Cuando en 1922 Howard Carter inventarió los hallazgos en la famosa tumba de Tutankamón, descubrió entre las vendas que cubrían la momia del joven faraón una daga de hierro, un metal muy raro entre los egipcios. El propio arqueólogo dejó por escrito: "lo más asombroso y el rasgo más excepcional de esta hermosa arma es que su hoja estaba hecha de hierro, todavía brillante y parecido al acero".
Tutankamón vivió entre los años 1341-1323 a.C., e investigaciones posteriores concluyeron que el arma podría haber sido un regalo diplomático de los hititas a su abuelo Amenhotep III. Con alrededor de 35 centímetros de longitud, la escasa presencia de níquel (11%) y de cobalto (0,6%), corroboró en investigaciones posteriores que ese metal procedía de un meteorito.
El jueves, durante la presentación del nuevo museo arqueológico de Villena (MUVI) en FITUR, su alcalde, Fulgencio Cerdán, anunció que recientes investigaciones han resuelto que las escasas piezas de hierro del famoso tesoro de la Edad de Bronce de la ciudad -junto al de Micenas el más importante de Europa-, también procedían de un meteorito.
Las investigaciones son tan recientes que apenas se habían publicado unos días antes, el 19 de enero la revista Trabajos de Prehistoria publicaba ¿Hierro meteorítico en el Tesoro de Villena?, de los investigadores Salvador Rovira-Llorensa, Martina Renzib e Ignacio Montero-Ruiz.
En el trabajo, los arqueólogos se centran en "dos piezas de hierro, una semiesfera hueca y un brazalete o anilla abierta, han generado polémica en torno a su cronología desde su descubrimiento en 1963".
Relatan como en 2007, Concepción Blasco Bosqued "propuso que analizáramos esos dos objetos para tratar de determinar si son piezas de hierro terrestre, es decir, hierro producido a partir de la reducción de minerales existentes en el manto del planeta Tierra (en cuyo caso cabría pensar en materiales elaborados en el Bronce Final o la temprana Edad del Hierro) o hierro meteorítico (lo que permitiría añadir esas piezas a la lista de objetos elaborados con hierro extraterrestre en fechas más tempranas dentro del Bronce Tardío)".
Como en el caso de la daga de Tutankamón, los investigadores podían determinar la procedencia del metal analizando su composición. Por eso, afirman que "el hierro meteorítico" está compuesto "básicamente por una aleación hierro-níquel (Fe-Ni) con una composición variable de níquel que suele ser superior al 5 % en peso. Contienen además otros elementos químicos minoritarios y trazas, siendo el cobalto (Co) uno de los más importantes".
En el caso de la daga de Tutankamón, esta procedencia no pudo determinarse antes de 2016, cuando se publicó El origen meteorítico de la daga de hierro de Tutankamón, de multitud de autores internacionales como Daniela Comelli, Massimo D'orazio o Mahmud El-Halwagy, entre otros. Algo que fue confirmado en 2023 por otro equipo interdisciplinar del Instituto Tecnológico de Chiba (Japón), liderado por Takafumi Matsui, que también encontró azufre, cinc y cloro.
Ahora, los investigadores españoles que han trabajado sobre estas dos piezas del tesoro de Villena concluyen: "Los datos disponibles apuntan a que el casquete y la pulsera del Tesoro de Villena serían de momento las dos primeras piezas atribuibles a hierro meteorítico en la península ibérica, lo que es compatible con una cronología del Bronce Tardío, anterior al inicio de la producción generalizada de hierro terrestre".