Un vecino de Pozoblanco (Córdoba), durante el reparto con agua en camión cisterna.

Un vecino de Pozoblanco (Córdoba), durante el reparto con agua en camión cisterna. EFE

Andalucía

"Parecía que estábamos en los años 50": así ha sido el año sin agua de 80.000 vecinos de Córdoba

La sequía vació el embalse que les abastecía, y tuvieron que recurrir a camiones cisterna hasta que llegaron las lluvias de Semana Santa.

23 abril, 2024 05:14

En Pozoblanco no acaban de creérselo, pero ya pueden consumir agua del grifo. Un año después de que quedase vetada, regresa la normalidad. "Me estoy enterando por ti", se asombra a este periódico Mamen Ruiz, farmacéutica en Pozoblanco, una de tantas localidades afectadas por el corte de agua, que ha obligado a 80.000 personas a abastecerse con camiones cisterna durante un año.

Su espera ha terminado por sorpresa. Lo anunciaba el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno. "Ya es oficial. La Consejería de Salud y Consumo acaba de certificar la potabilidad del agua almacenada en el pantano de Sierra Boyera", ha comunicado el presidente en redes sociales. Se acaba así una excepcionalidad que se había convertido en costumbre. 

"Parecía que estábamos en los años 50, yendo al camión a por agua", continúa Ruiz. Pozoblanco, otra veintena de municipios y diecinueve aldeas se vieron obligadas a emprender este camino a la plaza central de sus localidades para llenar garrafas en abril de 2023, cuando la sequía dejó sin agua al embalse de Sierra Boyera, que abastece a las comarcas cordobesas del Guadiato y Los Pedroches.

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Creyeron que sería una solución breve mientras el agua llegaba de otros lugares. Tenían motivos para pensarlo: estaba ya funcionando el trasvase desde el cercano embalse de La Colada, activado con unas obras de emergencia adjudicadas en agosto de 2022 en previsión de una sequía que, efectivamente, causaba estragos. 

Un camión cisterna abastece a una localidad afectada.

Un camión cisterna abastece a una localidad afectada. Europa Press

El problema fue que se descubrió que lo que llegaba no era apto para consumo. El agua tenía elevados niveles de carbono orgánico total (COT), reveló un análisis de la Junta de Andalucía; poco después se supo también que en el agua de La Colada, un embalse que hasta entonces solo servía como zona de baño, se habían detectado bacterias, y a ella se habían vertido además restos de plaguicidas y cianobacterias de explotaciones agroganaderas, pero también de aguas residuales sin depurar.

¿Resultado? Los vecinos del norte de Córdoba se encontraron al abrir el grifo con agua "marrón y de olor putrefacto", recuerda Mamen. Lo máximo que pudo depurarse la dejó en color amarillo y, al menos, servible para limpieza del hogar o para el aseo personal, con todos los inconvenientes que podía conllevar.

En busca del camión cisterna

Empezaron entonces los viajes masivos a los supermercados. El agua embotellada era un bien preciado; no se usaba solo para beber, sino para lavar alimentos y cocinar. "Yo ya consumía agua embotellada y no noté mucha diferencia en las cuentas, pero para varias familias que conozco supuso un gasto importante", recuerda.

Varios vecinos de Pozoblanco recargan sus garrafas.

Varios vecinos de Pozoblanco recargan sus garrafas. EFE

La alternativa era acudir a rellenar garrafas con lo que traían los camiones cisterna que desplegó la Empresa Provincial de Aguas de Córdoba (Emproacsa). "Yo llevaba cuatro garrafas de ocho litros y nunca me pusieron problema", cuenta Ruiz, que iba dos veces a la semana.

Juan Antonio Tars cargaba mucho más el coche. "Íbamos una vez a la semana, con 15 o 25 garrafas de cinco u ocho litros cada una", cuenta a EL ESPAÑOL. Aunque en su caso no era para consumo personal sino para abastecimiento del bar Tapeo, donde trabaja. 

Porque la situación era si cabe más acuciante en este tipo de locales. Ellos requerían agua para todo: desde lavar alimentos a hacer cafés. A la hostelería y a personas mayores también llegaban entregas de agua de Protección Civil, y poco a poco todos se fueron habituando a la escena.

"Aunque seguía siendo un trastorno, claro. Ahora ya es alivio grande sobre todo por no tener que moverme cada semana a buscar agua", explica.

Nelson al rescate

La aparente rutina en la que se instalaron estos 80.000 vecinos se resquebrajó en Semana Santa. La borrasca Nelson los tuvo mirando al cielo y confiando por primera vez en meses en que su situación podría normalizarse.

"Veíamos que llovía más y más y estábamos muy pendiente del pantano. Igual mi jefe estaba preocupado porque vendía menos, pero nosotros estábamos esperando eso", explica Tars.

Crecida del Guadalquivir a su paso por Córdoba a consecuencia de la borrasca Nelson.

Crecida del Guadalquivir a su paso por Córdoba a consecuencia de la borrasca Nelson. EFE

Situación similar en el entorno de Ruiz, aunque se confiesa más prudente. "La verdad es que creíamos que tendría que llover más meses hasta que se llenase el pantano, pero ya estábamos viendo cambios en los últimos días", recuerda.

Por ejemplo, desde hace una semana "el agua sale de otro color y tiene otro olor". Aunque no se ha dado luz verde para el consumo hasta hoy.

Euforia en la Junta

El regreso del agua ha sido recibido con auténtica euforia por parte de la Administración. El delegado del Gobierno andaluz en Córdoba, Adolfo Molina, ha explicado que tras las lluvias de Semana Santa se ha analizado "al menos dos veces al día" el agua del nuevamente lleno embalse de Sierra Boyera.

Los varios controles realizados desde entonces no han acabado. Aunque sea ya potable, hay obligación de proceder a realizar un seguimiento semanal, al menos durante cuatro semanas, en cinco redes de distribución representativas de la Zona de Abastecimiento Norte. Pero lo peor ha pasado ya.