La región italiana de Puglia está situada en el “tacón de la bota”, entre los montes Apeninos y el mar Adriático. Las provincias que forman Puglia son: Bari, Barletta-Andria-Trani, Brindisi, Foggia, Lecce y Tarento, y todas ellas destacan por las fantásticas playas y un mar de color muy azul, pero también por su cultura ancestral y su belleza arquitectónica.

Puglia es una región con grandes recuerdos de la historia: durante muchos años fue tierra de frontera, de conquista y centro de poder, de ahí los castillos y torres que divisan la amenaza proveniente del mar. Su riqueza se puede apreciar en los ostentosos palacios nobiliarios y los pueblos señoriales. También se pueden encontrar restos prehistóricos, yacimientos de las civilizaciones griegas y romanas, edificios típicos del Renacimiento y el Barroco… Por todo ello es una gran región para cultivar los conocimientos culturales e históricos.

Es una región amplia pero hay unos puntos clave que son de visita obligada:

Bari es la capital de Puglia, una ciudad en una posición estratégica que fue aprovechada por todos los pueblos mediterráneos. Visitar la Basílica de San Nicolás, la Catedral de San Sabino y la Fortaleza de los Suevos del siglo XII es importante, pero también conviene perderse un rato caminando por sus calles, por el centro y por el paseo marítimo.

En el corazón del Valle d’Itria se descubre el pueblo de Alberobello con sus singulares casas, con paredes blancas y redondas y tejados cónicos que forman un paisaje urbanístico declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, al igual que el castillo de Castel del Monte, con torres octogonales con un patrón muy peculiar que fue la residencia de Federico II, rey de Nápoles y Sicilia. En el mismo valle se encuentra uno de los pueblos más bonitos de Italia: Locorotondo, conocido por sus casas blancas y el vino.

En Gargano se puede disfrutar del parque nacional y el mar cristalino de la playa de Vieste y las islas Tremiti. Se trata de un pueblo de origen medieval que sigue conservando sus características intactas, con sus callejones y las casas blancas decoradas con flores que asoman en el balcón con vistas al mar Adriático. Para disfrutar profundamente de las playas blancas no puede faltar la visita a Salento.

La ciudad barroca por excelencia es Lecce, una de las más bellas del sur de Italia. La iglesia de Santo Croce es la máxima expresión del movimiento, pero por toda la ciudad se pueden encontrar palacios e iglesias impresionantes. Por su parte, Ostuni es la ciudad blanca por excelencia: sus casas del centro histórico pintadas con cal blanca y con pequeños detalles destacan entre el verde de los campos y el azul del mar. Está situada sobre una colina y rodeada de antiguas murallas, albergando en su interior edificios e iglesias de gran valor, además de numerosos bares y restaurantes entre sus callejuelas.

Es imprescindible también llegar al “finibus terrae”, donde se acaba la tierra y se unen los mares Adriático y Jónico. Allí, el Faro de Santa María de Leuca, en torno a la Basílica Santuario del mismo nombre, ilumina las oscuras noches. Para ver las cuevas más importantes de Puglia hay que viajar hasta Castellana Grotte, a unos 40 kilómetros de Bari. Su centro histórico medieval es impresionante, pero su principal atractivo son las Cuevas de Castellana, donde se puede disfrutar de dos itinerarios: uno de 1 kilómetro y otro de 3.

Hay que visitar también la playa más famosa de Puglia y una de las más fotografiadas de Italia, Lama Monachile. Se encuentra en la localidad de Polignano a Mare, donde su centro histórico, situado al borde del acantilado, se asoma al mar regalando unas vistas panorámicas fascinantes. Es la ciudad donde nació Domenico Modugno, autor de la famosa canción “Volare”.

Para ir terminado el recorrido, no puede faltar la visita a Trani, la denominada Perla del sur. Con su catedral románica a orillas del mar, su colorido puerto pesquero y el elegante centro histórico hacen de esta ciudad una maravilla. Tampoco se puede culminar el viaje sin probar los manjares de la gastronomía italiana: pizzas, pasta, lasaña, risottos, bistecca, focaccia, ñoquis… Sin olvidar los postres, como el Tiramisú o la Panna cotta.