Belfast, la capital de Irlanda del Norte, fue uno de los lugares más olvidados durante las últimas décadas del siglo XX por ser uno de los más golpeados en los diversos conflictos entre sus dos principales comunidades, republicanos y unionistas. Hoy, Belfast es una ciudad pequeña donde se respira un aire de convivencia pacífica y se presenta como un lugar moderno y con importante actividad cultural.

Jardín Botánico de Belfast.

Su imagen tradicional de ser un destino que tenía como principal atractivo el turismo político y de conflicto se está reconvirtiendo y está pasando a ser un destino cultural, además de servir de puerta de entrada para conocer los atractivos naturales de los condados del Norte de Irlanda, como la Calzada del Gigante.

Belfast sigue presentando grandes diferencias entre sus barrios y zonas, cada uno de ellos con un perfil de residentes muy definido y concreto. El centro de la ciudad es el corazón comercial e institucional y es donde se encuentran los principales edificios de interés, como el gran edificio del Ayuntamiento o la Catedral de Santa Ana.

Belfast.

La calle que parte frente a la fachada del Ayuntamiento, conocida como calle Donegall, concentra la mayor parte de la vida comercial de la ciudad. La zona del oeste de la ciudad está ocupada, principalmente, por los residentes de la comunidad republicana, partidarios de la unión con la República de Irlanda; en cambio, la zona este es prácticamente una zona unionista.

Una de las actividades más populares en Belfast es recorrer la ruta de los murales. Los taxis negros hacen el tour de los murales por el oeste de Belfast y el conductor se para en los puntos más importantes de la zona para contar las historias que los rodea. Se trata de un recorrido de aproximadamente una hora, y es una actividad espectacular para aprender la historia y la importancia de varios puntos destacados de la ciudad. El oeste de Belfast es posiblemente el mejor lugar para ver los murales, ya que se encuentran algunas zonas unionistas y republicanas separadas por muy poca distancia. Se puede empezar por cualquier zona, pero los dos lugares principales son Shankill Road y Falls Road.

Parlamento de Stormont.

En Shankill Road se encuentran famosos murales con símbolos, banderas y personajes relacionados el Reino Unido y las bandas armadas unionistas. Es especialmente llamativo el mural en el que un encapuchado apunta a los paseantes con un arma que, con el efecto óptico, parece que está apuntando directamente a quien lo está contemplando. En Falls Road, probablemente el mural más famoso sea el dedicado a Bobby Sands, parlamentario y preso del IRA que murió en una huelga de hambre.

Belfast también es mundialmente conocida por ser la ciudad donde se diseñó y construyó el Titanic, concretamente en los astilleros Harland & Wolff. Alrededor del astillero se ha creado toda una zona dedicada al trasatlántico que se hundió en el Atlántico en 1912 en el momento de su inauguración. Titanic Belfast es el principal de los edificios y se trata de un centro interactivo dedicado íntegramente a todo lo relacionado con el barco, su construcción y el accidente que causó su hundimiento.

Titanic Belfast.

El edificio del Parlamento de Stormont, sede del principal órgano legislativo de Irlanda del Norte, es otra de las edificaciones merecedoras de una visita. Además, en su zona se encuentran fabulosos pubs tradicionales para descansar y relajarse tomando una pinta de cerveza. Entre estos pubs destaca el Kelly’s Cellars, donde se pone música tradicional durante los fines de semana.

Pasando a los parajes más naturales de la ciudad, en el entorno natural de Cave Hill se sitúa el Castillo de Belfast, desde donde se ofrecen unas vistas espectaculares de la ciudad. A unos 100 kilómetros de la capital se sitúa una de las principales atracciones turísticas de Irlanda y muchos de los turistas que visitan esta ciudad aprovechan un día para ir a contemplarlo.

Castillo de Belfast.

Se trata de la Calzada del Gigante, un paraje natural costero especialmente llamativo por los restos de la actividad volcánica que tuvo lugar en la zona aproximadamente hace unos 60 millones de años. Esta actividad ha dejado en nuestros días miles de curiosas columnas hexagonales de basalto que llegan a alcanzar los 12 metros de altura y que se extienden por más de 17 kilómetros en la costa. Aunque el origen volcánico ha sido identificado por los científicos, en la zona existe la leyenda de que las columnas fueron obra de un gigante local, que las utilizó para llegar hasta Escocia y vencer a otro rival.

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