Opinión

La reina de la charca

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Había una vez una marquesa consorte que hizo del coche oficial su morada antes de cumplir los treinta años, sin que ello le impidiera algún divertido juego con su vehículo particular, perseguida por agentes municipales demasiado estrictos con las normas para su parcial sentido del humor y “chelismo”.

Ella se hizo experta en moquetas, desde las de la vieja sede municipal de la Plaza de la Villa, a las del consejo de ministros, fue castiza presidenta del Senado y desahució a su íntimo enemigo, Alberto, del kilómetro cero de todos los caminos que surcan España.

Lo quiso todo, tanto, que compartió accidente de helicóptero con quien terminó ungido del poder por vía digital, pero una rana apareció en su camino, luego dos, varias más después…¡eran decenas!: Arturo González Panero, Alberto Bosch, Guillermo Ortega, Ginés López, Jesús Sepúlveda, Carlos Clemente Aguado, Isabel Gallego, Benjamín Martín Vasco, Lucía Figar, Salvador Victoria, Beltrán Gutiérrez, Alberto López Viejo, etc… hasta descubrir que sus dos personas de máxima confianza también lo eran, Francisco Granados e Ignacio González, ¿cómo era posible?, ella quiso correr, huir, pero las ranas seguían pegadas a su cuerpo, porque ella misma era “la reina de la charca”.