Antonio Ángel Hurtado, presidente de la alcachofa Vega Baja, en el centro de la imagen.

Antonio Ángel Hurtado, presidente de la alcachofa Vega Baja, en el centro de la imagen. Alcachofas Vega Baja

Economía

Antonio Ángel, presidente de la alcachofa Vega Baja: "Debemos adaptarnos a un clima diferente al que teníamos hace 20 años"

La nueva campaña arrancó el viernes con un incremento del 10% de la superficie dedicada a la alcachofa en la Vega Baja, tras la incorporación de unas 200 hectáreas más respecto al año pasado.

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La alcachofa de la Vega Baja del Segura estrenó el pasado viernes la campaña 2025-2026 con un primer corte que llega cargado de buenas perspectivas. Pero también de incertidumbres marcadas por el cambio climático. El acto simbólico, celebrado en Daya Nueva y apadrinado por el hasta ahora presidente de Alcachofa de España, Antonio Galindo, sirvió para constatar el tirón de este cultivo en la comarca y, al mismo tiempo, para poner sobre la mesa los retos que afronta ante veranos cada vez más largos y temperaturas extremas.​

La nueva campaña arranca con un incremento del 10% de la superficie dedicada a la alcachofa en la Vega Baja, tras la incorporación de unas 200 hectáreas más respecto al año pasado. En apenas una década, la comarca ha pasado de 1.562 a 2.500 hectáreas cultivadas, un salto que consolida a la Vega Baja como principal zona productora de la Comunitat Valenciana y segunda de España, además de líder en exportación con cerca de la mitad de las alcachofas nacionales destinadas al exterior.​

El cultivo se ha convertido en un motor económico de primer orden, con unos 5.000 empleos directos, alrededor de 1.000 en la industria conservera y hasta 1.500 indirectos ligados a la cadena de valor. “Hablamos de un cultivo rentable, de agricultores que creen en él y de un trabajo colectivo que ha situado a la ‘joya de la huerta’ en el lugar que se merece”, resume el presidente de la marca Alcachofa de la Vega Baja del Segura, Antonio Ángel Hurtado.​

Hurtado explica que el giro de muchos agricultores hacia la alcachofa no es casual, sino fruto de varios factores que convergen. “La alcachofa se ha convertido en un cultivo rentable, con buen precio en el mercado”, apunta, antes de subrayar el papel decisivo que han tenido las nuevas variedades híbridas que complementan a la tradicional Blanca de Tudela. “Son muy parecidas a la Blanca de Tudela, pero más productivas y funcionan mejor en el suelo”, añade.​

A esa mejora agrícola se suma el esfuerzo continuado de promoción de la marca de la comarca y de la asociación Alcachofa de España. “Llevamos 13 o 14 años haciendo una promoción muy importante a todos los niveles con la Alcachofa de la Vega Baja”, recalca Hurtado, convencido de que esa labor ha contribuido a abrir mercados y a consolidar la imagen de calidad del producto.​

Pese a las buenas cifras, el presidente no disimula su preocupación por el impacto del cambio climático sobre el calendario agrícola de la comarca. El principal reto, admite, es afinar al máximo la planificación del cultivo: “Hay que saber adaptar bien los momentos de cultivo, las fechas de trasplante, porque la situación climática nos condiciona mucho”.​

La comparación con el pasado es contundente. “Esta situación no es la que teníamos hace 20 o 30 años”, advierte Hurtado. “Ahora los veranos se prolongan mucho, con altísimas temperaturas, y eso hace que haya que retrasar los trasplantes; hay que centrar muy bien cuándo hacemos el cultivo y para qué fechas queremos las producciones.” El calendario ya no lo marca solo el mercado, sino un clima cada vez más extremo que obliga a replantear estrategias campaña tras campaña.​

Agua, la otra gran batalla

Si el calor aprieta, el agua se ha convertido en la otra gran variable que puede condicionar el futuro de la alcachofa en la Vega Baja. Hurtado recuerda que la comarca combina superficie de regadío tradicional ligada al río Segura con zonas que dependen del trasvase Tajo-Segura, y que el cultivo se maneja tanto en riego por surcos como en riego por goteo. “La alcachofa es un cultivo muy amante del agua, de la humedad”, insiste.​

Esa abundancia hídrica bien gestionada es, precisamente, una de las señas de identidad del producto local. “Si le haces buenas aportaciones de agua, la alcachofa de la Vega Baja sale más turgente, con más consistencia, y eso la hace distinta a otras que se cultivan en zonas con otros suelos y otros riegos, como la aspersión, donde no tienen tanta consistencia ni duración”, explica. Desde su punto de vista, esa calidad diferenciada es una ventaja competitiva, pero solo se puede mantener si hay seguridad en el suministro: “No podemos estar haciendo del agua permanentemente un motivo de confrontación entre regiones; hace falta certidumbre en materia hídrica”.​

La alcachofa como motor económico también tiene su reverso en forma de esfuerzo diario en el campo. Hurtado describe la campaña como un periodo largo y exigente, que se extiende aproximadamente desde septiembre hasta finales de abril, e incluso principios de mayo en las plantaciones más tardías, siempre en función de cómo venga la primavera. “Si la primavera es lluviosa, húmeda y fresquita, el segundo ‘golpe’ de cardos funciona muy bien y el cultivo cierra un ciclo muy bueno”, señala.​

A diferencia de otros cultivos como los cítricos, la alcachofa requiere una presencia casi constante del agricultor. “En la Blanca de Tudela, cada ocho o diez días hay que entrar a repasar y cortar”, detalla. En el caso de las híbridas, la recolección se concentra en tres entradas principales al campo, pero la dedicación sigue siendo intensa: “Es cuestión de organizarse y establecer una buena rotación de cultivos para cubrir todo el año”.​

Relevo generacional y precios justos

El futuro del sector, advierte Hurtado, se jugará en buena medida en la capacidad de garantizar condiciones dignas para que los jóvenes quieran seguir vinculados a la agricultura. “No se puede estar trabajando a pérdidas en el sector agrario; si la actividad no es rentable, difícilmente los hijos van a seguir”, afirma con rotundidad.​

Por eso, lanza un doble mensaje a las administraciones: “Pido dos cosas: certidumbre en materia de agua y que se cumpla la ley de la cadena alimentaria”. A su juicio, de poco sirve llenar discursos de referencias al relevo generacional si luego no se acompañan de medidas eficaces: “Eso se demuestra velando porque se cumpla esa ley y evitando que el agricultor sea el eslabón débil de la cadena”.​

Más allá de las cifras, Hurtado insiste en que la alcachofa de la Vega Baja representa una forma de vida y un paisaje que se construye a base de trabajo silencioso. Ese compromiso sostiene, en su opinión, mucho más que un cultivo concreto. “Ese trabajo silencioso mantiene en pie un paisaje, una economía y una forma de entender la vida que nos define como territorio”,asegura el presidente de la marca.