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El colapso de Sri Lanka o cómo la agricultura orgánica acabó de hundir a la población en la miseria

Sin medicamentos, gasolina o luz... Los esrilanqueses sufren la malas decisiones del clan Rajapaksa, que han llevado a la bancarota al país.

12 julio, 2022 02:47

"Los próximos meses serán los más difíciles de nuestra vida". El 16 de mayo, el entonces recién nombrado primer ministro de Sri Lanka, Ranil Wickremesinghe, lanzaba esta advertencia. Lo hacía en un tuit donde resumía la crisis económica que ahoga al país en una sencilla ecuación: si los ingresos del Gobierno ascienden a 1,6 billones de rupias y el gasto es de 4 billones, el déficit presupuestario es de 2,4 billones.

"No tengo ninguna intención de ocultar la verdad y mentir al público. Aunque desagradable y aterradora, esta es la situación", continuaba. Y lo cierto es que su profecía ha acabado por cumplirse. Hoy, Wickremensinghe ya no es primer ministro después de que durante el fin de semana decenas de miles de personas salieran a la calle y asaltaran edificios oficiales para exigir su dimisión y la del presidente del país, Gotabaya Rajapaksa, que también ha renunciado

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Las intensas protestas que desde hace unos días sacuden las calles de Colombo la capital son la culminación de meses de descontento popular por una devastadora crisis económica que ha dejado a la población sin alimentos, medicamentos o gasolina. Porque, en efecto, es un momento muy complicado para los esrilanqueses, que señalan al Gobierno como culpable de la recesión económica. Pero ¿cómo ha llegado Sri Lanka a colapsar de esta manera?

Los manifestantes protestan en la Secretaría Presidencial, después de que el presidente Gotabaya Rajapaksa huyera, en Colombo.

Los manifestantes protestan en la Secretaría Presidencial, después de que el presidente Gotabaya Rajapaksa huyera, en Colombo. Reuters

Caída del turismo

La nación insular de 22 millones de habitantes es un reclamo turístico desde 2009, cuando una brutal ofensiva del ejército nacional acabó con la cúpula de la guerrilla de los Tigres de Liberación de la Tierra Tamil y puso fin a una sangrienta guerra civil que duró 26 años y dejó cerca de 100.000 muertos, según las estimaciones de Human Rights Watch.

En apenas una década, el país consiguió convertir el turismo en una de las principales actividades del país. También en una de las mayores fuente de divisas extranjera. Así, en 2019 Sri Lanka alcanzó el estatus de país de ingresos medios altos, de acuerdo con el Banco Mundial.

Ese mismo año una serie de ataques terroristas en iglesias y hoteles de lujo acabaron con la vida de más de 270 personas (algunas de ellas extranjeras) e hirieron a otras 500. Como consecuencia de estos atentados se redujo considerablemente la afluencia de turistas. Luego llegó la pandemia, que dejó totalmente fuera de combate al sector.

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El fracaso de la agricultura orgánica

Son precisamente estos datos los que el Gobierno actual pone sobre la mesa para explicar cómo el país ha llegado a caer en bancarrota. Sin embargo, los problemas económicos hunden sus raíces en la mala gestión del clan familiar de los Rajapaksa, al que pertenece Mahinda Rajapaksa —presidente de 2005 a 2015 y primer ministro de 2019 hasta mayo de este año— y el ahora presidente saliente, Gotabaya Rajapaksa.

Al primero se le atribuye el fin de la guerra civil por medios violentos. Al segundo, las reformas que han hundido a la población en la miseria. Y es que Gotabaya Rajapaksa, exoficial del ejército esrilanqués, fue escogido en 2019 por su característico enfoque militar. Un espíritu que ha trasladado a todas sus políticas, entre ellas el recorte de impuestos nada más llegar al poder y en plena recesión por la caída del turismo.

En abril de 2021, Rajapaksa prohibió la importación y el uso de fertilizantes y pesticidas en todo el país

En 2021 Rajapaksa cometió otro error fatal. En abril decidió que para recuperarse tras la pandemia, que contrajo fuertemente el PIB, lo mejor era convertir el país en la primera nación agrícola completamente orgánica del mundo. Y hacerlo, además, en tiempo récord. Así, el presidente de Sri Lanka prohibió la importación y el uso de fertilizantes y pesticidas en todo el territorio, obligando a los casi 2 millones de agricultores de la isla a volverse orgánicos de la noche a la mañana.

"Crearemos el mecanismo de apoyo para desarrollar marcas internacionales para la exportación de té de alta calidad y otros productos agrícolas para obtener precios más altos", señaló entonces el presidente en su cuenta de Twitter.

El resultado, sin embargo, no fue el esperado. Tras lograr su independencia de Reino Unido en 1948, Sri Lanka apostó por la exportación de cultivos como el té, el caucho o el coco como pilar económico. Con la revolución orgánica de Rajapaksa estos se vieron gravemente afectados, ya que los agricultores no contaban ni con los medios ni con la preparación para cambiar su manera de producir en tan poco tiempo.

Presidente Gotabaya

Presidente Gotabaya

La cultura del endeudamiento

Desde hace meses la situación del país es crítica: hay apagones de energía a diario, escasez de alimentos, medicamentos y carburantes. La inflación roza ya el 55% y el Banco Central del país asegura que podría llegar al 70% en los próximos meses, según la BBC.

Además, los colegios llevan cerrados desde hace semanas, cuando el Gobierno instó a los ciudadanos a trabajar desde casa porque no hay suficiente combustible para garantizar servicios de transporte público como autobuses o trenes, o ambulancias. 

Para intentar frenar el colapso se prohibió durante dos semanas la venta de gasolina y diésel (que tenían ya los precios disparados) para vehículos no esenciales a finales de junio. De esta manera, Sri Lanka se convertía en el primer país en tomar una medida similar desde 1970.

El país acumula una deuda exterior de más de 50.000 millones de dólares


El principal problema es que las autoridades dicen no tener suficientes divisas para comprar más energía. Una situación provocada por la fuerte cultura de endeudamiento que ha caracterizado el Gobierno de los Rajapaksa y que ha llevado al país a acumular una deuda exterior de más de 50.000 millones de dólares. Sobre todo con China, que ha proporcionado préstamos durante años a Sri Lanka para financiar proyectos de desarrollo de infraestructuras.

Debido a sus problemas de liquidez, las autoridades de Sri Lanka llevan semanas negociando para que el Fondo Monetario Internacional (FMI) cree un programa de rescate que le permita restaurar la estabilidad fiscal. Sin embargo, la situación se ha complicado ahora con la renuncia del presidente y el primer ministro, que lleva al Parlamento del país a escoger a un nuevo Gobierno en menos de un mes.