El Español
Quincemil
Vivir
|
GastroGalicia

Tragolargo, la 'gastrovinoteca' que conquistó Pontevedra, aterriza sobre el río Verdugo

Un local con espectaculares vistas sobre Ponte Caldelas, una exquisita carta de vinos y espectaculares tapas 'gourmet' para acompañar, ¿se puede pedir más?
El equipo de Tragolargo en el nuevo local, en Pontecaldelas
Cedida
El equipo de Tragolargo en el nuevo local, en Pontecaldelas
Ofrecido por:

Carlos Vidal llegó al mundo de la hostelería por casualidad, cuando decidió emigrar a Londres para buscar una alternativa laboral a su carrera en el sector de la construcción. Aterrizó en el Reino Unido con la intención de estudiar inglés y dedicarse a la restauración "fue la salida fácil".

Una vez dentro, confiesa, ya no pudo salir. "Me enamoré del sector y decidí profesionalizarme, estudié tres años en Inglaterra un curso que me dio conocimientos para ser sumiller", cuenta. Con un poco más de bagaje y un socio ourensano, Carlos compró parte de un local llamado Trangallán. "Era un homenaje de dos amigos a un local de Ourense de toda la vida, un sitio de tapeo que llevaba el mismo nombre".

Esa primera experiencia dio al pontevedrés la confianza necesaria para volver a casa cargado de energía para emprender su propia aventura. Así, junto a la que ahora es su mujer, Pilar, creó Tragolargo, un pequeño local en el centro de Pontevedra en el que la carta de vinos era el gran reclamo.

Sin embargo, cuenta Carlos, "sin quererlo acabamos siendo más un 'mini restaurante' que una vinoteca, pero el espacio era muy limitado y trabajábamos muy incómodos". El hostelero explica que la cocina tenía dos metros cuadrados y él mismo se encargaba de la carta, "que no podíamos cambiar mucho porque no teníamos espacio para freidoras ni congelador, así que solo utilizábamos producto del día y había muy poca variedad en la guarnición".

Vistas al río

La idea de abrir en Ponte Caldelas surge como algo muy natural para Carlos y Pilar. "Cuando volví de Londres lo hice un poco por amor y un poco por volver a casa, pero yo soy de Ponte Caldelas: ahora ya he tocado casa", reconoce el dueño. "Además, estábamos aburriendo a los clientes porque la comida se convirtió en una parte muy importante sin que nosotros lo quisiéramos".

Así, Tragolargo levó anclas y recaló en este pequeño municipio al este de la capital, "casi por casualidad". El reducido espacio de su establecimiento en Pontevedra y los altos alquileres, combinados con el amor a primera vista que sintieron con el local que ahora ocupan, fue lo que convenció a la pareja para hacer la mudanza.

https://www.instagram.com/p/CWYAaQfsh9N/

A decir verdad, lo que no se habría entendido es que no se hubieran enamorado: cuatro grandes ventanales con vistas al Verdugo dan luz y amplitud a una sala construida en piedra del país. "Tenemos una gran estufa de pellets que nos sirve en las noches de invierno, pero las mesas de la terraza sobre el río prometen una primavera y un verano increíbles".

Han aprovechado la mudanza, además, para "aumentar la familia" con un nuevo cocinero, que viene desde uno de los restaurantes más afamados de la Boa Vila y que tiene "una conexión increíble" con la pareja. "Ahora presentamos un menú diferente, con producto fresco y con una carta más variada, abierta a muchísimas más posibilidades".

Gastrovinoteca

"Nadie es capaz de decidir qué tira más en un local como el nuestro", confiesa Carlos. En sus propias palabras, "nadie bebe seis vinos sin comer y no puedes ofrecer un Burdeos Gran Reserva con una tapa cualquiera", por lo que la comida en Tragolargo se ha convertido en un pilar maestro.

Uno de los nuevos platos de Tragolargo. Foto: @tomas._.omil

Habla de que su intención es "crear una experiencia para el cliente", por lo que incluso la música y la luz del local están adaptados a esa idea de "tapear con buenos vinos". Son los primeros en Ponte Caldelas en ofrecer este tipo de hostelería, mucho más centrada en el vino y en las tapas "modernas" que las casas de comidas que predominan en el pueblo.

"Del mismo modo ocurría en Pontevedra, donde sigue tirando mucho el bar de tapeo de toda la vida, que es maravilloso porque es un modelo que gusta a locales y turistas", pero en Tragolargo buscaban una vuelta de tuerca a ese concepto. Por esta razón, sus cuatro años en la capital han servido para aprender y crear comunidad, "porque no nos hemos llevado clientes; nos hemos llevado amigos".

Carlos cuenta orgulloso que él y su mujer ofrecen "esa experiencia de antes del hostelero cercano, la gente viene a ver a Carlos y a Pilar", aunque también disfruten de los buenos caldos. El buen rollo también lo transmitían a sus compañeros de profesión, de los que habla con mucho cariño y a los que reconoce haber visto ya en el nuevo emplazamiento. "De hecho, muchos de nuestros clientes en Pontevedra están haciendo un esfuerzo enorme por venir a vernos".

El punto fuerte de Tragolargo sigue siendo la carta de vinos. Foto: @tomas._.omil

Así han conseguido el lleno en los tres fines de semana que llevan abiertos, en los que han tenido que rechazar algunas reservas. "Vemos a gente de Pontevedra a mediodía, que vienen por nosotros y de paso ven el pueblo, pero también notamos que en Ponte Caldelas está empezando a haber gente con más poder adquisitivo y más ganas de este tipo de locales".

El municipio, de algo más de 5.000 habitantes, cuenta con un emplazamiento estratégico para empresas gracias al Polígono de Reigosa, pero también por su situación cercana a Pontevedra y Vigo. "También hemos visto a gente que se ha vuelto al pueblo por la pandemia, sobre todo de nuestra generación, que quiere regresar a casa", cuenta Carlos. "Sea por la razón que sea, creemos que esta sobrecarga es maravillosa".

En solo tres semanas, el nuevo Tragolargo ha conseguido conquistar a los habitantes locales y "arrastrar" a los pontevedreses a visitar el Verdugo, pero Carlos y Pilar confían en que la campaña navideña continúe dándoles alegrías. "Ponte Caldelas es muy estacional y estamos deseando ver cómo toda la gente que viene a veranear aquí disfruta de nuestras terrazas". Tragolargo es toda una promesa de exquisitos brindis y deliciosas tapas a escasos quince kilómetros del centro de Pontevedra.

Vivir