El presidente de Integra, Carlos Pascual, en Zaragoza.

El presidente de Integra, Carlos Pascual, en Zaragoza. E. E.

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Carlos Pascual, presidente de Integra: de una pequeña pedanía a liderar uno de los mayores grupos tecnológicos

EL ESPAÑOL repasa con el empresario aragonés su trayectoria de éxito al frente de uno de los mayores grupos tecnológicos nacionales.

Zaragoza
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EL ESPAÑOL DE ARAGÓN repasa con el presidente de Integra, Carlos Pascual, su trayectoria de éxito al frente de uno de los mayores grupos tecnológicos nacionales. Su Huérmeda natal (Calatayud), los consejos de su padre y de su querido don Fidel le ayudaron a conformar un grupo líder que actualmente da trabajo a más de mil personas.

La historia de Carlos Pascual e Integra, una de las consultoras tecnológicas más importantes de España, comienza en Huérmeda, una pequeña pedanía de Calatayud (Zaragoza) de menos de cien habitantes.

Allí creció entre viñas y frutales y con los consejos de sus padres, enseñanzas que le han ayudado a levantar un grupo que da trabajo a más de mil personas, que se ha convertido en bandera de Aragón con marcas tan importantes como Efor, Actio, Izquierdo Informática o el grupo hostelero La Bastilla y que está presente, además de en Zaragoza, en Madrid, Barcelona, Bilbao, Alicante, Huelva y en su ciudad natal, Calatayud.

Uno de los momentos clave de esta historia de éxito se produjo en 1969, cuando solo tenía 10 años. El maestro de Huérmeda (Calatayud), al que recuerda con cariño, le dijo a sus padres que tenía que hacer Bachiller. Pascual tenía claro que quería hacer algo más que trabajar en la agricultura familiar, pero jamás imaginó que acabaría presidiendo un grupo de semejante envergadura.

Hacer ese Bachiller implicaba recorrer todos los días con una bicicleta “de media carrera y sin cambios” los 5 kilómetros que separan Huérmeda de Calatayud. “Era un camino de tierra, recuerdo que no lo asfaltaron hasta septiembre u octubre de ese año. No había autobús porque no había demanda y coches, ni uno. Mi madre me despedía en la puerta y cuando volvía por la noche seguía estando allí. Yo creo que ni se movía”, bromea.

Ya desde pequeño, su padre le recordaba que todos los días sale el sol para todos, y que quien no arriesga no avanza: “Me decía que no tenía que envidiar nunca a nadie y que si, por ejemplo, alguien tenía una bodega más grande que la nuestra no tenía que quejarme, sino trabajar para conseguirlo por mis propios medios”.

Ya entrado en la adolescencia, Pascual tenía claro que quería ser… policía secreta. “Me encantaba. Tengo una memoria tremenda. Recuerdo cada teléfono y cada matrícula y pensé en hacerme policía, pero mis padres no me dejaron. Para ellos era como irme a la guerra”, agrega.

Esto le llevó a buscar un plan B: sacarse oposiciones para banca a través de la Academia Izquierdo de Calatayud, donde cada año aprobaban de 300 a 400 personas, irse a Madrid o Barcelona y, una vez allí, volar ‘libre’. Solo tenía que aprender un poco de mecanografía, contabilidad y cálculo mercantil. El resto era, principalmente, cultura general, algo que ya tenían los bachilleres.

Pascual, en una de sus intervenciones públicas.

Pascual, en una de sus intervenciones públicas. E. E.

Pascual logró sacarse la oposición con solo 17 años tanto para el Banco Bilbao como para el Banco Central, ambos en Barcelona. Fue entonces cuando don Fidel le pidió hablar con sus padres. “Había aprobado y no se me ocurría para qué podía ser. Para mi sorpresa, les dijo que quería que me quedase de profesor para preparar a los chavales que venían del instituto”, señala.

En ese momento se abrieron dos caminos. Su padre le dijo que si se iba a Barcelona le abría una libreta con 100.000 pesetas (600€) -algo así como el sueldo de tres meses- y que si se quedaba, cuando cumpliese 18 años y se sacase el carné de conducir le compraría el coche que quisiese.

A él nunca se le había pasado por la cabeza ser profesor, pero el propio don Fidel le instó a coger su legado para seguir preparando a los jóvenes de Calatayud y su comarca: ayudar a formarlos y que se colocasen en banca. Es decir, ayudarles a tener un futuro mejor que el que en ese momento tenían. Eso fue lo que le motivó a quedarse de profesor.

Pascual e Izquierdo llegaron entonces a un acuerdo: alternaría el servicio militar con su nuevo oficio y, si terminaba viendo que no era lo suyo, podría irse al banco a Barcelona.

Esto le llevó a escribir al Banco Bilbao y al Central, pero antes de renunciar por completo a su puesto tomó una decisión que le cambió la vida. “Le dije a don Fidel que me gustaría saber a qué había dicho ‘no’, conocer un banco por dentro. Él mismo me lo facilitó a través de un exalumno que trabajaba en Banesto”, expone.

Durante la visita captó su atención una sala en obras que, según le dijeron, estaban acondicionando para poner ordenadores. Eran finales de los 70 y el hoy presidente del Grupo Integra lo vio claro: ese era el futuro.

“Ese día comí con un primo mío que trabajaba en el banco en Madrid y le pregunté cuántos estaban allí. Me dijo que 36 y le contesté que en cinco o seis años serían 10. No se lo podía creer, pero yo lo tenía claro y así se lo dije a don Fidel: había que cambiar el chip”, recuerda.

Pascual era consciente de que, en solo unos años, la banca necesitaría no solo comerciales que llevasen nuevos clientes, sino programadores que fuesen capaces de manejar los ordenadores, entonces “todos de IBM”: “Nuestra formación tenía que ir por ahí, y aunque podía parecer un poco pronto, empezamos a buscar profesor para dar clases de informática. Empezamos el 1 de septiembre de 1980”.

Todos esos primeros alumnos se preparaban para, posteriormente, irse a trabajar a un banco a otros puntos de España. La pregunta era, ¿cómo aprovechar de verdad esos nuevos conocimientos?

La solución fue montar una compañía de servicios informáticos para modernizar las empresas de Calatayud y para que la juventud tuviese un futuro en esas empresas. Era como la pescadilla que se muerde la cola, ya que esos mismos negocios, una vez informatizados, iban a necesitar gente para llevar los ordenadores.

Aquellos inicios no fueron, en todo caso, sencillos. La gente miraba con recelo a los ordenadores o ni siquiera sabía qué era aquello de la informática. “Una de las primeras empresas que informatizamos me llamó al poco tiempo para decirme que el teclado no funcionaba. Resulta que lo habían metido en un cubo de agua para quitarle el polvo. Cuando fui todavía goteaba”, comenta.

Izquierdo fue el primer centro homologado por el Ministerio de Educación en Aragón. “Hicimos dos programas y tres libros para que la gente aprendiese”, añade. Toda esa revolución de la que habla Pascual recuerda, y mucho, a lo que está sucediendo ahora con la inteligencia artificial. Pero, para el presidente de Integra, “no es comparable” a lo que supuso poder tener todos los libros de contabilidad en un ordenador.

La informatización trajo, también, un cambio radical para el empleo. “Cuando llegabas a una oficina veías a tres o cuatro personas: uno facturando, otro contabilizando y otro recibiendo llamadas. Lo que hacíamos era entrevistar a todos, elegir a uno para llevar el ordenador y ‘reciclar’ al resto como comerciales o recepcionistas”, afirma. La inversión no era, ni mucho menos, menor. Podía llegar a los dos millones de pesetas (12.000 euros), lo que hace 40 años era una buena suma.

Su rápida forma de actuar les permitió estar siempre un paso por delante de los demás, pero no por ser más visionarios, asegura, sino por estar pegados al terreno y tener muy claro qué hacer.

Pascual hacía ver a los empresarios que, aunque supusiese “mucha pasta” se iban a tener que informatizar, ya que si no lo hacían, la competencia se iba a adelantar y sería más eficiente. Y los hay que, años después, le han llegado a reconocer que, de no ser por Izquierdo Informática y por esa informatización, su empresa hubiera desaparecido; que pudieron competir con Madrid o Barcelona por tener los datos al mismo tiempo o incluso antes que el resto.

Aunque abrir un negocio de informática sin saber de informática en una ciudad eminentemente agrícola de apenas 16.800 habitantes parecía un imposible, ese terminó siendo el germen del éxito. “En Calatayud informatizamos hasta al enterrador. Y hasta 2003 no tuvimos ni un solo comercial. Tenía unos grandes márgenes pero la estrategia de expansión consistió reducir el margen del ordenador para todos los que estudiaban empresariales y regalarles un paquete de gestión y contabilidad desarrollado por nosotros. Entonces, la gente te llamaba preguntando cómo podía aprender a manejarlo y les ofrecía nuestros cursos”, detalla.

Ese efecto de bola de nieve iba más allá, ya que, cuando esas personas ya formadas accedían a una empresa y se proponían informatizarla, a quien llamaban era a él.

A partir de ahí, Pascual fue ampliando el proyecto con informática para niños e incluso dos aulas bus con internet vía satélite y diez ordenadores cada una que le permitieron hacer llegar la formación a todos los rincones de la provincia de Zaragoza.

Paso a paso

Una de las claves del éxito de Integra, explica Pascual, es trabajar las marcas, tener “siempre” espíritu de superación, ser observador y conocer en profundidad al cliente para saber qué necesita y sorprenderle.

La base, en cualquier caso, son las personas; tratar a quienes contratan sus servicios “con muchísima honestidad y generosidad” para intentar darle siempre “un poco más de lo que te ha pagado” y reconocer, de igual manera, cuando uno se ha equivocado.

En un porcentaje “elevadísimo”, el cliente no sabe lo que necesita. Una de las claves que Pascual pone en valor y destaca su agradecimiento es el estar siempre acompañados de grandes alianzas como ocurre con Microsoft, IBM o Amazon Web Services (AWS), entre otros (de las cuales son un partner destacado), que les proporcionan un aprendizaje constante para estar siempre a la vanguardia tecnológica.

Pascual asegura ser un “afortunado” por haberse rodeado de un gran equipo, “buscando siempre un equipo íntegro, con talento y empuje”, reflejo de su marcada cultura humanista que permanentemente cultivan y evolucionan y que es uno de sus principales activos.

También presume de unas cuentas 100% transparentes en las que todo el equipo directivo sabe cuánto se lleva ganado y cuáles son los objetivos del año en curso. “Cada vez que hemos dado un salto ha sido consensuado. Ocurrió en 2010 cuando fuimos a Madrid. Luego llegamos a Barcelona, posteriormente a Bilbao, Alicante, Huelva… Podríamos haber hecho una política expansiva rápida pidiendo préstamos a la banca, pero así, si vienen mal dadas, las crisis se te llevan por delante”, subraya.

Otro de los grandes saltos llegó con la creación de una plataforma de formación ‘online’, utilizada por miles de empresas y trabajadores. “Conseguimos romper la barrera espacio-tiempo; que la gente no tuviera que desplazarse para formarse”, relata.

Entre los logros de Integra está también el haber creado en 1996 el primer centro proveedor de internet en Zaragoza, un proyecto que costó 250 millones de pesetas (1,5 millones de euros).

Actualmente, la tecnología representa el 50% de la facturación del grupo. El resto se divide en otras tres grandes áreas: formación, consultoría y hostelería.

El 40% de su negocio está en Aragón y el 60% viene ya de fuera de la Comunidad, con proyectos en más de 30 países. Este porcentaje, avanza el propio Pascual, va a ir ‘in crescendo’ en los próximos años.

A su favor, el grupo tiene marcas líderes “muy reconocidas” en el territorio -con nombres propios como Integra o La Bastilla-, que ahora tienen un CEO común: Félix Gil.

En estos momentos, Integra está inmerso en proyectos que se conocerán más adelante. “Vamos a invertir en crecimiento e inmuebles, principalmente en Madrid y en Zaragoza”, adelanta el presidente.

Futuro e IA

Pascual también se muestra claro sobre los miles de millones de euros de inversión anunciados en Aragón, principalmente vinculados a centros de datos. “Si están aquí habrá riqueza, si se hubieran ido a Almería no. Zaragoza se va a posicionar como hub, y aunque Microsoft o AWS no vayan a traer aquí su ‘core’ de talento, habrá gente de talento”, destaca.

El momento ahora es el de la inteligencia artificial. Para Pascual, a la IA no hay que temerla. “Lo que tienes que temer es que tu competencia se forme antes que tú y le saque más chicha. La inteligencia artificial va a venir a complementar muchas de las cosas que hacemos”, razona.

A su juicio, no destruirá tantos puestos de trabajo como ocurrió con la revolución informática, dado que creará muchos otros, pero sí cree importante mentalizarse de que “puede llegar a todo”.

“Permitirá que, dentro de 10 años, la gente trabaje 32 o 35 horas semanales en vez de 40 y que las empresas sigan siendo rentables. Se acabará legislando y, especialmente en las grandes empresas, no se dejará que el empresario reduzca un 30% su plantilla por hacer ese trabajo con IA y ganar mucho más a costa del empleo”, vaticina.

Su apuesta por la IA es clara, con una división especializada (Integra AI Catalyst) con más de 50 profesionales. La mirada está puesta en seguir innovando, pero el corazón permanece fiel al propósito que impregna a todo el equipo: generar progreso ayudando a las organizaciones a crecer integrando tecnología y conocimiento.