Carmen Mateo en la farmacia de Torrecilla de Alcañiz.

Carmen Mateo en la farmacia de Torrecilla de Alcañiz. E.E.

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Carmen (26), farmacéutica en un pueblo de 400 habitantes: "Gracias a Instagram envío pedidos a toda España"

Desde su farmacia en Torrecilla de Alcañiz, esta joven turolense demuestra que el emprendimiento rural tiene futuro, innovación y esperanza.

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Zaragoza
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Mientras las grandes ciudades debaten sobre la despoblación rural, en Torrecilla de Alcañiz una farmacéutica de 26 años ha elegido este pueblo turolense para materializar sus sueños profesionales. 

Carmen Mateo representa una nueva generación que mira al campo no como refugio nostálgico, sino como territorio de oportunidades por descubrir. Desde bien pronto la joven lo tuvo claro: "Mi sueño siempre había sido estudiar farmacia, para tener la mía propia".

Mateo cuenta que a pesar de que ese siempre había sido su sueño, al principio lo vio difícil porque "si no pasa de padres a hijos es muy complicado". Sin embargo, el año pasado su sueño se hizo realidad: "Me llegó una oferta para comprar la farmacia de Torrecilla de Alcañiz, y aunque era un pueblo pequeño, no me lo pensé dos veces".

Desde entonces, su energía y su visión han transformado el pequeño establecimiento en un ejemplo de cómo la modernización y la cercanía pueden convivir en el entorno rural. Apenas un mes después de abrir, emprendió una reforma completa del local, adaptándolo a su estilo y a las necesidades de una clientela exigente pero fiel.

Con dos másteres en dermocosmética y suplementación y formación en cuidado capilar, Carmen ha apostado por especializarse. "Durante el último año he incorporado tratamientos de dermocosmética, de suplementación y, más recientemente, de cuidado capilar. Los resultados están siendo muy buenos", comenta con satisfacción.

Trabaja, además, con firmas reconocidas del sector, demostrando que la calidad no entiende de coordenadas geográficas: "En las farmacias rurales también se pueden tener las marcas que tienen las farmacias de ciudad".

Su vocación de servicio y su mentalidad emprendedora también se reflejan en su salto al entorno digital. A través de Instagram y WhatsApp, Carmen da consejos de salud, muestra productos y realiza envíos a toda España, incluidas las islas. "Las redes me ayudan a llegar a más gente. Intento enseñar productos que a veces pasan desapercibidos, pero que pueden mejorar la calidad de vida de las personas", explica.

Uno de los rincones de la farmacia de Torrecilla de Alcañiz.

Uno de los rincones de la farmacia de Torrecilla de Alcañiz. E.E.

Abrir la farmacia no fue tarea fácil. El proceso estuvo lleno de trámites y demoras, pero Carmen lo recuerda con gratitud. "Fue largo, pero mereció la pena", asegura. Hoy las ventas crecen mes a mes, impulsadas por su cercanía con los clientes y su filosofía de recomendar siempre desde la confianza y el conocimiento: "Cuantos más productos tienes, más se vende. Pero para mí lo más importante es ofrecer soluciones completas, no limitarme al medicamento".

Su implicación con el pueblo ha sido inmediata. Los vecinos la consideran ya una más, y ella lo confirma con una sonrisa: "Desde el primer día me sentí bienvenida. La gente del entorno rural es muy agradecida y fiel. En una ciudad hay una farmacia cada 200 metros, pero aquí, si confían en ti, te eligen siempre".

Aun con las dificultades inherentes al emprendimiento rural, Carmen no duda en alentar a otros jóvenes a seguir sus pasos: "Que no tengan miedo. Las necesidades en los pueblos son las mismas o incluso mayores que en las ciudades. Si se quiere, se puede".

Su historia no es solo la de una farmacéutica que ha encontrado su lugar, sino la de una generación que decide volver al territorio para devolverle vida, confianza y futuro.