El padre Ángel en su restaurante Robin Hood.

El padre Ángel en su restaurante Robin Hood. Alba R. Santos

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El padre Ángel, el 'Robin Hood' de restaurantes para los sin techo

El religioso pone en marcha un restaurante para dar de comer a los pobres cerca de la iglesia de San Antón.

27 noviembre, 2016 02:25

El Padre Ángel se viste de chef para servir la primera cena a Alfonso y Almudena, una pareja sin techo que a partir del próximo 29 de noviembre podrá cenar caliente a diario en el restaurante social Robin Hood en Madrid. Emma García, una maestra comprometida con las personas sin hogar, les acompañó en esta primera experiencia piloto.

Y es que el padre Ángel, que el próximo mes de marzo cumplirá 80 años, nunca desiste. Si hace dos años puso en marcha la Iglesia de San Antón, que atiende y acoge a todo el mundo por igual independientemente de su contexto social, cultural o religioso, ahora quiere que ricos y pobres compartan también los mismos restaurantes y cocineros. Durante el día podrá acudir al establecimiento todo aquel que quiera a disfrutar de un buen desayuno o menú a precios asequibles. Por la noche dará dos platos, postre y café caliente a personas sin recursos y a los sin techo a coste cero.

“No se trata de robar a los ricos para dar a los pobres, sino de que aquellos que tienen mejores recursos y más suerte, compartan con los que están pasando una mala etapa”. Así resume el presidente de Mensajeros de la Paz el objetivo del proyecto. El primer restaurante que abrirá sus puertas está en la calle Eguilaz, 7, a pocos metros de la Iglesia de San Antón, por la que pasan cada día muchas personas sin recursos.Ya han mostrado interés en la iniciativa cinco restaurantes más  de Madrid que comenzarán a funcionar a partir de diciembre. Por su parte, un establecimiento en Oviedo y otro en Gijón han confirmado que se sumarán a la cadena de locales que den servicio al uso durante el día, y comedor social durante la noche el próximo mes de diciembre. “Y hay varios más en otros puntos del país que pronto harán pública su incorporación, estamos abiertos a ayudar a todo el que quiera unirse a la cadena de restaurantes solidarios”, asegura el padre Ángel, consciente de que todo aquello que se propone, termina por cumplirse.

El sacerdote asturiano está convencido de que este tipo de acciones puede sacar de la calle a cientos de personas: "No podemos pretender que la gente encuentre un trabajo y salga de la calle si no tiene el estómago lleno, un techo, un lugar donde asearse. Si no se les da la posibilidad de estar fuertes, lúcidos y limpios nunca podrán insertarse de nuevo en la vida laboral”. Así, el proyecto se convierte en una vía para dignificar a las personas “sin techo”, para apoyarles en la búsqueda hacia la vida normal que desean. Ellos mejorarán y nuestro país, también. Esa es la tesis del padre Ángel.

El amor en la Iglesia de San Antón

El padre Ángel durante el servicio del restaurante

El padre Ángel durante el servicio del restaurante Alba R. Santos

Cuando Alfonso Santamaría, de 46 años, entró por primera vez en la Iglesia de San Antón, en el barrio de Chueca, hace ocho meses, no imaginaba que la vida estaba a punto de darle un vuelco radical. Llevaba 90 días viviendo en la calle, después de quedarse en el paro y discutir con su hermana con la que vivía en un barrio céntrico de Madrid. “Yo tenía el ánimo muy bajo, mi madre había fallecido, mi padre estaba en una residencia y mi hermana, a la que yo le pagaba un alquiler, me pidió que me fuera de su casa tras una discusión. Yo tenía el ánimo por los suelos y no conseguía ver la luz”.

La Iglesia de San Antón le ofreció ropa, desayuno caliente y un bocadillo al día, gente con la que ver el fútbol, alguien que le escuchaba y la posibilidad de enamorarse de nuevo. Todo eso le ocurrió de repente, en su momento más bajo, cuando más baja tenía la autoestima. "Uno piensa que con esas circunstancias nada te puede salir bien”.

Almudena, que pronto llegará a los 40, llevaba ya más de tres años en la calle. “Yo era adicta a las pastillas, tenía depresión y me había ido de casa de mis padres porque me enamoré de un chico conflictivo. Él me dejó poco tiempo después y me dio vergüenza volver a casa, tenía la autoestima por los suelos, me consideraba una mierda y me daba miedo pensar que no me aceptarían. Luego todo pasa muy rápido. La primera noche que me vi sola en la calle dormí en la plaza de Ópera, y a partir de ahí cada día que viene inviertes toda tu energía en qué vas a comer, dónde vas a dormir, que nadie te haga daño, que tienes frío. No te quedan fuerzas para pensar a largo plazo. Al dormir en la calle descansa tu cuerpo, pero la cabeza siempre está alerta. Pensar en cómo dormir hoy no te deja ver que quizás haya forma de salir de esta mierda”, dice la madrileña con lágrimas en los ojos.

Los dos coinciden en que conocer al Padre Ángel les ha cambiado la vida. Están enamorados, piensan en casarse en el mismo lugar en el que se conocieron y tienen por primera vez desde que son “sin techo” la certeza de que la salida a su complicada situación está más cerca. “Nosotros queremos salir de la calle, pero sin apoyo es imposible. Cuando conseguimos algún trabajillo – Alfonso es churrero y ha trabajado durante mucho tiempo en la construcción-, la gente no quiere alquilarnos habitaciones en su casa porque se dan cuenta de que estamos demacrados, delgados, que tenemos la dentadura estropeada y no confían. Eso te hace sentir que eres lo peor de la sociedad".

El 'padre' que cambia la vida

Que alguien les abrace como el padre Ángel, que les dé un plato caliente o algo de chocolate es lo que más les reconforta. "Te anima a luchar para salir adelante por ti mismo, pero también por la gente que confía en ti. Porque se lo debes, y nosotros queremos ganar un sueldo para tener un techo, comer y ayudar a los que estén como ahora estamos nosotros”, dice Alfonso, comprometido con ayudar a los restaurantes Robin Hood en cuanto consiga ingresos estables.

Para Almudena y Alfonso las noches son cada día una aventura distinta. Ahora duermen en el aeropuerto de Barajas, detrás de unas columnas. “Allí al menos no llueve y sobre todo, nos sentimos seguros. La calle es terrible y allí por lo menos hay seguridad y pasamos desapercibidos entre la gente que tiene que esperar un avión de noche”. No ahorran, porque pagar el metro de ida y vuelta desde Barajas supone 8 euros por cabeza al día pero merece la pena porque en la calle cada vez hay más competencia y el índice de “sin techo” se ha incrementado muchísimo en los últimos dos años.Incluso hay peleas para dormir en la calle.

Los cajeros y las salidas de aire caliente de los metros son ahora el paraíso de los que no tenemos hogar y conseguir uno es casi como que te toque la lotería”, dice Almudena sonriendo. Y conseguir comida tampoco era una misión fácil. Existen muchos centros sociales y comedores, pero hace falta estar empadronado. Allí las colas son muy largas y el ambiente muy difícil.

Al padre Ángel le resulta precario entregar una bolsa de comida a las personas que tienen que alimentarse en los portales, de pie, con frío. “Eso desmotiva y deprime a cualquiera. La gente tiene que comer algo caliente y sentarse a una mesa, es importante ayudarles a recuperar su autoestima, a mantener su salud y recordarles que igual que llegaron a esa situación, es posible salir de ella”, dice el religioso. Por ello quiere que ricos y pobres utilicen los mismos recursos. Servilletas de tela, vasos de cristal y nada de cubiertos de plástico. Porque los “sin techo” también necesitan sentirse integrados y ser más felices. “Compartir sus historias personales les harán estar más cerca unos de otros, porque de verdad que unos y otros no somos tan distintos”.

Apoyo de Masterchef a la iniciativa del Padre Ángel

El restaurante Robin Hood, un lugar de solidaridad.

El restaurante Robin Hood, un lugar de solidaridad. Alba R. Santos

El acto de inauguración del primer Robin Hood, que se celebrará el próximo martes 29 de noviembre a las 19 horas, contará con el apoyo de la actriz y presentadora Cayetana Guillén Cuervo, el cocinero del restaurante El Bohío y juez del programa de televisión Masterchef, Pepe Rodríguez y del Chef del Restaurante El Jardín del Hotel Intercontinental Miguel de la Fuente y el televisivo cocinero del Canal Cocina Julius Bienert. El acto tendrá lugar unos minutos antes de que de comienzo la primera cena para veinte personas sin hogar.

“Tenemos un local acogedor, un equipo de voluntarios dispuestos a servir cada día a los pobres, comensales que vendrán a desayunar y a almorzar para hacer sostenible el proyecto y personas que necesitan apoyo. ¡Así que no podían faltar cocineros de prestigio dispuestos a poner su talento sobre el fogón al servicio de la solidaridad”, dice el padre Ángel.

Al menos una vez al mes visitarán el restaurante chefs con estrellas Michelín, una iniciativa que ha funcionado ya en las favelas de Río de Janeiro durante los Juegos Olímpicos, con el apoyo del que considero el mejor cocinero del mundo, el italiano Massimo Buttura. El párroco de San Antón está convencido de que “en España será un éxito también porque ya personas generosas como Pepe Rodríguez o Julius Bienert que se han emocionado al escuchar este proyecto. Se darán dos turnos de cenas sin coste… a las 19 y a las 20 horas cada día, y estoy seguro de que lo recaudado durante el día servirá para financiar las cenas de las personas que vengan por la noche. Y todo, tendrá la misma calidad”.

Emma, la maestra de Burgos

Sobre ello, Emma García, maestra de 27 años nacida en Burgos y afincada en Madrid, piensa: “Es estupendo que personas de escasos recursos puedan probar la comida de personas de renombre. Creo que también debe ser gratificante para un cocinero de prestigio que su comida sirva para hacer disfrutar a aquellos que tienen muy pocas alegrías y oportunidades. Es una idea excepcional”. Ella, que actualmente no trabaja ya que decidió dejar el centro en el que ejercía cuando su hija Nora, de tres años, nació con una enfermedad rara, está convencida de que hay que ayudar a las personas sin hogar: “Hay muchas razones que pueden llevar a una persona a vivir en la calle o quedarse sin recursos. Una enfermedad, una depresión, un paro prolongado. Me parece muy importante que las personas desfavorecidas puedan sentarse en compañía de la gente que aprecia y tener un ratito de normalidad que les ayude a olvidarse que están viviendo en la calle".

Emma sabe que hay muchas personas de su entorno que son críticas con este tipo de iniciativas y comprende que “en todos los lugares hay personas abusivas, que se aprovechan de estas iniciativas o que buscan el conflicto, y eso genera desconfianza entre los que podrían ayudar, pero no se puede generalizar y creo que hay más gente que necesita y merece apoyo para salir adelante. Si se ayudan a veinte personas, y hay tres entre ellas que no se lo merecen pero muchas otras que sí. ¡Merece la pena!”.

La joven burgalesa compartió más de dos horas de tertulia con Almudena y Alfonso, y los tres concluyeron su encuentro convencidos de que tienen mucho más en común de lo que pensaron cuando el Padre Ángel los presentó. Emma se emociona al explicar que tuvo que trasladarse a vivir a Madrid: "Mi hija tiene el síndrome nefrótico congénito finlandés, y por sus problemas de riñón la están tratando en Madrid para que yo pueda ser su donante. Me ha emocionado mucho saber que Alfonso, que lleva casi un año viviendo en la calle, fue donante de riñón de su madre hace seis años. Y le operaron en el Hospital La Paz también, como harán conmigo. Yo por amor a mi hija y él por amor a su madre. Todos tenemos problemas y si no tienes apoyo familiar, ni un colchón de ahorros, ni trabajo estable. Es fácil bajar los escalones de la pobreza. Ayudar es tan sencillo como elegir restaurantes con conciencia social como éste. No hay que hacer un esfuerzo a mayores, ayudar es tan sencillo como disfrutar de estar aquí. Yo seguiré comiendo en este restaurante si eso ayuda a otras personas a tener una nueva oportunidad”, asegura Emma.

El Padre Ángel, Alfonso, Almudena y Emma se despiden emocionados tras compartir una cena en la que por algunos momentos todo fue distendido y normal; un rutina ansiada por aquellos para los que cenar hasta hoy era un lujo y convencidos de que, tras compartir sus razones para unirse a esta nueva “locura” del sacerdote, saben que otro mundo es posible.