Vladimir Putin enciende una vela durante el acto de homenaje a las víctimas del atentado en Moscú

Vladimir Putin enciende una vela durante el acto de homenaje a las víctimas del atentado en Moscú Reuters

Europa

El Instituto de la Guerra ve un conflicto a gran escala entre Rusia y la OTAN "antes de lo que se cree"

Putin se está preparando para implantar una "economía de guerra" que lleve a su país a atacar un país de la OTAN en torno a 2026 ó 2027.

25 marzo, 2024 02:34

"Varios indicadores financieros, económicos y militares sugieren que Rusia se está preparando para un conflicto convencional a gran escala con la OTAN; no de forma inminente, pero sí, probablemente, antes de lo que algunos analistas occidentales previeron en su momento". Con este alarmante párrafo iniciaba el Institute for the Study of War su informe del pasado viernes, horas antes del terrible atentado en Moscú, sobre las consecuencias de la reelección de Vladímir Putin como presidente ruso y sus propósitos para este quinto mandato.

Siempre según el ISW, Rusia estaría buscando afianzar su economía a medio-largo plazo, esquivando las sanciones impuestas por la comunidad internacional y fortaleciendo su industria militar mediante el "castigo" a los oligarcas con los que Putin se ha entendido tan bien durante años. El FMI prevé un crecimiento del 2,6% para Rusia en 2024, mayor que el que se verá entre los países del G7. A estas intenciones financieras se le une un discurso populista de exaltación de la patria rusa, del ciudadano de a pie y de los militares como "verdaderos héroes" frente a los que “se encontraron con una fortuna en los años noventa”.

Este crecimiento financiero y el consiguiente incremento en el presupuesto militar hace que varios expertos, entre ellos el presidente de Polonia, Andrzej Duda, den por hecho que Putin se está preparando para implantar una "economía de guerra" que lleve a su país a atacar un país de la OTAN en torno a 2026 o 2027. A su vez, el ejército ruso está sufriendo una serie de cambios burocráticos y organizativos que hacen pensar que su mente no está ya en Ucrania, sino en un conflicto mucho más serio y sostenido en el tiempo.

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Este crecimiento financiero y el consiguiente incremento en el presupuesto militar hace que varios expertos, entre ellos el presidente de Polonia, Andrzej Duda, den por hecho que Putin se está preparando para implantar una "economía de guerra" que lleve a su país a atacar un país de la OTAN en torno a 2026 ó 2027. A su vez, el ejército ruso está sufriendo una serie de cambios burocráticos y organizativos que hacen pensar que su mente no está ya en Ucrania, sino en un conflicto mucho más serio y sostenido en el tiempo.

En ningún caso, hay que dejarlo claro, se afirma que Vladímir Putin esté pensando en un enfrentamiento nuclear, aunque la inferioridad en armas convencionales del ejército ruso es tal que resulta complicado imaginar cómo se puede producir ese ataque y cómo se puede sostener esa guerra a gran escala sin el uso de armas atómicas. De hecho, la idea en sí resulta difícil de entender si tenemos en cuenta los enormes problemas que Rusia sigue teniendo en Ucrania, donde después de dos años solo ha conseguido avanzar en cuatro regiones, dos de las cuales ya controlaba en la práctica desde 2014.

¿Dónde podría empezar el ataque ruso?

La preparación para el conflicto puede tener un fin defensivo (la paranoia de Putin le lleva a ver posibles ataques occidentales detrás de cada esquina, como se está comprobando estos días) o puede esconder el deseo de ampliar sus fronteras para acercarse a lo que fue en su día el imperio ruso o, más recientemente, la Unión Soviética. En ese caso, lo más lógico sería que Rusia pusiera sus miras en las repúblicas bálticas (tiene frontera con Estonia y Letonia, mientras que puede intentar una invasión de Lituania desde Bielorrusia). Tampoco se puede descartar una ofensiva sobre Polonia, también a través de Bielorrusia o incluso sobre Rumanía, si consigue antes apoderarse de Moldavia desde Transnistria.

El problema de este enfoque es que resulta muy previsible. Putin tendría que concentrar muchas tropas y muchos tanques en las fronteras objetivo y eso pondría en alerta inmediata a la comunidad internacional. No estamos en 2014 y no estamos en 2022. De producirse dicho movimiento, teniendo en cuenta que no podría hacerse de la noche a la mañana, la reacción de la OTAN sería inmediata, concentrando a su vez tropas para contestar el primer envite.

Vladímir Putin, durante una reunión con miembros del Consejo de Seguridad.

Vladímir Putin, durante una reunión con miembros del Consejo de Seguridad. Reuters

Aparte, después de las inmensas pérdidas sufridas en Ucrania, y por mucho que se implemente una economía de guerra que dedique recursos del estado a la construcción constante de nuevas armas, el estado actual de la marina y las fuerzas aéreas rusas es demasiado precario como para pensar en un ataque que no requiera de un uso exagerado de la infantería. En ese sentido, hay que recordar que Estados Unidos cifra en más de 300.000 el número de muertos y heridos en la “operación militar especial” que estaba llamada a durar tres días.

Divide y vencerás

El ataque convencional parece, pues, suicida. También lo sería, por definición, el nuclear. Entonces, ¿qué pretende Putin? En primer lugar, hay que tener en cuenta que la ambición del presidente ruso no entiende de semanas ni de meses, sino de años y décadas. Presume de tener toda la paciencia del mundo para completar su misión. Mientras en Occidente puede haber peleas, divisiones, divergencias, rupturas de alianzas, creaciones de unas nuevas… Rusia, bajo Putin, va a permanecer inasequible al desaliento en su empeño imperialista.

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Dicho esto, hay que entender también que buena parte de esas divisiones internas occidentales tienen su origen precisamente en Moscú. En la última década, los servicios de inteligencia rusos han demostrado una pericia notable a la hora de influir en la opinión pública europea e incluso en sus gobiernos (véase Hungría). Incluso la tesis del Kremlin que apunta a Ucrania y a Estados Unidos como autores intelectuales de la masacre del Crocus City Hall (pese a la reivindicación del ISIS y las reconocibles formas yihadistas en el desarrollo del atentado) ha sido ampliamente replicada en redes sociales occidentales, participando así en la escalada de tensión que busca constantemente Putin.

Con todo, la única posibilidad de éxito de Rusia en una guerra convencional contra la OTAN pasa por que Estados Unidos se desvincule del artículo quinto que obliga a todos los países miembros a defender el territorio de los demás aliados. Para ello, cuenta con que Donald Trump gane en noviembre las elecciones presidenciales y decrete dicha desconexión con la que lleva años amenazando.

Sin los americanos de por medio, Putin piensa que Europa caerá sin problemas. No concibe un continente unido y capaz de sacrificarse. Emmanuel Macron ha dejado claro que no piensa acobardarse y que enviará tropas donde haga falta si lo considera necesario. Ahora bien, el mandato de Macron termina en 2027 y, en cualquier caso, ¿será capaz de pasar de las palabras a los hechos? ¿Pondrá en riesgo la vida de miles de jóvenes franceses para proteger, pongamos, Lituania?

"En estado de guerra"

Putin cree que no. Y que no lo hará nadie más. Ni siquiera Gran Bretaña. De ahí sus preparativos y su continua retórica belicista. De nuevo el viernes, la mañana previa al atentado, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, reconocía que, aunque "de iure", Rusia estaba enfrascada tan solo en una operación militar especial, "de facto" el país vivía en un "estado de guerra" por culpa de la ayuda de la OTAN a Ucrania. La propaganda en torno a lo acontecido en el Crocus City Hall no servirá para aliviar esa sensación de amenaza constante que Putin quiere impregnar en la sociedad rusa. Más bien al contrario.

De la capacidad de Europa de defenderse y protegerse de las amenazas sin complejos propios de los años treinta… y del grado de ayuda de Estados Unidos en dicha tarea dependerá que los preparativos de Putin se concreten o no. El autócrata ruso siempre se ha manejado en términos de poder y debilidad. Cuánta más debilidad ve enfrente, más ansia de atacar. Él cree que Europa es, en esencia, débil y decadente. Una civilización enferma de buenismo y dudas. Tenemos una ventana de dos o tres años para demostrarle lo contrario.