Londres

'Final Fantasy VII' empieza como termina, con la cara de Aeris. Al tiempo que suenan las sencillas (y emotivas) notas de la canción Lifestream, el juego muestra a la florista rodeada de partículas que parecen una manifestación de la corriente vital, la energía del planeta. Que el inicio y la conclusión sean paralelos tiene mucho sentido con lo que la obra quiere transmitir: la idea del ciclo de la vida.

"La idea de la corriente vital surgió a partir de una experiencia personal de Hironobu Sakaguchi, quien perdió a un familiar cercano. Esto le llevó a reflexionar sobre el destino de la energía vital después de la muerte y sobre grandes preguntas existenciales". Así lo cuenta Yoshinori Kitase, director de aquel juego, en una entrevista exclusiva con EL ESPAÑOL y Vandal, hablando de 'Final Fantasy VII Rebirth', la segunda entrega de la trilogía de 'remakes' de esta mítica obra.

Por la sección de la trama que trata esta secuela, tendrá estos elementos vitales como parte fundamental del argumento. 27 años después de publicarse el juego original, esta entrega aterriza en PlayStation 5 el próximo 29 de febrero para traer un juego adelantado a su tiempo a la actualidad.

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Según lo que el juego expone sobre la corriente vital todo tiene un principio y un final. Después de la muerte llega la unión al planeta devolviendo la energía al lugar de donde se originó. Y tras ello es el turno de la reencarnación en otra forma de vida.

La obra de Squaresoft (ahora Square Enix) es un ejemplo de cómo los videojuegos pueden tratar temas profundos y complejos. Porque, como obra artística, se originó en la intención de su creador de expresar aquello que sentía. En este caso, Sakaguchi, creador de la saga, quiso reflejar sus emociones en un periodo de luto.

Actualizando las creencias vitales

Este periódico ya ha podido jugarlo durante varias horas y hablar con sus responsables, que cuentan lo que supuso en su momento crear una filosofía (incluso religión para algunos) que explorase un concepto como el de la vida y la muerte y conectar así con los jugadores. Este dogma ficticio ha pasado por una revisión para adaptarse a los videojuegos de hoy en día.

Según detalla, en el futuro esta serie de 'remakes' expandirá estas diferencias que ya muestran en 'Rebirth': "Algunos creen firmemente en el ciclo de vida, mientras que otros tienen opiniones divergentes. Esta variedad de opiniones agrega una capa de interés a la trama, mostrando que no a todos en el mundo de Final Fantasy VII les convence esa idea".

Kitase explica en profundidad cómo surgió la corriente vital y cómo la implementaron en el juego. Sakaguchi había empezado a preguntarse "a dónde va la energía vital de las personas cuando mueren".

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Y empezó a pensar en las grandes cuestiones de la vida de manera diferente. Tras ello quisieron "mostrar" en su siguiente juego "esa idea del ciclo de la vida" y de que "el espíritu" sigue adelante. Crearon el fenómeno que hizo "surgir" a Final Fantasy VII.

El productor de los 'remakes' recuerda que fue su trabajo "trasladar eso al mundo" del juego. Y más allá, empezó a ser importante en toda la saga e incluso en la película que lanzaron, 'Final Fantasy: The Spirits Within'. "Esa película manejaba un concepto muy similar", afirma. Por su parte, en las entregas actuales exponen, con más profundidad, "lo mismo", ya que se tema de un asunto "atemporal".

Del budismo al cristianismo

El ciclo de la corriente vital está influenciado por varias filosofías y creencias de diferentes culturas y tradiciones religiosas. Como ejemplo, el budismo, con el renacimiento conocido como 'samsara', que también aparece en el hinduismo. 

Filosofías contemporáneas modernas también tienen su reflejo en cómo el juego aborda un pensamiento eco-espiritual. Estas doctrinas enfatizan la interconexión de todas las formas de vida y la necesidad de respetar y preservar el equilibrio natural del mundo. Es algo fácilmente relacionable con la lucha contra el cambio climático.

Concretamente, en Final Fantasy VII la corriente vital también representa la importancia de proteger y preservar el medio ambiente. Shinra, una compañía eléctrica, absorbe la energía del planeta para, presuntamente, facilitar la vida de la gente. La realidad es que, con esta empresa que controla gobiernos, el juego dibuja un retrato del capitalismo. Shinra cuenta de hecho con un directivo llamado Heidegger que recuerda al filósofo alemán que estudió temas como el de la tecnología y los recursos.

Durante las horas que EL ESPAÑOL pudo jugar, llamó mucho la atención lo vivo que parecía todo. Desde las ciudades, con su gente bailando, jugando, hablando o comerciando, hasta su mundo abierto, lleno de plantas y puntos geográficos que muestran un planeta bello pese a las dificultades que afronta. Es algo trascendental para acompañar al mensaje general de la historia.

Llama la atención el nombre escogido para esta segunda entrega: 'Rebirth', que se traduce por renacimiento. Es especialmente llamativo considerando que durante el juego original un personaje clave muere, sacrificándose por la humanidad mientras reza para proteger el planeta.

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Mucho se habló durante años de las posibilidades para resucitar a ese personaje, algo que no era posible, ya que el juego quería hacer sentir la muerte. Su generosidad, no obstante, crea un vínculo con otra religión: el cristianismo.

Ahora, con la historia abierta tras los sucesos de Final Fantasy VII Remake, todo podría cambiar. La pregunta es: ¿será el renacimiento también una resurrección? O, quizás, y como estos remakes y esta secuela, sea el momento de una Segunda Venida.

Yoshinori Kitase y Naoki Hamaguchi, productor y director de 'Final Fantasy VII Rebirth'.