El presidente Donald Trump ha vuelto a generar controversia tras un “agresivo” discurso pronunciado ante mandos y fuerzas militares en la base de Quantico, Virginia, el pasado 30 de septiembre. En su intervención, cargada de ataques y llamados inusuales, habló de una “plaga interna”, llamó a los “gobernadores demócratas estúpidos” y planteó que el Ejército debe defender a la nación del “enemigo interno”, palabras que han sido calificadas como alarmantes por diversos analistas y medios internacionales.
Una intervención marcada por desvíos y obsesiones personales
Durante los primeros compases de su discurso, Trump sorprendió a la cúpula militar con un repertorio de temas que poco tenían que ver con el motivo de la convocatoria. Según El Mundo, los altos mandos habían dejado sus puestos en distintas partes del mundo sin tener claro el propósito de la reunión, y se encontraron con un repaso de obsesiones habituales del presidente.
Habló de economía, de sus litigios en el Tribunal Supremo, de por qué considera que Joe Biden fue un mal mandatario e incluso de cuestiones tan particulares como el cambio de nombre del Golfo de México.
En un discurso cargado de divagaciones, Trump también presumió de haber detenido siete guerras, relató su relación con Vladimir Putin y volvió a exponer su idea de que los aranceles son el eje de su política económica. Hubo espacio para referencias a Oriente Próximo, a su frustración por no haber ganado el Premio Nobel de la Paz y a quejas contra la corrección política y la falta de meritocracia.
Según El Mundo, los asistentes escucharon en completo silencio durante más de dos horas, entre mensajes dispersos y frases que mezclaban triunfos personales con agravios políticos.
El giro hacia un tono mucho más sombrío
La parte más delicada de la intervención llegó después, cuando Trump pasó de las divagaciones a un mensaje de alto voltaje político y militar. De acuerdo con El Mundo, habló de una “plaga interna” que estaría amenazando a Estados Unidos y apuntó directamente a la “izquierda lunática” y a los “gobernadores demócratas estúpidos” como responsables de esa supuesta decadencia.
En ese mismo marco, animó a los generales a “defender al país del enemigo interno”, evocando figuras históricas como George Washington o Abraham Lincoln para legitimar sus palabras.
El tono se endureció aún más cuando, según recogieron medios como Politico y CBS News, mencionó que había firmado una orden ejecutiva para capacitar una fuerza de reacción rápida capaz de sofocar disturbios civiles, insistiendo en que las ciudades más conflictivas podían usarse como campo de entrenamiento para el Ejército. Incluso amenazó con intervenir directamente en Chicago, a la que calificó de “ciudad enorme con un gobernador incompetente, un gobernador estúpido”.
Para analistas citados por El Mundo, estas declaraciones representan una escalada en el intento de Trump de convertir a las fuerzas armadas en herramienta contra la disidencia interna. El lenguaje, los ataques personales y el marco ideológico que presentó fueron interpretados como un esfuerzo por consolidar una narrativa de “guerra interna” que inquieta a expertos en democracia y seguridad nacional.
Un cierre con implicaciones políticas y militares
El discurso de Trump en Quantico marca un hito controversial en su retórica, ya que mezcla insultos directos hacia los gobernadores demócratas con un llamado a las fuerzas armadas para actuar contra un supuesto “enemigo interno”.
De acuerdo con Politico y El Mundo, sus palabras no solo refuerzan la narrativa de polarización política, sino que también abren un debate profundo sobre los límites del poder presidencial y el papel del Ejército en la vida civil del país.
