¿Por qué se va Arantza Quiroga? ¿Por qué abandona la presidencia del PP vasco? ¿Por qué deja la política? Lo ha dejado claro en su comparecencia, donde ha expuesto su decisión de dimitir. Por primera vez ha admitido que fue la postura de su partido, y no la reacción de EH Bildu, la que le obligó a retirar la ponencia de Libertad y Convivencia con la que pretendía poner a su formación en la “vanguardia” política del País Vasco.



Una propuesta, que presentaría “una y mil veces”, segura de que ése es el camino ahora que ETA ya no mata. Pero el atajo de sustituir la “condena” a la banda por el “rechazo expreso a la violencia” levantó una fuerte oleada de críticas, tanto internas como de la AVT, que enterró su arriesgada apuesta. Las presiones llegaron tanto desde la dirección nacional, como de sus propios compañeros de partido en el País Vasco, algunos tan influyentes en Génova como el ministro Alfonso Alonso y el ex alcalde de Vitoria, Javier Maroto.



El texto exacto de la moción que llevaba al Parlamento de Vitoria había sido redactado por sus más estrechos colaboradores y no había sido debatido ni difundido entre los dirigentes del PP vasco, aunque algunos lo conocían. El pasado lunes, en vísperas de su presentación pública, Quiroga trató de obtener el aval de Carmelo Barrio, el parlamentario responsable en la Cámara de los temas de terrorismo y más cercano a las víctimas. Al día siguiente, miércoles, al afrontar el revuelo tras la publicación de la noticia, logró un primer respaldo de la secretaria general del PP, Dolores de Cospedal, con cuyos asesores redactaron los suyos un argumentario de siete puntos para tratar de explicar la moción con la que pretendía sumar a EH Bildu al foro parlamentario bloqueado desde la legislatura pasada.



Quiroga se disponía a trasladar cómo la demanda de “deslegitimar el terrorismo”, que sí constaba en su iniciativa, ya englobaba e incluso superaba el término de la “condena” - dejado de lado en otros documentos suscritos por el PP-, cuando tuvo que frenar en seco tras una primera intervención en Onda Cero. El ministro de Sanidad y presidente del partido en Álava, Alfonso Alonso, la acusó en la Cope de sembrar “confusión” y aclaró que la doctrina de la formación seguía siendo la exigencia a la izquierda abertzale de una “condena explícita “ de ETA. Sus declaraciones señalaban la dirección y el rumbo hacia el que iba a girar Génova de inmediato. Ante tamaña desautorización la única salida honrosa era dimitir y Quiroga lo hizo, aunque esperó a hacerlo público una semana después porque De Cospedal le pidió que reconsiderara su decisión. Un tiempo en el que su clamoroso silencio no ha hecho más que perjudicarla y agravar la crisis originada.

Sólo un detonante



Quiroga ha asegurado en su despedida que lo ocurrido con la moción ha sido sólo el “detonante” de su marcha, que el paso dado le había “enfrentado” de nuevo con “la realidad” de la formación que presidía. Y es cierto; hizo aflorar su precaria situación interna.



A lo largo de sus escasos dos años y medio al frente de los “populares” vascos “ha fracasado” en su intento de recolocar al partido, en caída electoral libre, en el nuevo escenario político. Se ha visto incapaz de “aunar voluntades” para apoyar el tránsito que, según ella, debe realizar el PP vasco: pasar de haber sido vanguardia en la “resistencia” frente a ETA, a recuperar un ámbito de “influencia política” desde el que liderar también la nueva etapa de libertad y convivencia.

Quiroga ha fracasado en su intento de frenar la caída libre del partido en el País Vasco



Junto al giro dado, a Quiroga se la ha llevado por delante la debilidad de su liderazgo, comprometido desde el primer momento de su designación a dedo al frente del partido por Antonio Basagoiti, en mayo de 2013. Su nombramiento se produjo en contra del criterio del PP alavés, el de mayor peso en la organización regional, y este rechazo le pasó factura en el Congreso de marzo de 2014, donde fue ratificada con sólo el 72% de los votos.

Arantza Quiroga, camino de la rueda de prensa. J. Etxezarreta Efe

Ella pidió "manos libres" para ejercer la presidencia de la formación y batalló desde entonces por esa autonomía con decisiones muy cuestionadas internamente.



Batallas ganadas y perdidas



Los enfrentamientos sostenidos han sido tan evidentes como las victorias y derrotas cosechadas en la pugna. Recién llegada a la presidencia fue ninguneada y apartada por los suyos de un encuentro celebrado en Bilbao entre la vicepresidencia del Gobierno Soraya Saénz de Santamaria y la cúpula del PNV . Organizaba Alfonso Alonso, entonces portavoz del PP en el Congreso.



Quiroga nunca olvidó ese desplante, que le forzó a tener que demostrar que era ella quien debía llevar las riendas del partido. Recurrió a Génova para tener libertad para nombrar su equipo y sustituyó al hombre que controlaba los entresijos de la formación,Iñaki Oyarzábal , estrechamente vinculado a Alfonso. En su lugar colocó en la secretaría general a Nerea Llanos, dirigente del PP vizcaíno, la organización territorial ahora más afín. También se desprendió del gerente del PP vasco durante décadas tras ver cómo la adquisición de una de sus sedes aparecía en los papeles de Bárcenas

Con la dirección del PP de Gipuzkoa, organización a la que pertenece, las relaciones empeoraron cuando en contra del criterio del comité electoral provincial y de su presidente y amigo, Borja Sémper, apostó por una nueva candidata a la alcaldía de San Sebastián, Miren Albistur, que se estrelló electoralmente en los últimos comicios municipales y forales.



Fueron los malos resultados de esas elecciones los que actuaron como revulsivo y llevaron a Quiroga a acelerar el proceso de reconversión del PP vasco y a arriesgar en sus decisiones, sin consultar la presentación de la moción ni medir las consecuencias.

Futuro incierto



El futuro de Arantza Quiroga (Irún, 1973) es una incógnita. Seguirá militando en el PP y apoyando, según ha dicho, la candidatura de Mariano Rajoy a la Moncloa, aunque dejará su acta de parlamentaria vasca y se retirará de la primera línea de la política, en la que lleva bregando 20 años. Es abogada, pero pertenece a la generación de los jóvenes que aumentaron su compromiso con el partido a raíz del asesinato de Gregorio Ordóñez en 1995, demostrando valentía y firmeza, y a él ha dedicado toda su ambición y pasión por la política, que es mucha. De momento se refugiará en su extensa familia. Mujer muy próxima al Opus Dei, y madre de cinco hijos, siempre ha dado la cara por defender a contracorriente sus profundas convicciones religiosas.



A la pregunta de “¿qué vas a hacer?” tras abandonar la política, Quiroga responde ahora que “ni idea” . Es sincera, aún no lo sabe.



También el futuro del PP vasco es incierto. De inmediato, debe taponar con cierta urgencia la grave crisis abierta en periodo pre-electoral tan crítico; y a medio plazo, convocar un congreso extraordinario para sustituir a Quiroga. Nadie duda de que su relevo será alavés y ya hay nombres en la “quiniela”, como el del ex diputado general de Álava, Javier de Andrés. Quien le suceda tendrá que afrontar igualmente la posición del partido ante la nueva realidad vasca y partir de la herencia dejada por su antecesora.

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