Fotomontaje de Michelle Obama, Begoña Gómez, Brigitte Macron y Jill Biden.

Fotomontaje de Michelle Obama, Begoña Gómez, Brigitte Macron y Jill Biden. EE

Europa

Begoña, Michelle, Brigitte o Jill: por qué las ‘primeras damas’ no tienen manual de instrucciones

Prácticamente ningún país regula o recoge en su Constitución el papel de las parejas de los líderes políticos. 

26 abril, 2024 02:22

Legalmente, la figura de la primera dama no existe en España. Ni la Constitución la recoge ni hay una regulación al respecto. Por eso, los presuntos delitos de tráfico de influencias y corrupción que recoge la denuncia de la organización Manos Limpias y que apuntan a Begoña Gómez, esposa del presidente del Gobierno Pedro Sánchez, están centrados en el sector privado. Porque Gómez no ostenta ningún cargo ni función pública. 

Este vacío legal es extensible a toda Europa, donde no hay una legislación sobre el papel de los o las consortes de los líderes políticos. Así, no reciben dinero público y pueden trabajar en el sector privado. Normalmente, suelen mantener un perfil bajo y apenas se les ve en actos sociales o benéficos protocolarios, en recepciones en embajadas de otros países, inauguraciones o cumbres internacionales más distendidas, como la reunión informal del Consejo Europeo celebrada en Granada el pasado octubre.

Es cierto que ha habido intentos de otorgar un estatus oficial a la pareja del presidente o la presidenta. En 2017, dispuesto a romper con los moldes políticos, el actual presidente francés, Emmanuel Macron, propuso durante la campaña que le llevó finalmente al Elíseo, darle a su esposa, Brigitte Macron, un papel oficial. 

El caso francés

Sin embargo, tras recibir numerosas críticas, se limitó a difundir un comunicado -una "carta de transparencia", en realidad-  en el que no se creaba "ningún derecho nuevo" para la pareja del presidente (se utiliza la palabra cónyuge y no primera dama), pero en el que se especificaban detalladamente sus labores de representación.

En esta línea, además de acompañar al presidente en viajes oficiales y de encargarse de las recepciones, se le daba la capacidad para "responder a peticiones de los franceses y de personalidades francesas y extranjeras que desean reunirse con ella" y de mantener un "vínculo" con actores de la sociedad civil en los ámbitos de la "discapacidad, la educación, la sanidad, la cultura, la protección de la infancia y la igualdad hombre-mujer".

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En la misiva, no obstante, se señalaba que Brigitte Macron no cobraría salario por ello ni dispondría con un presupuesto propio. De hecho, a pesar de no estar especificado en una norma, la pareja del jefe de Estado galo ya tiene a su disposición a dos consejeros y un guardaespaldas; gastos que se incluyen dentro del presupuesto de la Presidencia.

First Ladies de EEUU

La Constitución de Estados Unidos tampoco aborda cómo las primeras damas del país (unas 45 a lo largo de la historia) deben ejercer su papel. No obstante, a pesar de tener un cargo únicamente ceremonial, las parejas de los presidentes estadounidenses (conocidas como FLOTUS, por las iniciales del título en inglés) han ido ocupando un lugar cada vez más destacado en la vida política y social. En ocasiones, incluso han llegado a representar al presidente en ocasiones oficiales y ceremoniales tanto en el país como en el extranjero. 

Jill Biden con las alpargatas negras de Castañer que son un 'must' en su vestidor.

Jill Biden con las alpargatas negras de Castañer que son un 'must' en su vestidor. Gtres

Así, aunque la First Lady de EEUU no tiene responsabilidades ni funciones públicas oficialmente asignadas, a lo largo de la Historia casi todas las primeras damas han participado en la agenda de sus respectivos maridos. Hillary Clinton, por ejemplo, impulsó de manera activa una reforma sanitaria durante la presidencia de su marido Bill Clinton. Michelle Obama trabajó durante sus ocho años en la Casa Blanca para acabar con la obesidad. Mucho antes, Barbara Bush, mujer de George H. W. Bush impulsó la alfabetización.

La actual primera dama, Jill Biden, se convirtió de hecho en la primera mujer de un presidente de los Estados Unidos que ha seguido trabajando (como profesora) en paralelo a desempeñar su cargo como First Lady of the United States.