Benín es un país africano completamente desconocido por el turismo, pero guarda un importante potencial, tanto natural como cultural. En el sur del país se encuentran sorprendentes e interesantes ciudades flotantes en los lagos y estuarios de esa zona.

También es un país que sorprende por su gran variedad étnica, ya que hay tres grandes zonas tribales: en el centro suroeste se encuentra la región de los fon, en el este fronterizo con Nigeria se encuentra la zona yoruba y el norte está dominado por fularis musulmanes y pueblos sudaneses animistas.

Su historia está marcada por el comercio de esclavos, de ahí que la costa suroeste de Benín se conozca como "la Costa de los Esclavos". También es considerado como cuna del vudú, y desde 1992 es la capital mundial del Festival Internacional del Vudú, que cada año se celebra el 10 de enero.

Resalta por ser escenario de rodaje de la película Adú, siendo este largometraje su primer rodaje internacional: Adú está inspirada en millones de historias reales en torno al drama de la inmigración y que se recoge en solo tres, que aunque parezcan historias independientes, sus destinos están condenados a cruzarse por un tema central que las une.

Recorrer los diferentes pueblos y ciudades que se extienden por Benín, conociendo la vida cotidiana de los locales es una de las actividades más evocadoras y fructíferas que se pueden hacer en el país. Ganvié, conocido como la “Venecia de África”, es un pueblo lacustre del sur del país, donde se puede experimentar completamente el modo de vida tan particular de sus habitantes. Es un pueblo de pescadores que se alza sobre una laguna y la mejor opción para desplazarse es en pinaza, o lancha.

El lago Ahémé, situado al suroeste de Benín, es un lugar donde se detiene el tiempo y el gran protagonista es la naturaleza. Disfrutar de un recorrido en piragua por el lago permitirá adentrarse por completo en la naturaleza y también, contemplar la calurosa y educada acogida de los lugareños.

En torno al lago se encuentran varios pueblos, como Possotomé, un lugar ideal para establecer el refugio y disfrutar de la conexión con la naturaleza, en una absoluta calma y tranquilidad. Alrededor del lago también se encuentran pequeñas playas desiertas y apacibles, en las que reina la armonía.

Para realizar uno de los mejores safaris del país hay que llegar al Parque Nacional de Pendjari, situado en Atakora, al noroeste del país. Está calificado como reserva de la biosfera por la Unesco y ofrece a los turistas la observación y el encuentro con múltiples animales, como elefantes, leones, guepardos, hipopótamos, búfalos, cocodrilos o monos, entre otros muchos. Otro remanso de paz y tranquilidad son las cataratas de Kota, donde se encuentran la tranquilidad, la frescura y el aire puro con la exuberante vegetación que las rodea.

Abomey es la capital histórica del antiguo reino de Dahomey, en la que sus palacios de los reyes y el culto vudú están calificados como patrimonio mundial. Es una ciudad histórica, testigo de lo que algún día fue, por eso es conveniente dedicar varios días para conocer sus entresijos pero, sobre todo, sus palacios de tierra roja, ocre y ladrillo, y decorados con coloridos bajorrelieves en los que se representan los diversos símbolos de los reyes de la dinastía de Dahomey.

Por su parte, Porto Novo es la capital administrativa del país y destacan su mezquita, la antigua iglesia de estilo brasileño, el museo etnográfico y el museo Da Silva. Además, a las afueras, el río Ouémé ofrece una bella vista. Al igual que la playa de Sémé-Kpodji, una playa desierta ideal para desconectar del bullicio que caracteriza a la ciudad.

La capital económica de Benín es Cotonou, una ciudad llena de gente, pero también rebosante de cultura. Es una ciudad que impresiona por su enjambre de motocicletas, el ruido del tráfico incesante y la agitación constante de sus calles. El mercado internacional de Dantokpa es inmenso y está repleto de gente. En él se pueden encontrar productos procedentes de todas las regiones de Benín, pero en la ciudad también destacan museos, centros culturales, talleres como el Taller Nómada, y numerosos festivales a lo largo de todo el año. Cotonou está situada a orillas del mar, por lo que es ideal para alejarse del bullicio y darse un baño y descansar en la arena.

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