
Plaza del Ayuntamiento de Valencia. Europa Press
València está recuperando el pulso de sus plazas. Con paso firme, responsabilidad y una visión clara, estamos avanzando hacia una ciudad más habitable, más verde y más cercana a las personas.
La remodelación de la plaza del Ayuntamiento -el corazón simbólico, social y físico de València- marca un antes y un después en nuestra manera de entender el urbanismo: al servicio de los ciudadanos, sin perder de vista ni el rigor presupuestario ni la calidad técnica, y, sobre todo, con la ambición de dignificar espacios y lograr una plaza emblemática, moderna, europea y que esté a la altura de la segunda ciudad de España.
La transformación de esta plaza emblemática se abordará en fases, escuchando a vecinos, comerciantes, expertos en movilidad y urbanismo, y respetando la identidad y el carácter de un espacio que pertenece a todos. Porque gobernar también es saber escuchar, y planificar desde la participación y el consenso.
La prioridad de la alcaldesa María José Catalá es clara: convertir este espacio en un punto de encuentro vivo, amable y accesible para las familias, donde confluyan el transporte público eficiente, el comercio de proximidad, la vida social y el disfrute ciudadano.
No se trata de hacer grandes obras para la foto, ni de imponer una visión ideológica del espacio urbano. Se trata, sencillamente, de hacer ciudad.
De devolverle la dignidad a una plaza que fue convertida por el anterior gobierno de Ribó en una explanada de hormigón, una especie de circuito Mario Kart sin sombras, sin alma, más preocupado por el gesto simbólico que por la funcionalidad real.
Plantaron maceteros donde hacían falta árboles, y apartaron el transporte público del centro de la ciudad.
Por eso, una de las primeras decisiones que tomamos fue revertir esa desconexión y devolver las líneas de la EMT a su sitio natural: el corazón de la ciudad.
Porque alejar el transporte público del centro no es peatonalizar, es marginar a miles de usuarios que necesitan un acceso directo, cómodo y seguro. La movilidad sostenible no puede construirse a espaldas de la realidad social.
El segundo paso ha sido planificar con rigor, de la mano de arquitectos de prestigio que garantizan la viabilidad, solvencia y belleza del proyecto. Porque dignificar no es improvisar: es dotar a los espacios de la ciudad de coherencia, calidad y funcionalidad.
Algo de lo que no puede presumir el anterior gobierno municipal ya que en apenas 800 metros que separan la plaza de San Agustín, la plaza de la Reina, la plaza del Patriarca y la plaza del Ayuntamiento hay 16 tipos de macetas diferentes, y ocho tipos de farolas. Eso no es pensar en el peatón ni en embellecer los espacios de una ciudad moderna y europea.
Por tanto, el esfuerzo de transformación no se limita a la plaza del Ayuntamiento. Va más allá. Abarca también otros espacios clave como la plaza de San Agustín, la avenida del Oeste o la calle San Vicente Mártir.
En total, una actuación sobre más de 32.000 metros cuadrados de superficie urbana que, una vez transformada, duplicará el espacio peatonal disponible y añadirá 285 nuevos árboles. Árboles que, junto con los ya existentes, proporcionarán sombra y calidad ambiental a casi 14.000 metros cuadrados de aceras y paseos.
Esta actuación integral incluye zonas verdes, parterres ajardinados, bancos, fuentes, carriles bici, una conexión fluida con el transporte público y una reordenación pensada para acoger nuestras tradiciones: fallas, mercadillos, actos cívicos y vida cotidiana. En definitiva, una ciudad que respira mejor, camina mejor y vive mejor.
Estamos ganando espacio para las personas. Estamos haciendo una València donde el coche cede protagonismo a los árboles; donde las aceras se ensanchan para los peatones; donde el centro deja de ser una zona de paso para convertirse en un lugar de encuentro, de vida y de identidad.
Una València que cuida sus plazas porque entiende que los espacios públicos no son solo decorado, sino escenarios de comunidad, convivencia y ciudadanía.
Este modelo de ciudad no es una declaración de intenciones, es una realidad que ya está en marcha. Es un compromiso firme de la alcaldesa María José Catalá que se materializa proyecto a proyecto, calle a calle, plaza a plaza.
Porque creemos en una València que no solo mire al mar, sino también a sus plazas. Que no se conforme con menos, sino que aspire a lo mejor para su gente. Esa es la Valencia que queremos y por la que estamos trabajando.