Teresa Sanz en un video de redes sociales.

Teresa Sanz en un video de redes sociales. Redes Sociales

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Teresa (28 años) alto y claro sobre las operaciones estéticas: "Siempre me hacían comentarios feos de mi nariz"

La joven zaragozana critica el abuso de los retoques estéticos, reconoce que el aspecto físico nos une a la familia y que hay que aceptarse y quererse.

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Zaragoza
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"Mi padre falleció cuando yo tenía 16 años y bueno, físicamente siempre me he parecido mucho a él", así empieza Teresa Sanz de 28 años años su reflexión sobre las operaciones estéticas.

En un mundo en el que la imagen predomina, la presión sobre la belleza provoca complejos y daña la autoestima. Las más afectadas suelen ser niñas que se comparan con sus ídolos a través de una pantalla que solo muestra cuerpos y vidas perfectas.

En España se realizan cada año más de 200.000 operaciones de cirugía estética. Son más de 500 al día, según datos de un estudio realizado por la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y Estética.

El aumento de pecho, la biefaroplastia, la rinoplastia y la liposucción son las cuatro cirugías más demandadas en nuestro país. La tiranía de lo 'políticamente bonito' hace que miles de personas se sometan a cambios estéticos para tener una nariz más fina, unos labios más carnosos o un pecho más grande.

La joven zaragozana medita en sus redes sociales sobre esta realidad, y reconoce que se parece mucho a su progenitor: "Heredé el color del pelo, los ojos, la forma de la cara, la nariz, la boca y bueno, muchísimas cosas más. Tanto mi hermano como yo nos parecemos muchísimo a él", afirma.

Teresa Sanz junto a su hermano.

Teresa Sanz junto a su hermano. Redes Sociales

El cuerpo, el aspecto físico, forma también parte de la esencia de la persona y de su historia. Cuidar y querer nuestro cuerpo es fundamental para tener salud física y mental.

Teresa quedó huérfana muy joven y su parecido con su padre es algo que ha comenzado a valorar: "Siempre que vamos a entornos en los que él se movía, como puede ser el pueblo, la gente nos dice que somos casi gotas de agua con mi padre", relata.

"Tengo que ser honesta, y aunque a día de hoy me gusta muchísimo más, de pequeña siempre me hacían comentarios feos sobre mi nariz porque tenía la nariz como muy chiquitita y parecía de cerdo y me hacían plantearme cómo me vería de otra forma teniendo otro tipo de nariz", continúa explicando su experiencia la influencer.

Hay un refrán que expone una manera de funcionar muy interesante: “Si no tienes nada bueno que decir, mejor no digas nada”, y sobre el aspecto físico de los demás debería ser norma obligada.

Teresa Sanz de pequeña.

Teresa Sanz de pequeña. Redes Sociales

Trabajar el autoestima y la autoaceptación es algo que requiere esfuerzo y ayuda, sobre todo si se ha crecido en entornos hostiles. "Gracias al trabajo diario y al proceso de aceptarme, he logrado reconciliarme con partes de mi cuerpo que antes no me gustaban. Entendí que la belleza también refleja a mi familia y mi entorno, aunque no coincida con lo que la sociedad espera de mí en términos de belleza", explica Teresa.

"Lo que quiero decir con esto es que la belleza va mucho más allá de las construcciones sociales y lo que la sociedad te quiere imponer", sentencia, y añade: "Si yo me hubiese operado la nariz, hoy no sería ese reflejo de una persona que ya no está".

Evidentemente, no hay que demonizar las cirugías ni los retoques estéticos, pues hay aspectos que no nos gustan y queremos cambiar, al igual que una se tiñe el pelo o se hace las uñas. Sin embargo " falta mucho trabajo de aceptación" y no se puede "normalizar el abuso de los retoques estéticos".

"Al final somos el resultado de toda aquella gente que nos ha querido a lo largo de los años y creo que no hay nada más bonito que eso", termina la joven zaragozana.