Ha costado más de lo previsto, pero el Hércules ya tiene el líder que necesitaba dentro del campo para reverdecer laureles y pelear por el ascenso directo. La incorporación de Míchel Herrero (Burjassot, 1988), cocinada a fuego lento por el secretario técnico, Paco Peña, desde hace más de un mes, ya es un hecho desde este miércoles por la tarde y pone la guinda al proyecto herculano, al que ya solo le faltan pequeños detalles para completar su plantilla.

Míchel, que ha firmado por dos temporadas, regresa a Alicante como referente y bandera del nuevo Hércules, club en el que ya brilló en la temporada 2011-12, en la que el equipo, dirigido por Mandiá y diseñado a golpe de talonario, se quedó a las puertas del ascenso tras perder una promoción ante el Alcorcón.

Míchel, entonces un prometedor media punta, encandiló al Rico Pérez con sus actuaciones, anotando 13 goles, la mejor cifra de siempre a lo largo de su carrera. El valenciano maduró con el paso de los años y creció como centrocampista, pero ni de lejos se asomó a la cifra goleadora que logró en Alicante.

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El Hércules no ascendió y Míchel, por entonces cedido por el Valencia, decidió probar suerte en Primera División. Jugó en el Levante y el Getafe y regresó al Valencia para, posteriormente, marchar a Oviedo antes de echar raíces en Valladolid, donde jugó cinco temporadas, tres de ellas en Primera además de conseguir un ascenso.

La pasada temporada compitió en el Tenerife, equipo con el que el pasado curso se quedó a las puertas del ascenso a Primera ante el Girona. Disputó 33 partidos, en los que anotó tres goles, pero decidió hace algo más de un mes romper su contrato para regresar cerca de casa.

Efecto moral

Con Míchel el Hércules gana un extraordinario centrocampista, un generador de juego y un especialista a balón parado, pero además la llegada del valenciano supone una inyección de moral para la alicaída hinchada blanquiazul, huérfana de referentes deportivos de primer nivel desde hace demasiado tiempo.

Que un futbolista top de Segunda, con capacidad y prestigio para jugar en cualquier equipo de al menos dos categorías superiores, apueste por el Hércules, a pesar de vivir las horas más bajas de su centenaria historia, es un detalle poco habitual que conduce al valenciano, sin necesidad de pasar por el césped, a la antesala del olimpo herculano.

Jugadores que se fueron y regresaron hay muchos, pero pocos despertaron más ilusión que Míchel. Tras la vuelta del mito Pascua Luna Parra, que de una semana para otra dejó en la caseta del Mallorca, equipo consolidado en Primera, el brazalete de capitán para remolcar al Hércules, que penaba en Segunda B, no se conoce otro caso similar de amor incondicional a los colores más allá de categorías y divisiones.

El buen recuerdo de Alicante que guarda el jugador y su excelente relación personal con Paco Peña, con el que compartió vestuario en el Rico Pérez, han hecho posible el fichaje de un futbolista que ilusiona a la grada y del que se espera que el Moisés que conduzca al Hércules a la tierra prometida.