Santi Villas: adicto a las cremas, perfumes de lujo y casado con Marc Giró, el hombre de su vida
Cuando JALEOS se puso en contacto con él, no puso nada de interés: "Lo mejor es que me hagas el obituario, te costará menos".
12 mayo, 2021 03:13Noticias relacionadas
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En el noveno capítulo de la docuserie Rocío, contar la verdad para seguir viva apareció un nuevo comentarista en el debate, Santi Villas (50 años), vinculando a Telecinco desde hace 15 años. Su marido, Marc Giró (46), dijo que se apeaba. ¿Cómo es Santi Villas en la intimidad?
Cuando JALEOS se puso en contacto con él, no puso nada de interés: "Lo mejor es que me hagas el obituario, te costará menos". Para entenderle hay que remontarse a sus orígenes en Fraga, Huesca, donde su padre se dedicaba a la agricultura y su madre a la fotografía. Sin embargo, la figura de la abuela fue primordial. En su casa construyó, siendo adolescente, una especie de aparato de radio que ya indicaba sus intenciones.
Su llegada a la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universitat Autònoma de Barcelona en 1989 no pasó desapercibida. Llamaban la atención sus ademanes histriónicos, sus gestos afeminados y sus carcajadas, pero en cuanto bajaba la guardia, afloraban su inteligencia, la intuición, la astucia y la picardía.
Su capacidad para pensar en imágenes le hizo sobresalir en la asignatura de televisión y su verborrea cautivó en las prácticas de radio. Fue muy hábil haciendo pellas porque cuando se matriculaba, cada año solapaba varias asignaturas en el mismo horario para no tener que subir a la universidad cada día.
El bar era el centro neurálgico para sus tropelías junto a la pandilla. Era el lugar indicado para que, con su gracejo y su eminente vena cotilla, se enterase de la vida de los demás. Y allí comentaba lo poco que le gustaba el campo mientras su progenitor les proveía de melones, melocotones, peras, tomates y otros manjares naturales. Pero en cuando a lo íntimo, ni mu.
En cuanto salía el tema de los amores desviaba el tema de conversación. A las chicas les daba dos besos y les cogía del brazo para desearles suerte en sus prácticas televisivas -era como Hermida, periodista a quien más admira, con sus chicas-, correteaba por los pasillos hasta patinar para conseguir las fotocopias de los apuntes y siempre se arrimó a la sombra que mejor le cobijaba.
La llegada de su hermana Thais (46), un clon de Santi en lo físico y mental, le produjo un gran sosiego porque siempre ha sido su gran confidente. Ella fue la única persona en la que podía depositar sus sueños y anhelos debido a una inseguridad innata camuflada entre risas y comentarios ocurrentes. Al igual que él, se instaló en Madrid para triunfar, como lo está haciendo al lado El Gran Wyoming (65) en El Intermedio, pero viaja cada semana a Barcelona porque ahí viven su marido, el presentador de TV3 Òscar Dalmau (47), y sus dos hijos.
Santi era especial. Con sus pros y sus contras. Era querible. Pero con el tiempo, alguien le dijo en una ocasión: "Santi, tú no tienes amigos, tienes público". Se quedó ojiplático. Pero sabía muy bien lo que tenía que hacer. Poco a poco, los vientos de agua diluyeron casi todos aquellos nombres que tanto le aportaron en la universidad porque quería empezar sin carga en Madrid. Su ambición catódica hizo que descargara la mochila de gente que no le iba a aportar gran cosa.
Su anhelo era el triunfo. Una de las grandes influencias en su vida ha sido su madre, clave en la estetización del mundo que se ha creado porque fue fotógrafa profesional. Ella le enseñó a posar y a mirar a cámara. La Xuxa, como le llamaban algunos de los compañeros de su hijo, se encargaba de hacerle todas las fotos para sus documentos oficiales, de ahí que siempre apareciera inmaculadamente peinado, maquillado e iluminado. Su vida ha sido un deambular constante entre el mito de Narciso y El retrato de Dorian Gray.
Su obsesión por la belleza se tradujo en innumerables compras de cosméticos, fragancias y ropa de marca de alta gama que sabía combinar con acierto. Entrar en su habitación de aquel piso compartido con una decena de estudiantes en el centro de Barcelona era como un oasis para cualquier modelo. La promoción de 1994 tuvo una buena cosecha de talentos, como el locutor y presentador Manel Fuentes (50) o la dramaturga y periodista Alejandra Alloza.
Celoso de su privacidad, tan solo Marc se ha atrevido a arrojar algo de luz sobre su vida en común en una entrevista en Elnacional.cat: "Mi marido, mi compañero, mi amigo, mi amante, aquello que hacen las folclóricas: 'Lo es todo para mí’ (…) posiblemente no tendría la vida que tengo ahora si no lo hubiera conocido a él, ¿sabes? A menudo, que tu vida sea una mierda o brillante, depende de la persona que tengas al lado y yo con Santi Villas tengo la vida que quiero tener, una vida feliz", Se conocieron en 1998 mientras trabajaron con Jordi González (58) en el programa Les mil i una… y surgió el amor.
Desde entonces, viven a caballo entre Madrid y Barcelona. Gracias al buen ojo clínico de Jordi González, Santiago Ramón Villas Aribau tiene una envidiable trayectoria periodística en radio y televisión, en espacios tan conocidos como El programa de Ana Rosa, El Intermedio, Cuatro al día con Joaquín Prat (46) y un sinfín de apariciones en TV3 y RAC1. Cuando una periodista le preguntó recientemente sin cuál de los cinco sentidos podría vivir, contestó de forma resolutiva: "El tacto". Y dio en el clavo.
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