Era el 5 de junio de 1932, y todo se desarrollaba en los salones del ayuntamiento. No había aún bellezas en los distritos, pero aquella mañana allí saldría elegida la primera bellea del foc de nuestra fiesta, representada en Amparito Quereda Bernabeu. Con ella, las hogueras tendrían siempre su preludio, hasta 1979 muy acusado, con la elección de su máxima representante femenina.

Según el calendario foguerer, esta noche sería la fecha ya tradicional. Algo que de una u otra manera en esta ocasión no hubiera podido celebrarse, dada la singularidad con la que el pasado 19 de junio de 2021 fue elegida Marina Niceto Valera bellea del foc 2021/22.

Sin embargo, algo hay de nostalgia en esta evocación de entender la elección como el pórtico siempre deseado, y asumir con nostalgia el hecho que algo que funcionó durante más de 80 años, es probable que jamás vuelva a repetirse.

Festival elección bellea del foc en la plaza de toros (1998).

Festival elección bellea del foc en la plaza de toros (1998).

Es cierto que ese ‘cambiazo’ que fue aprobado meses pasados es complejo en ser revertido, más no imposible. De momento, quedémonos con la significación que desde 1932 ha marcado ese momento, esas convocatorias, y esos festivales que, con el paso de los años, nos ofrecieron figuras y referentes de les Fogueres como Tomás Valcárcel, Gastón Castelló, Pepe Espadero o José Ángel Guirao -este último siempre ayudado por la gran coreógrafa Vilma Ñeco-. Figuras estas y otras posteriores, que intentaron aportar y combinar su sello, su capacidad innovadora o su punto de alicantinismo.

Todo ello, en actos que se celebraron en marcos tan diversos como el desaparecido Salón Moderno Monumental, el Teatro Principal, el Castillo de Santa Bárbara, la sala de fiestas Gallo Rojo, la plaza del Ayuntamiento, el Pabellón Municipal de Deportes -hoy Pitiu Rochel-, el recinto ferial de IFA, el Centro de Tecnificación o, desde 1998, nuestra Plaza de Toros.

Una cita llena de anécdotas y pequeñas historias. Como los monumentales ‘capazos’ de Agustín Segura cuando su belleza no subía al ‘carro’ de las elegidas. En esos festivales que eran anualmente comentados por Raúl Álvarez Antón en Radio Alicante.

Aquel 1966 en que, por enfermedad de Valcárcel, el festival se realizó el 19 de junio, casi en la víspera de la plantà. Los años 1961 y 1962, en que dos hermanas -Mari Sol y Genoveva Ribelles Mazón- se sucedieron como belleas del foc.

También, las dos ocasiones en que hijas de recordadas belleas han ocuparon también esta distinción con posterioridad -1984, Mercedes Martínez de Mata y 2014, Patricia Gadea Martínez, y 1983, Mª Vicenta Martín-Zarco Marín y 2018, Aleida González Martín-Zarco-. O aquella monumental tormenta que cayó sobre Alicante pocos minutos antes de iniciarse el festival de 1998, el primero que se realizaba en la Plaza de Toros y, tal vez, el mejor de cuantos ha vivido nuestra celebración.

 Tenemos que asumir que hoy no se reitere ese chispazo mágico. Ese momento en el que les Fogueres detienen el aliento, hasta conocer la identidad de la joven que va a recibir el cálido aplauso de la ciudad, con clima de primavera ya rondando el verano. Las circunstancias mandan, aunque la ausencia de esa referencia la sintamos todos los foguerers.

 Sin embargo, cuesta creer que ese telón que se alzaba cada año con la llegada de mayo. Esa tradición que nos distinguía y nos hacía entrar en el torbellino de nuestro Sant Joan, se haya desvirtuado para siempre. Nos quedan recuerdos en la memoria de cada foguerer… pero otoño no es primavera…