El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y el lehendakari Iñigo Urkullu, en su primera reunión bilateral.

El presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, y el lehendakari Iñigo Urkullu, en su primera reunión bilateral. Europa Press

LA TRIBUNA

Los tres errores de la marginación autonómica del español

La imposición por las autonomías de las lenguas minoritarias sobre la vehicular rompe la convivencia, empobrece la diversidad lingüística y olvida que son los hablantes quienes eligen qué lengua quieren emplear.

9 abril, 2022 01:47

Los gobiernos autonómicos están eliminando la enseñanza en la lengua nacional más útil, que es como legislar sobre el aire que se aspira en las aulas. "Queda prohibido inhalar para hablar castellano". En España, la izquierda va de farol porque ser más socialista que el socialismo se recompensa. A los adoctrinados, por su parte, les encanta superar los límites y obviar la libertad del otro para discriminar en positivo. Los líderes se empeñan así en extremar el riesgo escorando sus posturas.

Manifestación a favor del catalán como única lengua oficial en Cataluña.

Manifestación a favor del catalán como única lengua oficial en Cataluña. CG

Y como quieren ser más progresistas que nadie, suprimen el privilegio de conocer dos idiomas y alimentan sólo a uno para que el otro pase hambre. Es la exaltación del extremismo. Está claro que los gobiernos autonómicos ni saben ni quieren saber que las lenguas vehiculares las eligen los hablantes y que no están a capricho del político de turno.

Conviene recordar tres principios que sitúan la grotesca decisión de marginar al español al margen de la convivencia, pero también en contra de la propia evolución de las lenguas y del respeto a quienes libremente las emplean.

En primer lugar, el de la pertenencia universal de las lenguas, según el cual estas no corresponden a nadie y, al mismo tiempo, nos pertenecen a todos. Están ahí, al alcance de quien las necesite. Ninguna es más que otra en ningún lugar del mundo ni en ningún instante.

Tan importante es la más bizantina como la más popular, pues cada idioma cumple su función.

La riqueza de la India no ha impedido, por ejemplo, que su lengua vehicular sea el inglés, tan ajena y distante de los idiomas locales, y teóricamente innecesaria si consideramos la riqueza histórica del vasto país.

Tampoco parece que el sánscrito, lengua culta y religiosa hinduista, estuviera preparado para convertirse en la lengua principal, a pesar de que goza de una reputación considerable. Pero a ver quien lo embute en una población que ya se está sirviendo del inglés como lengua de intercambio sin que nadie se lo imponga.

"Los gobiernos no eligen las lenguas. Es la gente quien se acerca a ellas guiada por la razón y no por las emociones"

Que el hindi, heredero del sánscrito, sea la más extendida y esté en boca del 40% de la población no impide que el inglés se utilice generosamente en los negocios y en la administración. O que tenga el estatus de idioma oficial subsidiario. O que sea tan importante en la educación, especialmente en la enseñanza superior.

También son reconocidas como oficiales otras 21 lenguas. Que nadie se asuste. Una mirada atenta detecta unos 1.500 idiomas sólo en la India. Una cifra parecida a la del continente africano.

En Europa, la salida de la Unión Europea del Reino Unido no ha impedido que se siga estudiando más inglés que nunca. Porque los gobiernos, señores exclusivistas, no eligen las lenguas. Es la gente quien se acerca a ellas guiada por la razón y no por las emociones.

Toda normativa que excluya al castellano como lengua vehicular ignora, en segundo lugar, el estado de utilidad. Sucede que las personas no siempre disfrutan de la misma inteligencia o de la misma forma para el desempeño de determinadas funciones. Que cualquier español pueda ser presidente de algo, o empleado en la carga y descarga de camiones, exige condiciones mentales o físicas que no todos pueden asumir.

Tampoco las lenguas permanecen siempre en el mismo estado. A alguna, como el inglés, la más deseada, le ha tocado la lotería. Es la que mejor sirve como vehicular en comunidades donde la lengua del lugar flaquea.

El francés no es ajeno a la suerte. Ni el portugués. Pero sí el irlandés, o el bretón, o el siciliano, u otras muchas.

Nada de eso impide que el gascón sea una lengua útil para la redacción de tratados filosóficos, claro que sí. Pero sus hablantes tendrían que dedicarse a desarrollar un léxico, una sintaxis y un estilo que inunde la expresión de estructuras que faciliten la redacción de tratados filosóficos.

Pero mientras tanto, el gascón se encuentra, lo digo con naturalidad, poco preparado para ello.

"Conocer el castellano es indispensable, y desplazar una de las dos lenguas cooficiales propias es como dejar un brazo sin uso"

En tercer lugar, el principio que con menos frecuencia se considera, aunque bien podría ser el primero, es el que se refiere al patrimonio lingüístico del hablante.

Catalán y castellano, vasco y castellano, son códigos al servicio de catalanes y vascos que funcionan como uno solo. Conocer el castellano es indispensable. Desplazar una de las dos lenguas propias es como dejar un brazo sin uso.

La cultura balear-española, por ejemplo, no se desdobla. Tampoco la vasco-castellana. No puede dividirse la cultura en vasca, por una parte, y en española, por la otra. Están fundidas. Hay quien la vive en vasco-castellano. Otros, en castellano.

La cultura extremeño-española también se vive con dos variedades orales del español. La local, que muchos llaman "extremeño", y la estandarizada, el español común. Y eso con independencia de que algunos conozcan sólo la variante extremeña y otros, sobre todo los que han vivido fuera de Extremadura, las dos.

Los extremeños pueden, en fin, convivir con ambas variedades orales de la lengua, la nacional y la local. Y eso le sucede también a los isleños, pues ninguno tiene posibilidad de prescindir del castellano en su vida diaria.

Cualquier idioma puede ponerse al servicio de lo que sus hablantes quieran hacer de él, siempre que así lo deseen. Pero no mediante imposiciones, mandatos, decretos y prohibiciones.

Ojalá los votantes descubran la xenofobia y la hostilidad de esas leyes que rompen la convivencia y que rasgan los vínculos entre españoles. Una decisión audaz y plausible facilitaría los estudios en catalán o vasco a todo aquel que lo desee.

Imponerlo es una chiquillada. Una elección provinciana en uno de los enclaves más acogedores de Europa, el País Vasco, o más atractivos para el turismo, como Baleares o Cataluña. Lugares donde la pluralidad de lenguas es una riqueza.

*** Rafael del Moral es sociolingüista y autor del Diccionario Espasa de las lenguas del mundoBreve historia de las lenguasHistoria de las lenguas hispánicas y Las batallas de la eñe.

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