Ingrid Hernández en su puesto de trabajo en Accem en Mora de Rubielos

Ingrid Hernández en su puesto de trabajo en Accem en Mora de Rubielos E. E.

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Ingrid huyó de Venezuela para buscar una vida mejor: "Al llegar a España sentí que no era nada y tuve que empezar de cero"

Esta venezolana de 49 años relata los tres años que lleva en Aragón tras venir desde Venezuela con su hija de 15 años.

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Zaragoza
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Ingrid Hernández tenía 46 años cuando salió de Puerto Ordaz (Venezuela) junto a su hija de 15 años. Tenía a dos hermanos en Aragón que le habían abierto camino y ganas de salir de un país opresor y liderado por Maduro en el que comenzó a "agobiarse" al ver que "lo poco que ganas no te sirve para nada".

Sin embargo, tomar esta decisión no fue fácil y no fue hasta después de pasar la pandemia de la covid-19 cuando se lanzó "a la aventura", ya que sentía que dejaba atrás su familia, amistades y su carrera profesional como abogada y profesora de universidad.

"Llegó un momento en Venezuela que con 20 dólares pagabas la compra y después de la pandemia no eras capaz ni de pagar un refresco", relata Ingrid a EL ESPAÑOL DE ARAGÓN. Sus conocimientos jurídicos gracias a su profesión le sirvieron para tener todos los papeles en regla para solicitar asilo en España y la Protección Internacional.

Con la decisión en firme, en noviembre de 2022 llegó a Aragón con el propósito de prosperar y tener una buena vida. Así, cuando aterrizó comenzó con los trámites de solicitud de asilo, a pedir ayudas a ONGs como Cáritas o Cepaim que le dieron refugio durante los primeros meses junto a su hija en un albergue. A pesar de que tenía familia en Zaragoza "no quería ser una carga más".

 "Puedes tener un currículum brillante, que todo eso aquí no me vale para nada"

A los meses consiguió la Protección Internacional y comenzó su trayectoria con Accem en San Blas, en Teruel. Durante este tiempo tiene todos comentarios positivos ante el trato recibido, ya que comenzó a formarse gracias a ellos: "Hacía formaciones una tras otra porque era la manera de mantenerme a flote, porque venía con un choque emocional muy fuerte al afrontar una realidad diferente de mi país", detalla.

Ingrid reconoce que vino con unas expectativas ya que le avalaban una carrera profesional bien asentada en su país, pero al aterrizar se dio cuenta que la realidad era otra. "No es nada fácil, puedes tener un currículum brillante, que todo eso aquí no me vale para nada", lamenta.

Admite con pesar que le duele dejar atrás su trabajo como abogada y que "le cuesta mucho menos" volver a formarse que tener que pasar por todo el trámite de la convalidación del título, que además le requiere hacer dos cursos completos del Grado de Derecho y tener el máster de abogacía español.

Así, señala que la inserción laboral se le hizo" complicada" tras recibir el permiso de trabajo seis meses después de llegar a España.

Esta mujer venezolana admite que en un inicio no quería trabajar de camarera, de limpieza o en una residencia. Sin embargo, cuando la situación económica "le empezó a apretar el cuello" decidió aceptar estas ofertas de empleo.

De esta forma, a lo largo de 2023 compaginó varios trabajos cuidando a ancianos y de limpieza los fines de semana para poder hacer frente a los gastos del piso. Hasta que en septiembre de 2024, Accem contactó con ella para un puesto de trabajo como técnica de datos de la entidad en Mora de Rubielos.

Esta oportunidad laboral le ha dado impulso para volver a formarse y ya se encuentra investigando posibilidades de grados superiores en el ámbito social en el que trabaja ahora.

Una vida en familia en Teruel

Aunque ahora se encuentra estable y tiene una vida hecha en Teruel con los trámites para conseguir la nacionalidad española en marcha, los inicios fueron complicados. No solo para ella, sobre todo para su hija de 15 años.

"Vino acostumbrada a otro tipo de situación, cultura, todo. Aquí no tenía amigos, muchas cosas se complicaron y entró en depresión", lamenta Ingrid. La ayuda de entidades sociales con apoyo psicológico fue importante para que saliera adelante.

"Cada inmigrante tiene una realidad diferente, avanza de alguna u otra manera. Todo depende de las ganas que pongas"

A día de hoy, vive una realidad diferente a la de cuando llegó: "Ha hecho muy buenas amistades aquí, se relaciona muchísimo". Una tónica que también se eleva en el ámbito académico, ya que se está formando en la Escuela de Hostelería.

En Venezuela dejó a un hijo que consiguió llegar a Aragón en enero de 2024. Su formación en mecánica admite Ingrid que le ha permitido una "mejor" inserción laboral.

Con una familia que le arropa y un futuro más estable, esta mujer venezolana y sus hijos no se ven volviendo a su país natal: "Esto no lo cambio. Tengo seguridad física, seguridad jurídica, salud y oportunidad laboral", completa.

Así concluye con una reflexión: "Cada inmigrante tiene una realidad diferente, cada inmigrante avanza de alguna u otra manera, o sea, todo depende de las ganas que pongas".