Ronda aparece “enriscada en la sierra, como una prolongación natural del paisaje”, tal y como la definió Juan Goytisolo. Desde su atalaya rocosa, la ciudad malagueña contempla la Sierra de las Nieves y la gaditana de Grazalema. Fue íbera, romana, musulmana y cristiana, desde el siglo XV, pero fueron los árabes los que la dotaron de esplendor.

Su muralla la convirtió en ciudad inexpugnable de Al-Ándalus. Sus casitas blancas asoman al gran Tajo que divide en dos el casco urbano. Un desfiladero de más de cien metros de profundidad horadado por el río Guadalevín y que, desde hace más de 200 años, queda salvado por el fotogénico Puente Nuevo. El icono de la Serranía de Ronda.

El mirador de la Alameda del Tajo

Cerca del Puente, al borde de la cornisa del Tajo, se encuentra un precioso paseo arbolado creado en el siglo XIX. Avenidas repletas de árboles y diferentes especies botánicas conducen hasta el mismísimo borde del abismo. Una impresionante balconada se asoma a la Sierra de Ronda y permite contemplar las construcciones que parecen colgar del barranco.

La Ronda árabe

Casi 800 años de dominación musulmana dejaron su huella en Ronda. La ciudad conserva paños de muralla y entradas como la puerta de Almocábar (Al-maqabir o puerta del cementerio). Es la puerta principal de entrada a la ciudad y está custodiada por dos torres defensivas semicirculares. En las murallas de la Albacara, otras dos puertas se abren a la antigua medina. La puerta del Molino daba acceso a los molinos de harina y aceite, y la del Viento servía para acceder a los huertos y cultivos.

Los Baños Árabes de Ronda son los mejor conservados de la Península Ibérica. Fueron construidos en el siglo XIII junto al Arroyo de las Culebras que los abastecía de agua a través de un sistema de norias. Se mantienen las conducciones y parte de las calderas, y también las salas de baño de agua fría, templada y caliente. La sala central es la más grande y consta de varias zonas divididas por columnas de ladrillo rematadas con arcos de herradura. La cubierta se cierra con bóvedas de cañón que se abren al cielo con preciosos tragaluces en forma de estrella.

El agua es uno de los elementos fundamentales en la cultura árabe. La Casa del rey Moro oculta un curioso secreto vinculado al preciado líquido. El palacio fue construido en el siglo XIV y perteneció a un rey taifa conocido por su crueldad. Los hermosos jardines cuentan con canalizaciones de agua, diferentes especies botánicas, preciosas terrazas que se asoman al barranco y su gran secreto, el acceso a La Mina de Agua.

Una compleja obra de ingeniería construida aprovechando una grieta natural oculta en la pared del Tajo. Una larga escalera abovedada labrada en la roca, con más de doscientos escalones, desciende hasta el río Guadalevín. Desde el lecho del río los cautivos cristianos, encadenados, se encargaban de manejar la noria y subir el agua que abastecía a la ciudad.

Plazas, palacios y museos

Patio árabe y arquitectura renacentista en el Palacio Mondragón, construido en el siglo XIV. Azulejos, ladrillos, molduras y arcos decoran el patio que se asoma al Tajo, sus frescos jardines acercan a los visitantes a las estancias palaciegas. El Salón noble sorprende con un magnífico artesonado mudéjar y el Museo Municipal, que se aloja en el edificio, muestra piezas y hallazgos arqueológicos realizados en la comarca, como ejemplos de tumbas romanas y árabes.

Una de las plazas más bellas de la ciudad es la Plaza de la Duquesa de Parcent. El Ayuntamiento y la Iglesia Mayor de Santa Ana se ocupan de embellecerla aún más. El templo se presenta, en el exterior, con una mezcla de estilo renacentista y gótico, en el interior se añade el barroco. Las terrazas de bares y restaurantes esperan en la Plaza del Socorro.

El Museo del Bandolero

Fotos, documentos, anécdotas e historia de bandoleros. Un repaso por la vida de hombres violentos y generosos, que adoptaron como base de operaciones la Serranía de Ronda y se escondieron por las sierras andaluzas. Aquellos bandoleros que robaban a los ricos para ayudar a los pobres, y que las leyendas convirtieron en héroes románticos. Contrabandistas, bandidos, criminales, justicieros, algunos cantaores de flamenco y toreros.

La Plaza de Toros

Es una de las más antiguas de España. Está considerada la cuna de la tauromaquia. Fue construida a finales del siglo XVIII y comparte época y arquitecto con el Puente Nuevo. En el siglo XVI, Felipe II fundó La Real Maestranza de Caballería de Ronda. Los ejercicios ecuestres incluían juegos de destreza con toros. En el siglo XVIII surgen los toreros a pie. Las pinturas de Goya reflejan los trajes vinculados a los festejos taurinos. Las Corridas Goyescas de Ronda conservan ese atuendo de majas con mantilla y toreros con fajín y redecilla.

Más información en: infoviajes.contacto@gmail.com