Algunos nacieron como forma de defensa en tiempos de guerra, otros fueron una forma de expresar el poder de los grandes nobles. El Viejo Continente está salpicado de bellos castillos. Han sido mudos testigos de intrigas políticas o bien majestuosos edificios reconvertidos en hoteles de lujo.

Los castillos tienen el poder de convocar antiguas leyendas y trasladarnos a épocas remotas en las que tradicionalmente la necesidad de defenderse impulsaba su construcción; conviene precisar qué se entiende por castillo y en qué se diferencia de otras magníficas construcciones como los palacios.

La definición del castillo atiende a una serie de requisitos: es una construcción ubicada en alto, rodeado de un foso y protegido por grandes muros. En ocasiones cuenta con un patio de armas y con alguna torre, además, en Europa solían ser propiedades de grandes nobles que, en caso de conflicto, permitían a sus vasallos protegerse tras sus robustos muros.

Desde las rutas por el Valle del Loira a los antiguos castillos de Irlanda o Centroeuropa, el continente tiene grandes joyas medievales o decimonónicas. Estos son algunas de las más emblemáticos.

Portugal: Castillo da Pena

Ubicado en la ciudad de Sintra, es un castillo diferente al resto de los europeos que aquí mostramos, muy pintoresco y colorido, ofrece un maravilloso paseo por sus jardines. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1995. El interior del castillo es majestuso, amplísimo, con techos muy altos y ventanales enormes. El comedor de la Familia Real y el parque-jardín botánico nos dejarán asombrados tanto por su belleza como por su amplitud.

España: Alcázar de Segovia

Su forma recuerda a la proa de un barco, y es uno de los castillos palaciegos más emblemático del país; fue residencia habitual de los reyes y nobles durante la Edad Media: Nadie mejor para explicar lo que es el Alcázar que Ricardo de Cáceres, arqueólogo responsable de las excavaciones que se producen al entorno del Alcázar de Segovia desde 2014: “Hay potencial para hablar de una ocupación desde el II milenio antes de Cristo. Lo más interesante es que es una ocupación continuada en el tiempo, marcada por un uso primordialmente defensivo, de manera que se puede afirmar que es una de las fortalezas en uso -pues sigue siendo fortaleza militar- más viejas del mundo”.

Francia: Chambord y Chenonceau

El de Chambord es de una envergadura tal, que abruma al recién llegado. Nace de la desmesura de Francisco I, que al cumplir 25 años quiere dejar testimonio de sus dos pasiones: la arquitectura y la caza. Por eso, dentro de un denso bosque surge esta joya arquitectónica.

Fue construido al inicio del Renacimiento y tuvo en Leonardo da Vinci a su “arquitecto oficial”, aunque moriría meses antes de comenzar las obras. Todo un coloso de piedra con una armonía geométrica fuera de lo común. Durante siglos fue un habitual “obsequio real” a diversas personalidades, incluso Napoleón lo regaló a uno de sus mariscales. Hoy es el más grande de los castillos del Loira y uno de los más reconocidos.

El de Chenonceau es conocido como el castillo de las mujeres porque su historia siempre estuvo ligada a las damas de la corte francesa. Es el castillo más visitado por los turistas que recorren toda esta ruta de castillos. El castillo de Chenonceaux es de estilo renacentista, construido sobre el río Cher, por Thomas Bohier y data del siglo XVI, posee unos preciosos jardines y parques.

Alemania: Neuschwanstein

Este castillo ostenta el honor de ser el más visitado de Baviera, con un millón y medio de visitantes cada año, y no es de extrañar pues es una joya enmarcada en un entorno natural único, los Alpes bávaros; de hecho, el castillo de la Bella Durmiente se inspiró en éste. A pesar de que parece un clásico castillo medieval, fue construido en el siglo XIX. Forma parte del Patrimonio Mundial de La Humanidad, y es conocido también como “el castillo del rey loco” en clara mención a la claridad mental del Rey Ludwig, quien sólo vivió en él once días.

Dinamarca: Egeskov

Ya sólo su entorno es un placer para los sentidos: un lago limpio y grande será la antesala idónea para lo que nos espera en el interior del castillo cuya fachada nos engaña un poco con su aspecto “aladrillado”. Como curiosidad cabe resaltar que el castillo y su entorno son de propiedad privada por la familia Ahlefeldt-Laurvig-Bille. Es una buena opción para toda la familia pues ofrece zona de juegos tradicionales e incluso la posibilidad de adentrarse en un laberinto.

República Checa: Praga

El de Praga es el castillo medieval más antiguo del mundo, con su origen datado en el siglo XI. Desde el exterior no consigues hacerte una idea de la estructura y dimensiones del interior. El Palacio Real y la Catedral son los lugares más visitados para quienes visitan Praga, y aunque hay que esperar una larga cola, merece la pena ver su impresionante y sobrecogedor interior.