Juan Carlos I y la entrada de la Academia General Militar en Zaragoza

Juan Carlos I y la entrada de la Academia General Militar en Zaragoza Google Maps / E.E

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Juan Carlos I y su momento más tenso en la Academia General Militar de Zaragoza: "Me temblaban las piernas"

"Era la primera vez que me enfrentaba a ellos desde la intentona golpista y me temblaban las piernas", afirma el emérito en sus memorias.

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El 23 de febrero de 1981 (o 23F) marcó un antes y un después en la biografía política del rey Juan Carlos I, y también en su relación con los cuarteles militares.

En sus memorias, publicadas el pasado miércoles, el rey emérito recuerda cómo, al poco tiempo del fallido golpe de Estado, tuvo que mirar a la cara a decenas de mandos militares en la Academia General Militar de Zaragoza, en uno de los momentos que define como más tensos de su reinado.

Estaba previsto que presidiera desde hacía tiempo la que sería "la celebración del vigésimo quinto aniversario de mi promoción en la Academia Militar de Zaragoza", señala. Nada se canceló pese al reciente intento de golpe de Estado. Ante él, "quinientos militares, entre ellos el Estado Mayor y el hijo de Tejero".

"Me quedé petrificado"

Aquella formación, en pleno patio de la Academia General Militar, tenía una carga y un trasfondo fundamental para la historia de España en aquél momento:

"Era la primera vez que me enfrentaba a ellos desde la intentona golpista y me temblaban las piernas. Me quedé petrificado ante aquella multitud de gorras dubitativas", añade en su autobiografía.

Juan Carlos relata que muchos de aquellos oficiales se movían aún entre la lealtad al dictador y la obediencia a la nueva democracia. Cita, por ejemplo, a quienes confesaron en aquel entonces ministro de Defensa (Alberto Oliart): "Soy franquista y venero la memoria del general Franco. El Caudillo me ordenó obedecer a su sucesor y el Rey me ordenó detener el golpe del 23 de febrero… si me hubiera ordenado tomar las Cortes, las habría tomado".

Consciente de esa tensión latente, el monarca explica que en Zaragoza quiso enviar un mensaje directo al estamento militar: "Gracias por vuestra lealtad", repitió "varias veces" durante su discurso, subrayando la necesidad de "reconstruir unas relaciones sanas y pacíficas entre el poder militar y el poder civil" y de colocar a las Fuerzas Armadas "firmemente del lado de la Constitución".

Años después, el rey sigue viendo aquel acto en la Academia General Militar de Zaragoza como una prueba decisiva para la democracia. Un momento en el que la corona, el Ejército y el joven Gobierno español se miraron de frente, todavía "con las piernas temblando". Como menciona Juan Carlos I.