Emmanuel Todd, en imagen de archivo

Emmanuel Todd, en imagen de archivo Oestani Wikipedia

Europa

Emmanuel Todd: "La guerra no ha acabado pero Occidente ya no ve posible la victoria de Ucrania"

El historiador que anticipó el colapso de la URSS en 'La caída final' (1976) publica 'La derrota de Occidente', un ensayo polémico y ¿profético?

30 marzo, 2024 03:09

Emmanuel Todd es antropólogo, historiador y ensayista. Francés anglófono, doctorado en Cambridge. Intelectual visionario para unos, pensador escandaloso para otros. "Un rebelde destroy" en sus propias palabras. A su juicio, "La Tercera Guerra Mundial ha comenzado" en Ucrania. Así tituló su penúltimo libro, publicado en Japón, y que superó los cien mil ejemplares. Eso ocurrió en 2022. Ahora ha publicado La défaite de l'Occident (Gallimard).

Esta "derrota de Occidente", superventas en Francia, país pesimista per se, ha sido descalificada por Le Monde. Lo considera "en línea con la propaganda rusa" pero ha sido reseñado en la portada de The New York Times.

La resistencia de Rusia a las sanciones económicas, la incapacidad de los aliados para suministrar munición a Kiev y la soledad ideológica de Occidente son causa, entre otras, de esa derrota occidental en ciernes.

Además de polémico, Todd suele ser calificado de profético desde que supo anticipar el hundimiento de la Unión Soviética en 1976 en su libro La caída final. Especializado en antropología familiar, reparó en el aumento de mortalidad infantil rusa entre 1970 y 1974 y en que el régimen soviético había dejado de publicar esta estadística.

Pues bien, cincuenta años después, este indicador es mayor en los Estados Unidos de Biden (5,4 niños muertos en su primer año de vida por mil habitantes) que en la Rusia de Putin (4,4), datos de 2020 de UNICEF. En los años de Putin en el poder, la tasa de mortalidad infantil ha caído desde un 19 por mil en 2000 hasta esa cifra, no tan lejana a la española (3 por mil).

Así que, si pueden aparcar por un rato sus prejuicios, les voy a relatar los argumentos del historiador francés. Les anticipo que el autor no pone en duda el autoritarismo de Vladimir Putin, pero sí un montón de tópicos sobre Rusia que, a su juicio, no se corresponden con la realidad.

Diez sorpresas de la guerra

Todd enumera diez sorpresas que ha supuesto la guerra de Ucrania. "La primera, es la irrupción de la guerra en Europa, una guerra de verdad, entre dos Estados, un acontecimiento inaudito en un continente que se creía instalado en la paz perpetua".

La segunda, leemos en el prólogo de su último ensayo, es que los adversarios sean EEUU y Rusia. Desde hace más de un decenio, China era señalada en América como su enemigo principal "una hostilidad compartida por demócratas y republicanos, único punto de acuerdo entre ambas formaciones".

Tercera sorpresa, la resistencia militar de Ucrania. Rusia consideraba que Ucrania era un "estado fallido". "Desde su independencia en 1991, Ucrania había perdido unos 11 millones de habitantes por emigración y baja fecundidad, [aunque Kiev no ha actualizado el censo desde 2001] y estaba dominada por oligarcas y con una corrupción rampante". Por eso quizá Putin erró al destinar a la invasión sólo 120.000 soldados cuando el Pacto de Varsovia movilizó medio millón en 1968 para invadir Checoslovaquia, cuyo territorio era la cuarta parte de Ucrania. "Lo que nadie podía prever era que Ucrania iba a encontrar en la guerra su razón de vivir, una justificación de su propia existencia".

Cuarta sorpresa, la resistencia económica de Rusia. "¿Cómo pudimos imaginar que excluirla del Swift [el sistema que regula las transacciones bancarias] iba a poner de rodillas a un país de 17 millones de km2 que dispone de todos los recursos naturales y que, desde 2014, se prepara para resistir a las sanciones?"

Que la economía rusa se había estabilizado en los años de Putin, llegado al poder en 2000, es un hecho. A juicio de Todd, lo prueba la estadística moral. Además de la caída de la mortalidad infantil, Todd aporta otros tres indicadores: la tasa de suicidios ha pasado de 39,1 por cien mil habitantes a 10,7 (2021), la de homicidios de 28,2 a 4,7 por cien mil en 2020 y la de muertes por alcoholismo de 25,6 a 8,4 por cien mil en 2017. En cifras absolutas, en el 2000 murieron en Rusia por estas tres causas 135.238 personas; en 2017, 41.602.

La quinta sorpresa para Todd es que "la UE ha abandonado con rapidez toda veleidad de defender sus propios intereses, rompiendo con su socio energético y comercial ruso (...) Alemania aceptó sin rechistar el sabotaje de los gaseoductos Nord Stream, un acto terrorista perpetrado por su protector americano asociado a Noruega, [según reveló una investigación de Seymour Hersh]... La Francia de Emmanuel Macron se evaporó mientras Polonia se convertía en el principal agente de Washington en la UE".

Así el eje París-Berlín ha sido sustituido por otro pilotado desde Washington: Londres-Varsovia-Kiev. El Reino Unido, fue el primero en enviar a Ucrania misiles de largo alcance y carros de combate. Ese belicismo de Londres (sexta sorpresa) se ha extendido por Escandinavia propiciando la adhesión de Finlandia y Suecia a la OTAN (séptima).

La octava sorpresa es que "la industria militar americana es incapaz de asegurar el aprovisionamiento de obuses de su protegido ucraniano". Para Todd este "fenómeno extraordinario" pone en entredicho una estadística oficial, la del PIB. "Si la víspera de la guerra, los PIB de Rusia y Bielorrusia representaban el 3,3% del PIB occidental (EEUU, Canadá, Europa, Japón y Corea) [cómo es posible] que ese 3,3% sea capaz de producir más armas que el mundo occidental". Todd ve aquí dos problemas: el primero para "el ejército ucraniano que pierde la guerra por falta de medios materiales". El segundo para "la ciencia reina de Occidente, la economía política, cuya falsedad queda así expuesta al mundo".

Todd es radical en esta crítica: "El concepto de PIB está caducado y deberíamos reflexionar sobre la relación con la realidad de la economía política neoliberal." El intelectual francés explicó en Le Figaro por qué sostiene que "el PIB es una medida ficticia de la producción: si le quitas al PIB de EEUU la mitad de los gastos de salud sobre facturados, más la riqueza producida por la actividad de sus abogados, por las cárceles, por una economía de servicios mal definidos que incluyen la 'producción' de sus 20.000 economistas con salarios medios de 120.000 dólares, uno se da cuenta de que una parte del PIB americano es vapor de agua".

En esa entrevista, Todd aportaba una serie de datos sobre variables materiales que explican no sólo la impotencia occidental sino también la capacidad de adaptación rusa. La producción de trigo en EEUU ha pasado de 80 millones de toneladas en 1980 a 40 millones en 2020. La de Rusia ha aumentado de 40 millones en 2014 (año de las primeras sanciones) a 90 millones en 2020.

Otro dato curioso es que Rusia forma un 30% más de ingenieros que EEUU, que cubre este déficit con estudiantes mayoritariamente indios y chinos. "El dilema fundamental de la economía americana es que sólo puede hacer frente a la competencia china importando mano de obra cualificada china".

"Cuando la guerra se alarga y se convierte en una guerra de desgaste -no sólo de recursos humanos sino también materiales- la capacidad de aguante depende de la producción de armas no sofisticadas. Y aquí nos volvemos a encontrar con la globalización y el problema fundamental de Occidente: hemos deslocalizado nuestra actividad industrial en tal proporción que no sabemos si nuestra producción bélica podrá seguir el ritmo. La suerte de la guerra dependerá de la capacidad de producción de armas de ambos sistemas".

Volvemos a la lista de sorpresas. La novena es "la soledad ideológica de Occidente y la ignorancia de su propio aislamiento". Que China no apoyara a la OTAN podía darse por descontado pero el rechazo de India, "la mayor democracia del mundo" a implicarse ha sido una gran decepción. Irán -que "históricamente tuvo a Rusia como enemigo"- se ha convertido rápidamente en proveedor de drones. Turquía, pese a ser miembro de la OTAN, "parece tener una relación cada vez más estrecha con la Rusia de Putin". Todd afirma que "el mundo musulmán considera a Rusia más como a un socio que como a un adversario. Está claro que Arabia Saudí y Rusia gestionan la producción y el precio del petróleo como socios económicos y no como adversarios ideológicos". Además, "la dinámica económica de la guerra ha aumentado la hostilidad del mundo en desarrollo hacia Occidente porque es el que sufre las sanciones".

La última sorpresa de Todd tiene valor de conclusión y "va camino de materializarse: es la derrota de Occidente" . En enero, el intelectual francés fue así de claro en Le Figaro: "La guerra no ha terminado, pero Occidente ha abandonado la ilusión de que una victoria de Ucrania es posible (...); en el plano militar, lo peor para los ucranianos y los occidentales está por llegar: Rusia quiere recuperar el 40% del territorio de Ucrania y un régimen neutralizado en Kiev. (...) Los americanos van a buscar un statu quo que les permita enmascarar su derrota. Rusia no lo aceptará. Son conscientes de su superioridad industrial y militar inmediata y también de su debilidad demográfica". Conclusión: "Los rusos deben abatir a Ucrania y a la OTAN ahora, sin permitir ninguna pausa. No nos hagamos ninguna ilusión. El esfuerzo ruso se va a intensificar".

La caída del protestantismo

Todd sostiene que la derrota de Occidente tiene su raíz en "la desaparición del protestantismo americano". El historiador francés inscribe su libro en la continuidad de La ética protestante y el espíritu del capitalismo de Max Weber. El autor alemán pensaba que el ascenso de Occidente -que a principios del siglo XX coincidía con el del mundo protestante (EEUU, Reino Unido, Prusia y Escandinavia)- se debía, en primer lugar, al alto nivel educativo, la alfabetización universal propiciada por la exigencia de que todo fiel pudiera leer la Biblia. "El miedo a la condena eterna y la necesidad de sentirse elegido por Dios inducían una ética del trabajo y una fuerte moralidad individual y colectiva", resume Todd. Según Weber, el avance educativo y la ética del trabajo tuvieron como consecuencia el progreso económico e industrial.

El reverso era "los peores racismos (anti negro en EEUU o anti judío en Alemania) puesto que el protestantismo renunciaba a la igualdad católica de los hombres", apostilla Todd.

"El hundimiento reciente del protestantismo conlleva el declive intelectual, la desaparición de la ética del trabajo y la avaricia de las masas (cuyo nombre oficial es neoliberalismo). Y así el ascenso de Occidente se ha convertido en caída". Todd niega que su afirmación nazca de la nostalgia o de una crítica moralizadora. "Es una constatación histórica". Además cita un aspecto positivo, el racismo asociado al protestantismo ha decaído simultáneamente y EEUU ha elegido a un presidente negro, Barack Obama.

"El protestantismo anglo americano ha alcanzado el estadio cero de la religión, más allá del estadio zombie. Y producido un agujero negro. En EEUU, en este comienzo del tercer milenio, el miedo al vacío ha mutado en deificación de la nada, en nihilismo". Todd llama estadio zombi de la religión al momento en que la sociedad deja de creer pero subsisten las costumbres y valores de la religión. La gente no va a misa pero bautiza a los hijos y entierra a los muertos. En el estadio cero, el bautismo desaparece y la incineración deviene en práctica generalizada. El matrimonio civil del periodo zombie conserva las características esenciales del matrimonio religioso (un hombre, una mujer, niños que hay que educar). "El matrimonio de personas del mismo sexo, que no tiene ningún sentido para la religión, permite datar el estadio cero de la religión".

¿Modernidad o nihilismo?

Todd se defiende de la acusación de haberse convertido en un reaccionario y afirma que quiere escapar de la emoción y del juicio moral y que se expresa sólo como antropólogo. De hecho, se declara favorable a la visión LGB. "Pero la T, la cuestión trans es otra cosa. Los individuos concernidos deben ser protegidos. Pero la fijación de las clases medias occidentales con esta cuestión ultra minoritaria suscita cuestiones sociológicas e históricas: la idea de que un hombre pueda convertirse en mujer y una mujer, en hombre, es biológicamente imposible, es negar la realidad del mundo y afirmar lo falso. La ideología trans es, para mí, una de las banderas de ese nihilismo que define hoy a Occidente".

"Esto ha reforzado el soft power ruso conservador (anti LGBT). Nuestra modernidad cultural parece una locura al mundo no occidental (...) la Rusia de Putin, moralmente conservadora, es más simpática a los saudíes que, seguramente, no están cómodos con los debates americanos sobre el acceso de las mujeres transgénero (nacidas como hombres) a los aseos de señoras".

La vitriólica crítica de Le Monde censura que Todd no trate, por ejemplo, con el mismo rasero a la religión ortodoxa y su declive sea "mencionado sin ser analizado" cuando el factor religioso es "decisivo en Occidente". "Lo que destruye una civilización aquí, es anodino allá".

En cualquier caso, y en resumen quintaesencial: según Todd, "la derrota de Occidente es una certeza porque Occidente, además de ser atacado por Rusia, se autodestruye".