Son centro habitual de turistas y objetivo de estudiosos. Porque visitar los museos es aprender, entender ciertos momentos de la historia, del pensamiento y las civilizaciones. Recorrer esos modernos templos de sabiduría y belleza supone asombrarse ante objetos, creaciones y, a veces, hermosas locuras de genios sin fecha de caducidad.

Louvre

Viajar a París y no visitar el Louvre sería como estar en Egipto y no ver las pirámides.

El Louvre fue fortaleza defensiva en época medieval, palacio del Rey Sol y Academia de Artes y Ciencias hasta que, en 1981, François Mitterrand (Presidente de la República francesa) anunció su remodelación y la puesta en marcha de un proyecto faraónico.

Una gran pirámide de cristal, rodeada de juegos de agua, inauguraba la nueva etapa del Gran Louvre. Simbólicamente, o no, su acceso se abrió en 1989 coincidiendo con el bicentenario de la Revolución Francesa. Dicen, que el nuevo símbolo de Francia tiene las proporciones exactas de la pirámide de Keops. Curiosamente, el museo contiene una gran colección de antigüedades egipcias y el Obelisco de la Plaza de la Concordia se encuentra muy cerca, en la prolongación del Jardín de las Tullerías.

Espacio dentro de la pirámide del Louvre.

Espacio dentro de la pirámide del Louvre.

Bellas artes, arqueología y artes decorativas lo convierten en el museo más visitado del mundo. Pero, sin duda, sus atractivos más reconocibles son La Mona Lisa de Leonardo da Vinci, la Victoria de Samotracia y la Venus de Milo.

Museos Vaticanos

El Estado más pequeño e influyente del mundo posee colecciones de arte únicas, de valor incalculable. La pinacoteca, con las salas de Rafael o Leonardo; el museo Pío-Clementino con las esculturas del Laocoonte y el Apolo de Belvedere; la fascinante Galería de los Mapas Geográficos, con un techo en el que predomina el dorado y del que resulta difícil apartar la vista; el Chiaramonti con casi mil esculturas antiguas; o los apartamentos de Papas como los Borgia, con estancias rebosantes de belleza y simbolismo.

Pero, la visita ineludible nos lleva a la capilla más famosa del mundo, la Capilla Sixtina. La obra más grandiosa de Miguel Ángel va mucho más allá del impresionante techo, puesto que trabajó detalladamente cada uno de los elementos que la conforman. El cierre de la visita a los Museos Vaticanos se convierte en un lujo durante el descenso por su hermosa e inconfundible escalera helicoidal.

Impresionante vista del Museo Vaticano.

Impresionante vista del Museo Vaticano.

Museo del Prado

Es el tercer edificio de la Colina de Las Ciencias. El Jardín Botánico y el Real Observatorio Astronómico completan el conjunto creado por el arquitecto predilecto de Carlos III, Juan de Villanueva. En el siglo XVIII, las ideas de la Ilustración impregnaban la creación de estas instituciones científicas. El museo nacía, de hecho, como Real Gabinete de Historia Natural. Fueron Fernando VII y su segunda esposa, Isabel de Braganza, quienes inauguraron el edificio neoclásico como museo, en 1819.

La pasión por el coleccionismo de la realeza española es responsable de gran cantidad de las obras maestras que exhibe el Prado. Durante siglos, reyes y reinas hicieron acopio de piezas de arte hasta reunir una de las mayores recopilaciones pictóricas de la historia. Las Meninas de Velázquez, Los fusilamientos del 3 de mayo de Goya y lienzos de los grandes artistas del Siglo de Oro como Ribera, Zurbarán y Murillo tienen su espacio en el Prado. A los genios españoles se unen obras de El Greco como su Caballero de la mano en el pecho o los lienzos de Rubens, Tiziano y el Bosco. Es el Museo más importante del mundo en pintura europea.

Vista general del Museo del Prado.

Vista general del Museo del Prado.

British Museum

El edificio de corte neoclásico construido a mediados el siglo XIX alberga, nada menos que, ocho millones de objetos. La sede actual fue construida ante la imposibilidad de conseguir espacio suficiente en su primer alojamiento.

Cien años atrás, la Mansión Montagu albergaba una colección de ochenta mil piezas reunidas por Sir Hans Sloane. Libros, manuscritos, cuadros de Durero y antigüedades de Grecia, Roma, Egipto, Oriente y América dieron origen al primer museo. Después, llegaron momias, armaduras, estatuas y valiosos objetos que forman parte de la historia del mundo. Huesos prehistóricos, pedazos del Partenón, estancias de palacios asirios y exquisitas alhajas de oro.

Pero la pieza clave y verdadera joya del museo británico es la Piedra Rosetta, tallada en el año 196 antes de Cristo. El hallazgo de esta pieza hizo posible la traducción de la mayoría de los símbolos del antiguo Egipto. Los británicos cuentan con la mejor colección del mundo de antigüedades egipcias, fuera del país de los faraones.

Fachada y acceso principal al British Museum.

Fachada y acceso principal al British Museum.