En su último arrebato, José Manuel García-Margallo ha descubierto que hay dos visiones en el Gobierno acerca de cómo afrontar el desafío independentista. Después de que el presidente Rajoy lleve meses parapetándose en el Tribunal Constitucional para evitar intervenir, el ministro de Exteriores se ha mostrado partidario de no esperar más y mover ficha: «Cuando uno se encuentra con una sublevación de estas características, la sublevación se sofoca», ha asegurado con contundencia poco común.

Aunque Margallo no ha querido concretar en qué tipo de respuesta está pensando, parece claro que se refiere al artículo 155 de la Constitución, que faculta al Gobierno a tomar las medidas necesarias para garantizar el cumplimiento de la ley. Claro, que también podría estar barajando el "estado de sitio", que como ha recordado Francesc de Carreras en una entrevista de gran repercusión en EL ESPAÑOL, es plenamente constitucional. Según el ministro, la circunstancia de que sea la Generalitat -un "órgano del Estado"-, la que encabece la rebelión, constituye un agravante para actuar ya.

La irrupción en escena de Margallo es comparable a su decisión de debatir con Oriol Junqueras sobre la independencia en vísperas de las elecciones catalanas. En pocas semanas, ha pasado de creer que podía detener la marea separatista con su palabra a pedir que la "sublevación" sea "sofocada". Ahora, como entonces, su acción ha roto la estrategia del presidente.

Rajoy, que ha reforzado al final de su mandato las competencias del Constitucional con el objetivo de demorar al máximo una posible intervención del Gobierno, ni siquiera era partidario de recurrir al Alto Tribunal antes de que hubiese una resolución independentista aprobada por el Parlament. Sólo después de que Albert Rivera tomara la iniciativa al proclamar su intención de apelar ya a los jueces, Rajoy dio órdenes en el PP de acelerar el paso.

Al final, habrá un primer recurso al Constitucional pactado por PP, Ciudadanos y PSC como consecuencia de la cacicada de la presidenta de la Cámara catalana. Forcadell, actuando de nuevo como una hooligan, no ha dudado en convocar la Junta de Portavoces sin esperar a que se constituya el grupo popular, como es preceptivo. Y ello en su afán por llegar a tiempo de celebrar el Pleno en una jornada señalada en rojo para los separatistas: el 9-N. Se trata de una vulneración palmaria del Reglamento.

La unidad de los partidos constitucionalistas en este recurso, que hay que recibir como esperanzadora, sería innecesaria según la visión de Margallo, cuya única virtud ha consistido en subrayar ante toda España la falta de determinación de su presidente ante la "sublevación" separatista.