Narbona es la ciudad romana más antigua de Francia y la quinta ciudad del país en el siglo XIV, solo detrás de París, Lyon, Burdeos y Toulouse. También fue la sede de la archidiócesis desde el siglo VIII hasta el XVIII. Fue el arzobispo de Narbona quien creó la rivalidad que todavía hoy se puede apreciar con su vecina Carcasona debido a la persecución a los cátaros que apoyó.

Fue después de la Revolución Francesa cuando Carcasona obtuvo el distintivo de capital del nuevo departamento de Aude, a pesar de que Narbona hubiera sido históricamente más importante, también llevándose la mayor parte de los turistas. A pesar de ser menos visitada que su vecina, Narbona tiene importantes lugares de interés que no se pueden perder.

En su casco histórico existen vestigios de su pasado romano, tales como las galerías subterráneas que se remontan al siglo I a.C., la Via Domitia, la primera calzada romana construida en la Galia o la impresionante colección de frescos de Clos de la Lombarde que se pueden visitar en el Museo Arqueológico.

También se puede apreciar entre sus calles su identidad medieval en edificios como el Palacio de los Arzobispos, que es el segundo más importante de Francia después del de Aviñón, y la Catedral de San Justo y San Pastor, de estilo gótico septentrional.

La ciudad Histórico-Artística de Narbona fue la residencia de los reyes visigodos y una ciudad archiepiscopal, con más de 2.500 años de antigüedad y que cuenta en su centro con dos edificios declarados Monumento Histórico, ambos ya mencionados: la Catedral de San Justo y San Pastor y el Palacio de los Arzobispos. La catedral está inacabada pero conserva el coro gótico más alto del sur de Francia. En la capilla axial hay un retablo de piedra policromada que data del siglo XIV. Por su parte, en la sala del Tesoro se muestra una rica colección de piezas de orfebrería, tapices y objetos litúrgicos.

El palacio de los Arzobispos es la sede del Ayuntamiento, el Museo de Arte y el Museo Arqueológico. Una actividad imprescindible para realizar en él es recorrer las diferentes partes que lo componen: el palacio viejo de origen romano, el torreón Gille Aycelin, el palacio nuevo de estilo gótico y las torres de San Marcial y de la Magdalena.

Una de las visitas más peculiares en Narbona es al Horreum, las galerías subterráneas que datan del siglo I a.C. y que utilizaron los romanos como almacenes debido a su cercanía con el antiguo mercado. Además, en ella se encuentran algunos restos de lápidas romanas.

Un gran potencial con el que cuenta Narbona es su repertorio de museos. Destaca el Museo Arqueológico con una gran colección de pinturas romanas; el Museo Histórico-Artístico con colecciones de bella arte y artes decorativas; el Museo Lapidario en la Iglesia de Nuestra Señora de Lamourguier; y la Casa natal de Charle Trenet, conocido mundialmente como el ‘cantante loco’.

Narbona no solo destaca por su potencial histórico y arquitectónico, sino que también lo hace por su ambiente animado: siempre hay gente paseando y tomando algo en las terrazas. Una de las zonas más animadas es la del Canal de La Robine con el cours Mirabeau y la promenade Les Barques. A lo largo de esta zona se extienden muchas terrazas y los jueves y domingos por las mañanas se celebra un mercado. El puente de los mercantes es otro rincón especial de la ciudad: ofrece una fabulosas vistas del puente flanqueado por los edificios, asemejándose al Ponte Vecchio de Florencia, pero sin los arcos.

Pero no hay que olvidarse de su potencial gastronómico. En su mercado de abastos, Les Halles, se ofrece una gran variedad de productos típicos de la tierra, como las exquisitas aceitunas Lucques, el marisco o la miel. Este mercado cubierto de estilo Baltard es uno de los más conocidos del Languedoc-Rosussillon y del sur de Francia.

En Narbona se encuentra el Buffet más famoso de Francia, Les Grands Buffets, un restaurante único, con una oferta de gran calidad que han reconocido hasta chefs con estrellas Michelin. En él se podrán saborear seis variedades de foie gras de un artesano de Occitania, ostras de Montpellier, más de cuarenta variedades de quesos… No se puede olvidar degustar el vino de la región.

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