino.

Luis Prades, adiestrador canino.

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Luis Prades, adiestrador canino: "Un perro de estos te puede costar 2.000 euros o salir completamente gratis, depende"

Hacer de una mascota un compañero de trabajo requiere mucho entrenamiento y disciplina, Luis explica cómo lo hace con sus perros.

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Zaragoza
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Dicen que el perro es el mejor amigo del hombre. Luis Prades sabe muy bien por qué.

El adiestrador canino, en conversación con El Español, explica que los perros son "unos trabajadores excepcionales"; eso sí "depende de la raza y requieren mucho entrenamiento".

Luis es Policía Local en Zuera, en 2011 hizo un curso de guías caninos, y en 2013 fundó la unidad canina. Sus compañeros de cuatro patas se dedicaban principalmente a la detección de estupefacientes, y desde hace un par de años a la terapia con personas con diferentes necesidades.

Con más de diez años de experiencia, sabe bien lo que significa entrenar un perro desde cero. "Las dificultades dependen mucho de la raza. Hay perros que aprenden muy rápido y otros que necesitan más tiempo. Lo más duro es cuando dedicas mucho tiempo, muchas horas a un cachorro y luego ves que no va a servir para el trabajo. Es frustrante", confiesa.

Un perro policía no puede ser "ni muy vago ni muy juguetón". Tiene que ser valiente, pero no agresivo. Decidido pero obediente. Trabajar con la policía no es fácil, el animal "tiene que ser equilibrado".

Z y Fabla, perros de asistencia.

Z y Fabla, perros de asistencia. Cedida.

Y muy equilibrados son Z y Fabla, los compañeros de trabajo de Luis. Hacen gimnasia, trucos de magia, conocen las letras del abecedario y hasta hacen sumas y restas.

Es cierto que durante años, los perros de Luis trabajaron en la búsqueda de estupefacientes en zonas de ocio y entornos escolares.

"Nos movíamos por parques, institutos, zonas de botellón o discotecas. Se trataba de prevenir el consumo en vía pública, no de grandes cantidades, sino de pequeñas dosis para consumo inmediato", explica.

Ahora, en su segunda actividad, ha querido darles un nuevo sentido: "Cuando pasé a segunda actividad, reciclé a mis perros para que pudieran tener un uso social. Los convertí en perros de asistencia para personas con diferentes necesidades", comenta.

Luis Prades con su perro en una dinámica.

Luis Prades con su perro en una dinámica. Cedida.

Z y Fabla con sus trucos y su simpatía natural consiguen animar a una residencia entera. "En los últimos años se ha avanzado mucho en terapia con perros. Yo, por ejemplo, suelo ir al hospital San Juan de Dios y los abuelos disfrutan mucho", asegura el también presidente de la Asociación K9.

El cambio no fue radical, sino una pequeña evolución pues "la base del trabajo es la misma. Todo se apoya en su olfato y en sus capacidades innatas. Lo único que se modifican son los criterios según el tipo de labor: detección o asistencia".

Entrenamiento de un perro policía

Luis intenta trabajar con los perros desde que tienen apenas 40 o 50 días de vida. "Me los llevo a casa, crecen conmigo y en un año y medio ya están listos para trabajar al cien por cien", explica.

Durante ese tiempo, los cachorros ya salen a la calle, visitan hospitales o residencias para ir socializándose. "Es como un niño: empieza en primaria sabiendo poco, pero cuando llega a bachillerato ya domina mucho más. Con los perros pasa igual, solo que el proceso es mucho más rápido", aclara divertido.

Luis Prades trabajando con su perro Fabla.

Luis Prades trabajando con su perro Fabla. Cedida.

¿Dónde se entrenan los perros policía o los perros de asistencia? Luis lo tiene claro: en todas partes.

"Si un perro solo trabaja en la misma sala con las mismas personas, se convierte en un perro de esa sala. Un buen perro de trabajo tiene que entender que puede trabajar en cualquier sitio, con calor, con frío, con lluvia o de noche. Lo importante es que sepa que si hace bien su tarea, va a recibir su premio", sentencia.

El sistema de recompensa es la clave, pues "su juguete, la pelota o el rodillo son lo más importante. Trabajan a cambio de eso. Para ellos, ese premio es su mundo. Por eso lo dan todo".

Sobre el coste de formar un perro, Luis reconoce que depende mucho del origen y del tipo de animal. "Normalmente usamos perros de raza, porque estadísticamente es más probable que un perro que viene de una línea de trabajo con padres o abuelos que ya han sido perros de servicio, tenga las cualidades que buscamos", explica.

Aun así, no siempre el pedigrí lo es todo: "También hemos trabajado con perros sin raza, adoptados, que simplemente tienen una necesidad muy grande por el juego. A veces esos perros, que nadie quería, resultan ser buenísimos", asegura.

En cuanto al precio, la horquilla es amplia: "Puedes adquirir un perro de estos por unos 2.000 euros o completamente gratis en un centro de protección animal, así que depende", señala.

"Depende de si lo compras a un criador especializado o lo adoptas". En su caso, la inversión ha sido mínima: "A mí mis perros me han costado cero. Solo el coste de las vacunas y de criarlos desde que nacen, para que a la persona que los ha tenido no le salga a perder. Pero han salido los dos muy buenos. Son perros valiosísimos".

A lo largo de su carrera, Luis ha aprendido que detrás de cada perro hay una historia y mucho trabajo invisible. "No todos valen para todo, pero todos te enseñan algo. Y cuando consigues que un perro entienda su trabajo, que disfrute con él, esa es la mejor recompensa", concluye con una sonrisa.