Juan José Millás y la directora del Gil-Albert Cristina Martínez. Cedida
Juan José Millás vuelve a sus inicios en Alicante: "El primer año que dejé Iberia lo pasé muy mal, aceptaba todo"
El escritor despliega su ironía en un encuentro con el Gil-Albert en el que repasa su trayectoria a partir de su libro 'Ese imbécil va a escribir una novela'.
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Con la excusa de su último libro, Ese imbécil va a escribir una novela, Juan José Millás repasa su trayectoria y el estado actual de la literatura. Un camino en el que reconoce lo difícil que fue dar el paso y dejar una reconocida carrera en una aerolínea para depender de sí mismo y lo que podía escribir: "El primer año que dejé Iberia lo pasé muy mal, aceptaba todo".
"Lo pasé muy mal porque tenía un buen sueldo y un buen despacho", cuenta en una charla organizada por el Gil-Albert y guiada por su directora Cristina Martínez, "hacía un trabajo que me gustaba y no quería dejar aquel trabajo fijo". El contrapeso era que a principios de los 90 el interés por su obra aumentaba.
Era un momento en el que todavía sus hijos eran pequeños "y se decía que los trabajos fijos iban a desaparecer, pero los familiares me decían que estaría loco si lo dejaba". "Lo cómodo hubiera sido seguir, pero una voz me decía que quedarme era una decisión cobarde", señala.
Por eso reconoce que dio el paso con mucho miedo porque no tenía un trabajo fijo y un pensamiento le rondaba: "¿Y si a los cuatro días me quedo tonto? Me quedaría en la calle". El reto que se planteó era ver "si era capaz como escritor vivir con los mismos estándares económicos". De ahí que "aceptaba todo lo que me ofrecían: solo preguntaba cuántas líneas y cuánto pagaban".
Eso lo llevó a propuestas "insólitas porque antes todo el mundo tenía revistas y fue un año en el que gané mucho dinero". Así bromea ante un entregado público de más de doscientas personas sobre los encargos que recibía. "Ya pasado ese año me tranquilicé y vi que podía vivir de escribir y que había sido una buena decisión".
A ello contribuyó otro factor: "Me enamoré de los reportajes, que además los pagaban muy bien, hasta que llegó la crisis". Con la Gran Recesión tras la burbuja del ladrillo "me dejaron de llamar porque el reportaje es un género caro y empezaron a abaratar". Por eso pensó que "no me había despedido con un reportaje que lo coronara".
A sus 79 años el escritor nacido en Valencia describe Ese imbécil va a escribir una novela como "el fruto de un fracaso, el no encontrar un reportaje, un género que he practicado mucho y me ha gustado mucho".
Ahora "hago muy poco porque exige mucho esfuerzo físico", asegura. De ahí que cuando lo aborda en la redacción de cabeceras como El País donde ha llevado gran parte de su carrera como articulista les plantea que "me gustaría hacer uno grande sobre un tema pequeño".
En sus trabajos su capacidad narrativa ha demostrado que no hay tema pequeño. En este último trabajo todo esto lo usa como punto de partida para lo que considera una continuación de Un mundo, la novela con que ganó el premio Planeta y el Nacional de Narrativa.
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