La escena que se vivió este lunes en la celebración del Dos de Mayo en Madrid es la demostración de que, con Rajoy, la política española tiene muy difícil salir del bucle en el que se ha instalado. Pese a dar por sentado que acabará siendo elegido presidente tras el 26-J con el apoyo de Albert Rivera, Rajoy fue incapaz siquiera de estrechar la mano al líder de Ciudadanos o de dirigirle la palabra, y ello pese a estar ¡codo con codo! en la recepción oficial. Cierto es que Rivera tampoco mostró su mejor talante al no hacer ademán de saludar al presidente en funciones. En cualquier caso, la actitud de Rajoy resulta incomprensible, sobre todo porque no está escrito que Rivera tenga que respaldarle porque sí.

Por si fuera poco, la presidenta madrileña, Cristina Cifuentes, se descolgó con unas declaraciones muy inoportunas: "En estos momentos, votar Ciudadanos es votar socialismo". Resulta llamativo que quien así se expresa debe su cargo actual a la formación de Rivera. Desde luego, no hace falta ser Pedro Arriola -ideólogo de cabecera de Rajoy- para darse cuenta de que ésta no es la mejor forma de atraerse a Ciudadanos: sin mover un dedo cuando no tratándolos a puntapiés.