La fábrica de pasta de Vigo que ofrece un sabor puramente argentino y que es todo un éxito
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La fábrica de pasta de Vigo que ofrece un sabor puramente argentino y que es todo un éxito
Su propietario, Martín Presumido, ha elegido la zona de Rosalía de Castro y un local "maldito" para llevar adelante un proyecto que es resultado de "mucha experiencia, fracasos, aciertos y desaciertos"
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"Nos desbordó el éxito". Así de claro lo expresa Martín Presumido, el propietario de Peperina, un restaurante diferente que lleva abierto en Vigo desde hace aproximadamente 3 meses y que ofrece, principalmente, pasta y pizza al estilo argentino.
Precisamente, desde Argentina llegó Martín a Galicia. De padre panadero, se crió en la panadería-confitería y, tras introducirse en el mundo del comercio, se mudó a A Coruña. Lo hizo fichado por Inditex como director comercial para el hemisferio sur de la rama de hombre; pero tras 18 años, lo dejó para arrancar con su propio negocio.
Peperina.
Este fue Mamá Chicó, un modelo de negocio importado de su país que, en un inicio, vendía pasta casera. "En Argentina tenemos fábricas de pasta, en Bueno Aires es un negocio que está por todos lados: compras la pasta fresca al kilo, te la llevas a casa y la echas en agua hirviendo", simplifica Martín al explicar a Treintayseis en qué consiste.
A pesar de abrir varios locales en A Coruña, Vigo y Madrid, ninguno llegó a obtener el éxito del primero que montó en la calle Picavía, en la Plaza de Lugo de A Coruña. "En el resto, digamos que sobreviví; ahora los estoy transformando", matiza.
Una "segunda oportunidad"
Peperina.
Mamá Chicó era la idea originaria que decidió poner en marcha con el objetivo de lograr una expansión por toda España y trasladar esas fábricas de pasta que son tan populares en Argentina; pero no lo logró. Así, con la mochila de errores, aciertos y los quilates de la experiencia, se dio una "segunda oportunidad"; tenía un nombre: Peperina.
"Los españoles nunca van a ir a por la pasta a un sitio para luego echarla a hervir en su casa; así que pensé, si no lo hacen ellos, se lo hago yo", resume Martín. Pero Peperina no es un restaurante de pasta "al uso". "Normalmente, en cualquier restaurante al entrar ves una barra, las botellas de licor, las mesas, sillas, un camarero... En Peperina ves una fábrica: primero, una amasadora; después, una bolsa de harina. Quiero que pienses 'en esta fábrica voy a comer yo'", desarrolla el argentino con gran locuacidad.
La primera abrió en A Coruña, en la calle Rosalía de Castro. "Fue un éxito arrollador, funciona muy bien y solo abrimos hace 8 meses", asegura Martín, que lo iguala a lo que fue Mamá Chicó hace 12 años en la ciudad herculina.
Pero Vigo "lo tenía entre ceja y ceja". En mayo comenzó la búsqueda de locales y dio con uno. Quiere la casualidad que también sea en Rosalía de Castro, en este caso en la esquina con Canceleiro, pero no se acaba ahí. En los últimos años, el local elegido no ha logrado arraigo, ni con La Leyenda ni con el Kamado Asian Food, perteneciente al grupo leonés Sibuya; se puede hablar de un local "maldito".
Peperina.
"Me avisaron, sí, pero me daba risa no, lo siguiente", remarca el argentino, que recuerda que en A Coruña también ocupó otro local "maldito", tras dos aventuras que no fructificaron. "No le vas a echar la culpa a cuatro paredes frías", dice entre risas y ejemplifica: "No te gusta los bombones de licor, la culpa no es de la caja".
Superando al buque insignia
Lo cierto es que con Vigo, el éxito fue todavía más arrollador: en agosto superó en venta al Mamá Chicó de la Plaza de Lugo, que es el buque insignia. "Soy optimista, pero no me imaginaba ese éxito", aclara, y pone el foco en el equipo con el que trabaja desde hace años en la ciudad olívica. "Este equipo está por encima de todo", sentencia, y destaca al encargado del local, Rubén, y a Adriana, encargada de la cocina, en quienes deposita su confianza, teniendo en cuenta que él vive en Madrid.
Y ¿qué es Peperina? Martín responde rápido: "Una fábrica de pasta, un obrador abierto con mesas, sillas, baños y servicio de restauración, no es muy protocolario, es un restaurante fácil y barato". De hecho, un plato de pasta cuesta menos de 6 euros; a ese precio, se le añade el de la salsa, que son caseras y hay de varios precios; no es lo mismo una carbonara tradicional que una salsa de tomate.
"No escatimo, pero por eso cobro a 4 euros la salsa carbonara. Esa salsa es cara, pero la salsa de tomate casero, bien hecha, que es un curro, está a 1,90. Es decir, por 8 euros te comes un plato de pasta caserísimo", razona.
También ofrece pizzas argentinas, que se diferencian de las italianas en que se hacen en molde, por lo que la masa sube, y con un queso que logró gracias a otro argentino que tiene una fábrica en Ourense, después de sufrir la "frustración de no poder hacer el queso como en la calle Corrientes".
Martín ratifica que lo ha logrado, lo que le da a la pizza un sabor muy especial: 400 gramos de queso mozzarella, por los 100 gramos que suele llevar una pizza napolitana. "Quiero que el argentino que se siente a comer, sepa que es argentina", sentencia.
¿Por qué Peperina?
A esta "segunda oportunidad" la llamó Peperina, un nombre que para él tiene mucho significado, por varias razones. Por un lado, Peperino Pómoro es un mártir de ficción creado por el comediante argentino Fabio Alberti para su sketch "Todos juntos en capilla" del programa Cha Cha Cha, un programa que veía en su país y que tiene en común con varios amigos uruguayos que conoció en A Coruña, y era así como se llamaban entre ellos, 'peperino'.
Con uno de ellos, precisamente, montó una primera sociedad, Sociedad Peperino. Por último, la canción del grupo Serú Girán, con el gran Charly García entre sus miembros, que tenía por título Peperina y que le sonó una noche mientras cenaba en casa. "Es una hierba de la zona de Córdoba que se toma en mate y también en infusión, no tiene nada que ver con harinas ni pastas, pero tiene mucha historia en mi vida", resume Martín.