Marta Gil, con la que será pronto su hija adoptiva. EE
Marta acogió a una tutelada con síndrome de Down y creó una ONG para acompañarles tras los 18: "Son los grandes olvidados"
Ante la incertidumbre de los menores que abandonan los centros de acogida y se quedan sin apoyo familiar e institucional, la joven fundó Brother for life.
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La historia de Marta conmueve. Está a punto de ser madre adoptiva de Lola (pseudónimo que escribe este diario para proteger a la pequeña), una menor tutelada con síndrome de Down, de tres años.
Pero todo se remonta tiempo atrás. La conexión entre las dos fue inminente. Marta Gil era voluntaria en Mamás en Acción, una asociación que acompaña a niños hospitalizados que se encuentran en situaciones vulnerables.
La pequeña tenía entonces tres meses y se encontraba a la espera de una operación de corazón. A la joven le extrañó que no hubiese familias de acogida disponibles en ese momento. "Normalmente los niños recién nacidos encuentran hogar enseguida. La situación de la bebé era de urgencia", recuerda.
"'No hay familias para acogerla', me comunicó la coordinadora. Terrible. Estaba sola", lamenta.
Desde la entidad se envía un aviso con datos básicos de los menores y los voluntarios marcan su disponibilidad horaria para atenderlos. En el caso de Lola, había que acompañarla 24 horas "por tiempo indefinido".
En otro orden de cosas, Gil explica a EL ESPAÑOL que pudo obtener un permiso especial para que la pequeña pudiese pasar las navidades junto a ella: "Se me encogía el alma de pensar que pudiera quedarse sola en el hospital".
Finalmente, un 5 de enero de 2022 pasó por quirófano y un mes más tarde recibió el alta hospitalaria. Ante un futuro incierto para la menor, Marta no dudó en ofrecerse para acogerla.
"Lo habitual es que tú te inscribas para ser familia de acogida y cuando hay un niño disponible que lo necesita, te llaman", dice.
Sin embargo, por urgencia y por la falta de un hogar para la niña, la Conselleria de Servicios Sociales hizo una excepción. Tras pasar por las valoraciones y requisitos necesarios, la joven pudo proporcionarle una casa a la bebé.
"El proceso para poder acoger a un menor es complicado", señala; e indica que el objetivo es que pueda volver con su familia biológica. "La otra opción es que pase al proceso de adopción", asegura.
"Tú cumples tu función mientras el niño lo necesita. Siempre te lo recalcan mucho. Por eso hay distintos tipos de acogimiento: uno que es de urgencia hasta los seis meses; el temporal, hasta los 2 años; y por último el permanente, hasta la mayoría de edad", detalla Gil.
Marta y Lola, en un viaje. Cedida
Según informa la Generalitat Valenciana, la inscripción en el Registro de Familias Acogedoras de las personas declaradas aptas se realiza de oficio por la dirección territorial con competencia en materia de protección de la infancia y la adolescencia en la que tenga su domicilio la persona física o familia declarada apta.
Podrán ofrecerse para acoger las personas mayores de edad residentes en la Comunitat Valenciana, tal y como indica el artículo 24.1 del Decreto 35/2021, mediante la presentación del modelo normalizado disponible en los servicios de atención primaria de los ayuntamientos y en las direcciones territoriales competentes en materia de protección de la infancia y la adolescencia.
Tampoco puede evitar mostrar cierta tristeza al hablar de la que considera "una dura realidad"; la de los perfiles que menos opciones tienen para ser seleccionados.
"Desgraciadamente, los niños con discapacidad, los que tienen enfermedades, los adolescentes o aquellos que forman parte de grupos de hermanos casi nunca son seleccionados por las familias que desean acoger o adoptar", afirma, compungida.
Mamá adoptiva
Marta y Lola tienen un vínculo especial desde que la valenciana optó por cuidar a la pequeña en el hospital. Pronto, será su hija adoptiva oficialmente.
Cuando Lola cumplió dos años, se decidió que pasaría a una medida "más estable"; la de la adopción. No había familias disponibles para adoptar a una niña de sus características y Marta se ofreció entonces para iniciar el procedimiento.
Marta y Lola, madre e hija en adopción. Cedida
La voluntaria de Mamás en Acción denuncia que el sistema prima la burocracia y la elección del adulto al bien del menor: "Hay dos listas separadas; la de la acogida y la de la adopción. Yo he tenido mucha suerte, pero hay veces que el niño cambia de familia. Y el derecho a tener un hijo no existe, es una elección".
A día de hoy se encuentra en el paso legal previo, la "guarda con fines de adopción". Es el momento en el que la administración pública delega la guarda de un menor declarado en situación de desamparo a personas que son declaradas idóneas y que consienten en adoptar.
Desamparados a los 18
En todo este tiempo, algo le removió por dentro. Marta se dio cuenta de que había una realidad en Valencia "totalmente desconocida" para ella y decidió tomar acción: acompañar a los niños tutelados que se encuentran desamparados. "Son los grandes olvidados del sistema", clama.
Ante la incertidumbre de los menores que abandonan los centros de acogida y se quedan sin apoyo familiar e institucional, la joven fundó Brother for life con varios amigos que ya habían tenido experiencia en atención a personas vulnerables.
Son un grupo de voluntarios con ocupaciones muy dispares entre sí, entre ellos, educadores sociales, psicólogos, maestros, terapeutas, médicos, abogados, pero con una misma vocación: ayudar y acompañar a estos jóvenes cuando cumplen 18 años.
La intención también es que personas extuteladas se integren en la asociación y presten su ayuda en un futuro a los que vienen por detrás.
Voluntarios de CaixaBank colaboran en la puesta a punto del nuevo piso de emancipación y refuerzan el proyecto con una ayuda económica. Brother for life
La valenciana señala que, tras cumplir la mayoría de edad, el 10% se ven obligados a vivir en la calle y el 82% se encuentran en situación de desempleo.
Para muchos, además, volver con su familia biológica supone regresar a un entorno hostil de adicciones o hasta prostitución. Desde la entidad se les intenta orientar en su vida adulta.
Marta relata que muchos no saben ni cocinar, pero gracias a Brother for life tienen a su disposición una vivienda comunitaria, así como un mentor que realiza un seguimiento de cada joven, becas de estudio y de ayuda psicológica y hasta ayuda en inserción laboral, entre muchas otras iniciativas.