De izquierda a derecha, el concejal de Alcalá de la Selva, el alcalde de Canfranc y el regidor de Cosuenda.

De izquierda a derecha, el concejal de Alcalá de la Selva, el alcalde de Canfranc y el regidor de Cosuenda. E. E.

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Los pueblos que más crecen en verano no aguantan más y piden más financiación: "Tenemos que hacer malabares"

Municipios como Cosuenda, Canfranc o Alcalá de la Selva multiplican su población en julio y agosto, un crecimiento que tiene su 'cara B'.

Más información: El SOS de los pueblos más turísticos de Aragón: "La falta de vivienda es el principal freno a nuestro crecimiento".

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Tienen menos de 1.000 habitantes, pero en verano multiplican su población. Cosuenda, en Zaragoza, Canfranc (Huesca) y Alcalá de la Selva (Teruel) viven estos días las semanas más frenéticas del año. Sus calles y negocios recuperan vida y alegría, pero a un alto precio, ya que aunque su población crece, los recursos económicos siguen siendo los mismos.

Por ello, el alcalde de Cosuenda, Luis Alberto Cebrián, el de Canfranc, Fernando Sánchez, y el concejal de Cultura y Patrimonio de Alcalá de la Selva, José Edo, piden una financiación ajustada a la población flotante que les permita poder prestar unos mejores servicios sin tener que hacer "malabares".

Así lo dicen en el foro organizado por EL ESPAÑOL DE ARAGÓN, en el que cuentan la 'cara A' y la 'cara B' del bum poblacional que viven cada verano.

Los pueblos de Aragón que más crecen en verano reclaman más financiación: "Tenemos que hacer auténticos malabares"

En Cosuenda, cuenta Cebrián, son 360 en invierno, pero "es llegar julio y las vacaciones y la población se triplica". Allí tienen piscina, gimnasio, peluquería y otras tantas razones para dejar por unas semanas la ciudad. De hecho, no hay viviendas ni para alquilar ni para comprar.

Canfranc, más acostumbrado al turismo, sufre picos de población “importantes” durante todo el año. Empadronados hay unos 700 vecinos, pero la cifra puede multiplicarse por cinco o por seis. “Tenemos que tener los servicios dimensionados para cerca de 3.500 personas con un presupuesto de 700. Es un tema complicado, y no solo en verano. También se da en invierno, Navidades o Semana Santa”, admite Fernando Sánchez.

Los picos son “más constantes” por estas fechas, con crecimientos exponenciales en julio, agosto y parte de septiembre.

Las cifras son incluso mayores en Alcalá de la Selva, donde habitualmente viven 380 personas. Estar a 8 kilómetros de la estación de esquí de Valdelinares y “muy cerquita” del área metropolitana de Valencia hace que los veranos y los inviernos sean totalmente distintos al resto del año, llegando los meses de vacaciones a los 6.500 habitantes.

Lo mismo ocurre “prácticamente todos los fines de semana del año”, ya que “cuando no son las setas es el senderismo, la nieve o la actividad deportiva de montaña”.

A quienes tienen segundas residencias se unen en verano los ‘hijos del pueblo’; gente que tuvo que salir de su localidad de origen y que aprovecha para volver por unas semanas. “Vienen fundamentalmente de otros puntos de España, pero también de Francia. Es un momento de reencuentros, de amigos y de volver a ver a gente que estudió contigo”, comenta el alcalde de Canfranc.

En Alcalá, visitantes que antes iban solo por la nieve han comprado su casa e incluso se han integrado en clubes deportivos del municipio, han hecho sus amigos y participan en las fiestas.

Pese a que cada vez se viaja más al extranjero, la parada en el pueblo “es obligatoria”. “Sigue viniendo igual o más gente que antes. Los hay que han tenido niños y vienen a recordar su infancia con nosotros”, cuentan desde Cosuenda.

En Canfranc, la covid-19 hizo que muchas personas redescubrieran y se enamorasen de la montaña, la naturaleza y el territorio. Fue un punto de inflexión. Tanto que antes era más importante el turismo de invierno y ahora, el que más dinero deja es el de verano.

Para el concejal de Alcalá de la Selva, todo “va un poco con la vida”. “Hay gente que durante una época de su vida prefiere viajar y no viene y cuando tiene hijos se plantea comprarse una casa porque ya busca otra cosa. Eso se ve mucho”, asegura.

Ir al pueblo ya no es, en todo caso, como hace unas décadas. Cosuenda presume de tener prácticamente tantos servicios como la ciudad, con gimnasio, pista de pádel, de baloncesto, bares… Lo mismo ocurre con Canfranc, que cuenta con frontón, polideportivo, biblioteca…

Estos meses llegan a ser vitales para los negocios, que “ahorran” y cogen fuerzas para sobrevivir en invierno. Los hay, no obstante, que “tienen tantos problemas para encontrar personal que terminan cerrando en julio y agosto”, cuenta el alcalde de Canfranc. Esto ocurre, principalmente, por la falta de vivienda, un factor que está limitando su crecimiento.

El melón de la financiación

Hasta aquí la parte ‘bonita’ del crecimiento que experimentan cada verano los pueblos de Aragón. La otra cara viene con la financiación. Que esté referenciada a la población puede provocar “serios problemas si no se corrige de una vez por todas”. “Al final no podremos tener las calles limpias o los jardines en condiciones, afectará al turismo y nos perjudicará a todos. Hay que revisarla seriamente”, apunta Fernando Sánchez.

En Alcalá también creen que debería haber un doble empadronamiento o fórmulas que, de alguna manera, permitieran reflejar esta realidad, ya que “las aportaciones de la Comunidad o del Estado solo van en función de los empadronados, no de la población flotante, que también requiere de servicios”. “Es verdad que cobramos el IBI o las tasas de agua y basuras, pero en la parte que llega del Gobierno de España o de la DGA no se nota”, agrega.

Los efectos del bum

El bum del verano se traduce en más averías en la red de abastecimiento, calles que se ensucian más a menudo… “Sin embargo, no podemos contratar a nadie más porque la financiación es muy justa”, lamenta el alcalde de Cosuenda.

A Canfranc, estas palabras le suenan. Tener un pueblo dimensionado para las 3.500 o 4.000 personas que pueden llegar a ser supone “un mayor gasto”. “En verano contratamos una brigada de unas 10 o 15 personas para hacer obras de mejora. Es cierto que podemos tener más recaudación por el IBI que otras zonas, pero con el IBI no es suficiente. Necesitamos otro tipo de financiación. Ahora mismo tenemos que hacer malabares para cerrar las cuentas cada año”, indica su alcalde.

A él le gustaría tener el pueblo más limpio y cuidado, pero con la financiación actual “llegas a lo que llegas”. “No es un tema de egoísmo. No pedimos más dinero por capricho sino por necesidad, por el bien común. Al final, el turismo es riqueza: deja su IVA, su impuesto de hidrocarburos, del alcohol, del tabaco… Todo eso va a la Comunidad y a las diputaciones provinciales”, resalta.

Cosuenda ha llegado a tener que dejar de contratar gente para limpiar. “Pasa, además, otra cosa. Cuando salen ayudas de la DGA o la DPZ te exigen tener el presupuesto limpio, y eso, así, es muy difícil. Al final, el pueblo pobre va a ser más pobre todavía porque ni siquiera puede acceder a esas subvenciones. Nos perjudica por partida doble”, advierte Cebrián.

En Alcalá, multiplicar la población por diez le exige tener una red de abastecimiento “muchísimo más grande” que la que se necesitaría para los 380 empadronados. “Y si se rompe la tubería, salvo que sea algo muy grande, tienes que tirar de fondos propios y llegas a fin de año con déficit”, completa el alcalde de Cosuenda.

Todo esto se nota, incluso, en las fiestas patronales, que se tienen que preparar pensando en miles y no en cientos. “Hacemos muchas cosas para niños”, cuenta el regidor cosuendino.

Aunque las raciones, en el caso de los vermús, las chocolatadas y las comidas populares, están más que calculadas, cada una “cuesta dinero”. “Nosotros, por ejemplo, tenemos la carne a la pastora. Antes no había que pagar nada, pero ahora cobramos tres euros. También hacíamos un vermú popular, pero venía tanta gente que tuvimos que quitarlo”, apuntan desde Canfranc.

En Alcalá, una vez que llegan los meses centrales del verano hay fiesta “todos los fines de semana” con toro embolado, verbenas, un festival folclórico a mitad de agosto… “Y ya para acabar tenemos las fiestas patronales el 8 de septiembre”, agrega su alcalde, que reconoce que "es lo que la gente reclama".

“Esto va a más”

Los tres coinciden en que el bum de los pueblos “va a más” y que hay gente que ya no solo quiere vivir en ellos en verano, sino durante todo el año. El propio cambio climático es un motor para municipios como Canfranc o Alcalá de la Selva, lugares “más frescos” en los que las olas de calor del verano se llevan mejor.

“En nuestro caso hay muchas terceras residencias. Gente que tenía apartamento en la playa y que ahora se ha comprado casa en nuestra zona como refugio climático. Hay personas que vienen, directamente, porque están agobiadas con tanto calor”, dice el concejal de Alcalá.