Numerosos ucranianos se han rebelado contra su gobierno y se han puesto al servicio de Rusia para enriquecerse

Numerosos ucranianos se han rebelado contra su gobierno y se han puesto al servicio de Rusia para enriquecerse

Reportajes

Infiltrados para descubrir a un traidor ucraniano: así vende Alexey información militar a Rusia por 462 €

El 'soplón' ha caído en una trampa de la contrainteligencia militar ucraniana de la que EL ESPAÑOL ha sido testigo en exclusiva.

20 agosto, 2023 02:15

Por 50.000 rublos mensuales, 462,17 €, el ucraniano Alexey Ruslanov está dispuesto a vender a su país, Ucrania, y trabajar para los rusos. Y a modo de botón de muestra de lo que puede ofrecer al FSB (el KGB de Vladímir Putin) o al GRU (el servicio de inteligencia militar del Kremlin) envía las coordenadas de un edificio donde las fuerzas armadas de Kiev supuestamente almacenan sofisticado armamento enviado por los norteamericanos. La instalación se encuentra en una ciudad del noroeste de Ucrania situada no muy lejos de la suya.

Por desgracia para el frustrado aspirante a espía, los datos de geolocalización y las fotografías de la infraestructura no han acabado en las manos de Moscú, sino de un equipo de investigación de EL ESPAÑOL que, con la colaboración de confidentes, ha logrado interceptar su intento de postularse como informador de los rusos.

El Kremlin dispone de una pequeña legión de 'soplones' como Alexey Ruslanov, a los que encomienda la misión de proporcionar las coordenadas de las zonas de despliegue de tropas o las instalaciones militares que después golpea con misiles o con drones. El modo en que este joven de 28 años trata de comercializar su mercancía ha iluminado periodísticamente por primera vez las partes más oscuras y menos visibles de la guerra de Ucrania.

Alexey Ruslanov, uno de los traidores ucranianos localizados por los servicios de inteligencia de Zelenski

Alexey Ruslanov, uno de los traidores ucranianos localizados por los servicios de inteligencia de Zelenski

Al cierre de este reportaje, Ruslanov sigue siendo todavía monitorizado por el SBU, el Servicio de Seguridad Nacional de Ucrania. Hemos modificado su apellido y creado uno nuevo y figurado a partir de su patronímico para no interferir con la Seguridad de Ucrania. Nos ha sido confirmado que la contrainteligencia militar de Kiev ha preferido hacerle un seguimiento durante varios días antes de detenerle para recabar información adicional sobre la clase de objetivos que el delator pretendía ofrecerles a los rusos. Según afirman los agentes del Gobierno de Zelenski, identificar a soplones como Ruslanov salva cada semanas muchas vidas. Ésta no es una excepción.

Las informaciones sobre arrestos que el SBU proporciona a este diario sugieren que no pocos de estos informadores que traicionan a su país actúan por resentimiento. Claro que el grueso lo hace por codicia. Ese no es, sin embargo, el caso de Ruslanov. "¿Que si estoy listo para convertirme en un agente autónomo del FSB a cambio de 50.000 rublos mensuales? Estoy preparado para hacerlo aunque sea gratis", confiesa en su primer contacto con los periodistas. Aunque el dinero no parece su prioridad, está plenamente convencido de que está siendo captado para trabajar a jornada completa para el Kremlin a cambio de un salario que, en circunstancias normales, recibiría desde Moscú mediante una transferencia de criptomonedas.

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La delación no fue inducida. Ha sido él quien se ha ofrecido motu proprio a vender la información y quien ha intentado por su cuenta crear un puente con las fuerzas de ocupación. Solo que, por una de esas carambolas, ha acabado teniendo en frente a la contrainteligencia militar de Ucrania tras caer en una trampa de la que hemos podido ser testigos en exclusiva.

Desde el primer momento, el ucraniano trata de mostrar sus bazas para hacerse valer ante sus patronos. Lo que afirma es sorprendente y pone nombre a la deslealtad de quienes venden a los suyos por un plato de lentejas o un resquemor no restañado: "El objetivo no es exactamente una instalación militar", asegura a este diario.

"Luego te enviaré por Telegram las coordenadas. Verás, había una planta en la época de la Unión Soviética en ese lugar. Ahora es verano, las ventanas están abiertas y llevo más de una noche merodeando por sus aledaños y observando qué están trayendo al almacén. Por lo que he logrado ver, creo que están haciendo acopio de munición y podrían ser Himars o incluso Abrams. No puedo garantizarlo al cien por cien, pero yo juraría que allí tienen misiles".

Identificación oficial de Ruslanov.

Identificación oficial de Ruslanov.

Dicho y hecho. Tal y como promete, envía algo más tarde las coordenadas del lugar, la ubicación precisa del objetivo dentro de la región de Volyn. Incluso se atreve a sugerir el mejor modo de golpear la infraestructura. "Yo diría que lo mejor sería un dron. Hace un par de semanas, ustedes atacaron una instalación militar en Lviv. Por supuesto, los medios ucranianos dijeron que era un edificio municipal. Eran malditas patrañas. En todo caso, a donde quiero ir a parar es que yo juraría que no hay sistemas de defensa antiaérea de la OTAN en algunas de las regiones occidentales de Ucrania. Tienen C300 u otros BUK soviéticos (sistemas de misiles autopropulsados), pero los Patriot están en Kiev".

Llegado a ese punto, añade algunos detalles significativos que hemos suprimido sobre el tipo de armamento que, de acuerdo a sus observaciones, hay en la región. "Por supuesto, pueden atacar igualmente el objetivo que propongo con misiles, pero me parece que es innecesario. Si lo desean, puedo verificarlo; puedo tomar algunas fotos y acercarme más al sitio. Claro que, como digo, me parece que esto no es una instalación militar sino un almacén de munición. Un ataque con un avión no tripulado sería más que suficiente. Los misiles serían muy costosos para la Federación de Rusia y poco práctico". Se diría que este espía de vida efímera aspira también a convertirse en consejero militar del Estado Mayor del Kremlin.

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El falso agente ruso le pregunta dónde desearía vivir. El confidente suelta una pequeña carcajada y asegura que, como todo el mundo, lo ideal sería Moscú o San Petersburgo. Cree que le ha tocado el gordo cuando, en realidad, está a punto de caerle una pedrea.

Ruslanov ha vivido siempre en Ucrania. De hecho, el óblast o región en la que reside es la más noroccidental de todo el país, que es también la más alejada de la zona de mayoría rusófona donde las tropas del Kremlin esperaban ser recibidas en loor de multitudes. Limita al norte con Bielorrusia y al oeste con Polonia. No llega a aclarar del todo los motivos por los que ha decidido traicionar a su patria, pero a medida que conversa deja aflorar su odio por los cambios políticos acaecidos en el país durante los últimos años.

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"Me faltó sólo un curso para terminar Derecho en la Universidad Nacional del Servicio Estatal de Impuestos de Ucrania. Bueno, en realidad, así era como se llamaba cuando estudié primero. Luego vino la revolución y le cambiaron el nombre. Ya sabe, toda esa puta porquería del Maidán y la jodida independencia de mierda".

Las conversaciones con el delator se mantuvieron hace ahora unas semanas. En el momento del cierre de este reportaje, no había sido todavía detenido. La contrainteligencia militar ucraniana trabaja desde que comenzó el conflicto de manera frenética para identificar a todos estos topos, informadores y espías a sueldo porque su papel en el conflicto es fundamental para afinar el tiro.

Este edificio militar fue alcanzado por los rusos el pasado año cerca de Kiev. Obtuvieron sus coordenadas de fuentes abiertas, después de que una TV emitiera un reportaje sobre su interior.

Este edificio militar fue alcanzado por los rusos el pasado año cerca de Kiev. Obtuvieron sus coordenadas de fuentes abiertas, después de que una TV emitiera un reportaje sobre su interior.

Uno de los casos conocidos más recientes es el de una mujer arrestada el pasado día 7 de agosto a la que se acusó de proporcionar información a Rusia para asesinar al presidente. Según el SBU, la ucraniana había recopilado datos sobre una visita previa a Mikolaiv realizada a final de julio por Zelenski. La intención del Kremlin era servirse de esas observaciones para matar al mandatario durante otro viaje previsto para agosto. Supuestamente, la operación frustró el complot.

Algunos de estos chivatos ucranianos están dispuestos incluso a vender a sus amigos para congraciarse con los rusos. La traición es una parte esencial de toda guerra. "Mi nombre es Sergey Sokolovsky. Soy de la ciudad de Vasilyevka, en la región de Zaporozhye", afirma a EL ESPAÑOL otro afecto a Rusia durante la segunda tentativa interceptada de ofrecerse a trabajar para los invasores. Sokolovsky (este sí es su verdadero apellido), de 30 años, está dispuesto a espiar para el Kremlin, solo que, a diferencia de Ruslanov, no oculta que lo hace claramente a cambio de dinero.

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Él no reside en la zona que controla Kiev, sino en los territorios ocupados. Los ucranianos conocen bien a Sokolovsky. Este ha sido señalado ya en varias ocasiones como un conocido colaboracionista de los agresores. Según el medio digital From-UA, estuvo al cargo del departamento de educación infantil en el distrito de Vasilevsky al principio de la invasión. Se ocupaba "de las labores de propaganda y de lavado de cerebro de los niños".

Él acostumbra a venderse en las redes sociales como alguien completamente consagrado al trabajo humanitario. En su intento intervenido de convertirse en un espía, hace una revelación sobre el modo en que ha colaborado con los rusos. "Soy activista y experiodista", deja caer de pronto, plenamente confiado en que habla con un reclutador del KGB de Putin. "Todavía tengo que volver a registrar mis credenciales de reportero en la jurisdicción rusa. Trabajando junto al ministerio de Defensa (ruso) ayudo a los muchachos en el frente y en la primera línea de asalto a averiguar dónde están las posiciones de los ucranianos".

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Pero a renglón seguido añade algo espeluznante. Para conseguir las coordenadas de las tropas de Kiev, llama a algunos contactos o a sus propios allegados ucranianos y, so pretexto de requerir información para transportar ayuda humanitaria, averigua sus posiciones. Lo interesante aquí es que luego las comparte con los mandos rusos a sabiendas de que los amigos a los que sonsaca con mentiras pueden ser asesinados por los drones de Moscú. A todos los efectos, es una confesión de lo que, de acuerdo a la legislación de Kiev, se considera alta traición. El equipo de reporteros de este diario ha obtenido un registro de la conversación completa donde da cuenta de sus tejemanejes en las alcantarillas más inmundas del conflicto.

Lo que alienta a Sokolovsky claramente es el dinero. Ni siquiera oculta su codicia. En uno de los post que ha mostrado en las redes, se pavonea con un fajo de billetes. Al caer en la trampa a la que hemos tenido acceso, se ofrece, entre otras cosas, a espiar la actividad del propio GSB (el equivalente del FSB en los territorios ocupados) y, de una forma no deliberada, pergeña la distopía que los rusos han implantado en los territorios que dominan.

Sergey Sokolovsky, el segundo espía entrevistado por EL ESPAÑOL

Sergey Sokolovsky, el segundo espía entrevistado por EL ESPAÑOL

"En mi ciudad, en Vasilyevka, los hombres de la sucursal del FSB en la región de Zaporozhye están robando los vehículos de la gente en los puestos de control", cuenta el informante de los rusos. "Eso es lo que le ha ocurrido a mi amigo Alexander Karpov. El tío Sasha vino a pedirme ayuda porque sabe que yo estoy en contacto con los militares rusos. Así que intenté acercarme a verlos y descubrí un convoy entero de vehículos secuestrados. Había al menos veinte. ¡Y luego los revenden!".

Es una prueba más de que los territorios ocupados se hallan bajo el control de facto de los pequeños señores de la guerra que Moscú ha puesto al mando y sobre los que, muy frecuentemente, no tiene apenas influencia dentro de sus reinos de taifa.

Sokolovsky se jacta en sus redes sociales de tener un buen fajo de billetes.

Sokolovsky se jacta en sus redes sociales de tener un buen fajo de billetes.

Sokolovsky no podrá ser arrestado de momento por las autoridades ucranianas porque vive del lado de los agresores. El miércoles pasado, el SBU desbarató los planes de otro traidor que sí estaba al alcance de los ucranianos. Según los agentes de contrainteligencia, el espía proyectaba infiltrarse entre las filas de los paracaidistas de Kiev para transferir información sobre sus lugares de despliegue en el frente. El soplón fue detenido cerca de la capital. Al confesar aseguró que había recibido el encargo de averiguar las localizaciones de los centros de adiestramiento de las fuerzas armadas ucranianas.

Otro joven de 23 años oriundo de Odessa fue igualmente detenido esta semana en Kiev con las manos en la masa cuando, según el diario ZN, filmaba una base militar y fijaba sus coordenadas GPS. Los agentes del GRU, el departamento de inteligencia militar de Rusia, lo contactaron respondiendo a un anuncio de búsqueda de empleo que publicó en las redes y, a cambio de dinero, lo alentaron a espiar para ellos.

Buscaba un trabajo y lo encontró. Lo que el Kremlin pretendía es que localizara la ubicación de las defensas aéreas cercanas a las estaciones subeléctricas de Kiev para preparar un ataque aéreo. Como el resto de los detenidos por los ucranianos, puede ser condenado a cadena perpetua por alta traición bajo ley marcial, en virtud del artículo 111 del Código Penal.

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A menudo, los rusos no necesitan ni siquiera topos para obtener información precisa sobre la geolocalización de sus objetivos. Un caso infaustamente popular fue el de unas instalaciones militares ucranianas situadas al este de Kiev destruidas por el Kremlin en abril del pasado año. Nueve días antes de que la infraestructura fuera alcanzada por un misil de alta precisión y largo alcance, una cadena de televisión local emitió un reportaje sobre el almacén donde se reparaban tanques confiscados a los rusos.

Las imágenes sólo mostraban el interior del edificio, pero voluntarios rusos lograron desentrañar sus coordenadas a partir de los metadatos e información de fuente abierta publicada en las redes. Nadie, en realidad, cometió un acto de traición, pero de lo ocurrido se extrajeron conclusiones importantes acerca de qué no debería revelar un periodista en tiempos de conflicto.

Este traidor a UCrania fue detenido esta semana por el SBU, cuando trataba enrolarse en las fuerzas armadas para proporcionar información desde dentro.

Este traidor a UCrania fue detenido esta semana por el SBU, cuando trataba enrolarse en las fuerzas armadas para proporcionar información desde dentro.

Y mientras Moscú trata de fortalecer su red de informadores en Ucrania, deja claro el destino que le espera en su país a todos los traidores, un concepto del que el Kremlin utiliza para designar también a los disidentes de la quinta columna que desafían al gobierno de Putin. En el canal oficial del vicepresidente del Consejo de Seguridad de la Federación de Rusia, Dimitri Medvédev, las autoridades rusas dejaban entrever hace algunas semanas el modo en que lidian con cualquier forma de deslealtad a su política.

"En los vastos dominios de Telegram se ha reanudado el debate sobre qué hacer con los que se han pasado al enemigo y desean la destrucción de su patria, incluyendo a algunos insignificantes pedazos de mierda que hasta hace poco se consideraban parte de la llamada élite intelectual", sostenía Medvédev en el mismo tono pendenciero y arrogante que solía utilizar Prigozhin.

"Bueno, aquí ha surgido una discusión seria entre los líderes sobre si actuar según la ley o según la justicia. Tendremos que aclarar esto. Por supuesto, sólo según la ley. Pero si la ley no funciona o no logra su objetivo, entonces habrá que hacerlo de acuerdo con las reglas especiales para tiempo de guerra. Recordemos la experiencia de la Gran Guerra Patria y de otros países. En tiempos de guerra, siempre ha habido normas especiales y grupos silenciosos".