Uno de los centenares de seguidores que ha seguido a Messi este martes en Alicante. Efe
La afición argentina invade este pueblo de Alicante y enloquece con Messi y su selección
Más de un millar de aficionados arropan a la campeona del Mundo en un entrenamiento a puerta cerrada en Algorfa que han seguido desde cien metros de distancia.
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Algorfa ha amanecido teñida de celeste y blanco. Desde primeras horas de la tarde, centenares de aficionados —la inmensa mayoría argentinos residentes en la provincia de Alicante, pero también llegados desde otras provincias de España— han ido poblando los alrededores de La Finca Resort, convertida en un improvisado templo del fútbol donde se entrenaba, a puerta cerrada, la selección campeona del mundo.
Ni las vallas de seguridad ni los 150 metros de distancia que los separaban del campo lograron enfriar el fervor popular. Entre banderas, bombos, camisetas del Barcelona con el 10 de Messi y mates que pasaban de mano en mano, el ambiente era una fiesta a cielo abierto.
Cada gol que se intuía tras las redes y vallas del complejo arrancaba un aplauso o un cántico con cada aparición fugaz de un jugador.
El eco de los tambores competía con los gritos de "¡Te queremos, Leo!", mientras la Guardia Civil y el personal del resort se afanaban por mantener a raya a los hinchas más entusiastas, algunos de los cuales buscaban en las montañas cercanas al campo de entrenamiento un punto de vista privilegiado.
La sorpresa de la jornada ha llegado con la aparición de Franco Mastantuono, jugador del Real Madrid, que pese a estar lesionado quiso acompañar a sus compañeros.
Dentro del campo, Lionel Scaloni ha dispuesto varios partidos de fútbol reducido, pero afuera la auténtica batalla se libraba en la grada improvisada, donde los seguidores competían por quién cantaba más fuerte.
Cuando los medios pudieron acceder a los últimos quince minutos de la práctica, la expectación era máxima. Varias cadenas argentinas retransmitieron en directo las imágenes, conscientes de que el país entero seguía cada movimiento de su selección.
El momento culminante ha llegado al final, cuando el autobús del equipo ha abandonado las instalaciones. Los hinchas se subieron a los techos de sus coches, agitaron banderas y gritaron el nombre de Messi con una devoción casi religiosa, protagonizando una escena más propia de Buenos Aires que de un tranquilo pueblo de la Vega Baja.
Algorfa se ha convertido por unas horas en una pequeña Argentina, antesala de la enorme fiesta que se espera repetir el jueves, en el Martínez Valero, en una sesión abierta a todos los aficionados.