La vida útil de nuestras toallas varía de un hogar a otro dependiendo del uso y los cuidados que les demos a diario. Con el tiempo, estas pueden volverse rígidas, perdiedo esa suavidad y tacto esponjoso que tanto nos gustaron de ellas cuando las cogimos por primera vez en la tienda.

Una toalla áspera puede convertir el momento posterior a la ducha en una experiencia verdaderamente incómoda. Tampoco queremos que nuestros invitados la utilicen, lo que hace que acabemos comprando nuevos juegos de baño cada poco tiempo, con el gasto añadido que eso supone en la factura de la compra.

El inconveniente de estos elementos de uso habitual es que en muchas ocasiones no sabemos lavarlas bien. Con el paso del tiempo, las toallas pierden su capacidad de absorción y van desgastándose. Si las fibras están demasiado deterioradas, es imposible dejarlas como nuevas. No obstante, este proceso puede ralentizarse si sabemos cómo realizar un mantenimiento adecuado. 

Es cierto que los productos de limpieza convencionales suelen ser seguros cuando se utilizan con moderación. Sin embargo, debido a su alto contenido de sustancias químicas, contaminan el medio ambiente y pueden irritar a las pieles sensibles. Por no hablar, claro está, de que no todos los jabones y suavizantes funcionan bien en este tipo de textiles.

En este sentido, existen fórmulas naturales de limpieza de esas que ya utilizaban nuestros antepasados mucho antes de que empezáramos a hablar de trucos virales— que permiten quitar el aspecto envejecido y el mal olor de las toallas sin tener que hacer grandes esfuerzos ni recurrir a productos innecesarios.

La fórmula perfecta

El vinagre es un gran aliado para suavizar toallas. Hay varias formas de utilizarlo, pero la más habitual es añadirlo en un barreño con agua fría y limón. Mezcla los tres ingredientes, sumerge las toallas y déjalo actuar por unos 30 minutos. Después, tendrás que enjuagar con agua fría y poner a lavar las toallas con normalidad.

Utilizar vinagre tiene múltiples ventajas, ya que, además de desinfectar, también fija los colores, desodoriza y suaviza. Es un potenciador natural del olor del jabón, pero para hacer que este sea agradable es importante que evites el vinagre común de vino, y que lo uses de manzana o, a ser posible, un vinagre específico de limpieza. Seguramente ya lo tengas en casa, pero, si no, te supondrá un gasto importante con respecto a cualquier otro limpiador químico. 

Además de la opción antes mencionada, otra algo más cómoda (sobre todo si no disponemos de mucho tiempo en el hogar) es colocar el vinagre en los cajetines de la lavadora para que haga su efecto durante el proceso de lavado.

Lo mejor es utilizarlo en sustitución del suavizante, ya que este producto, pese a su nombre, hace que tus toallas no sequeden y queden con un tacto extraño. Además, el suavizante provoca que las toallas queden con olores debido a la acumulación de humedades y residuos que no se eliminan en la colada. 

Para ampliar los efectos de este truco puedes añadir un poco de percarbonato o de bicarbonato en el cajón del detergente. Así contribuyes a blanquear el tejido, eliminando manchas del uso habitual. Además quitarás los olores que puedan haber acumulado tus toallas.

Es conveniente que las toallas se puedan mover fácilmente para que se limpien adecuadamente. Por eso, es mejor lavarlas solas y sin poner una carga excesiva en la lavadora. Hazlo con agua fría y con poco jabón para evitar que se apelmacen las fibras. Por último, aplica siempre detergentes suaves (para prendas delicadas, por ejemplo) que impidan la transferencia de color.

Si quieres darle una nueva vida a las toallas de tu hogar, estas recomendaciones pueden ser de gran utilidad y no requieren más del par de minutos que tardes en poner la lavadora. En cualquier caso, ten en cuenta que el agua de la zona influye mucho en cómo quedarán las toallas tras la colada. Si vives en una zona en la que el agua tiene mucha cal, puedes añadir un poco de antical al detergente para mejorar el aspecto de tus textiles.