Julián Mouriño, socio número 2 del Celta
El socio más longevo del Celta, Julián Mouriño, a los 103 años: "Es como un hijo para mí"
A sus 103 años, ha acompañado al club durante toda su historia, siempre desde el centro de la grada de Río Bajo, en el "mejor sitio del campo"
Podría interesarte: Nace la primera peña celtista de Dinamarca: "Para nosotros es un orgullo dar a conocer el Celta"
A sus 103 años -recién cumplidos el 30 de marzo- Julián Mouriño Trigo es el orgulloso socio número dos del Real Club Celta de Vigo. Sin embargo, y pese a lo que su número podría sugerir, Julián es en realidad el socio más antiguo y longevo del club. "En 1939 llevaba ya varias horas haciendo cola para conseguir el carné, cuando a mitad del proceso decidieron cambiar el sistema y asignar los números por orden alfabético, en lugar de por orden de solicitud", recuerda Julián.
Sin embargo, Julián insiste en que el número de socio "no tiene importancia"; lo verdaderamente valioso es el sentimiento y el amor por el club. Porque si algo no se discute en Vigo, es que Julián es un aficionado ejemplar, que ha acompañado al Celta durante 98 de sus 100 años de historia. "Aunque no me hice socio hasta los 17 años, iba al campo desde los seis", recuerda con una sonrisa.
"Mi padre me llevaba de la mano, entraba sin pagar y me sentaba en su regazo para ver los partidos", rememora con emoción. Hoy, esa tradición familiar sigue viva en Balaídos: Julián continúa asistiendo a los partidos acompañado por sus nietos. "Me lo paso muy bien con ellos, porque además les gusta comentar las jugadas", cuenta con entusiasmo.
"Para mí, ser del Celta es ver todos los partidos y soñar con llegar más alto. Es como un hijo más; han sido muchos años a su lado y, para mí, es un orgullo pertenecer a este club", asegura.
86 años de celtismo
"Desde los 17 hasta los 103 años he sido socio. Siempre en la grada de Río", afirma con orgullo Julián. Se congratula, además, de tener "el mejor sitio" de todo el estadio: "Exactamente en el centro, con la mitad del campo a cada lado", lo que le permite disfrutar de una visión privilegiada de cada partido. Entre risas, recuerda una anécdota curiosa: "Una vez llegué y el alcalde, Abel Caballero, estaba sentado justo en mi sitio, mientras la grada de Preferencia estaba en obras. Es solo una anécdota, de esas tengo muchas", bromea.
Cabe pensar que, tras 86 años acudiendo al campo como socio, la rutina habría restado emoción a los partidos, sin embargo, no para Julián. "Para mí, todos los partidos eran especiales. No había ninguno que no lo fuera. Además, yo sabía encajar bien los resultados", asegura. Aunque, de todos los momentos vividos, uno de los más amargos fue la final de Copa del Rey en Sevilla, en 2001. "Fui con mi hermano y mis nietos, y fue un poco triste", recuerda.
Volver a soñar con Europa
Con sus años de experiencia, y tras haber vivido en carne propia los mejores y los peores momentos del club, Julián se ve capacitado para dar un par de consejos. Esta temporada los veo bien, creo que podríamos llegar a Europa. Ya los vi jugar allí una vez y sería muy emocionante volver a verlo", confiesa. Aun así, insiste en que el club debe centrarse en dos pilares: el entrenamiento y los jugadores.
En ese sentido, destaca la importancia de contar con futbolistas comprometidos, que sientan verdaderamente los colores del club. Uno de los grandes ejemplos, para él, es Iago Aspas. "Juega en el Celta desde muy pequeño y aquí sigue. Me gusta mucho", afirma con admiración.