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La mar brava: el nuevo templo de la cocina fusión gallego-peruana en Portonovo (Sanxenxo)

El producto local y la tradición culinaria de Perú se fusionan para acercar al comensal una oferta que hace viajar a través de los sentidos, donde el vino y los postres caseros ponen el broche de oro a la experiencia culinaria
Liliana Alves y Eder Moore, La mar brava (Portonovo).
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Liliana Alves y Eder Moore, La mar brava (Portonovo).
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En la villa marinera de Portonovo (Sanxenxo) ya no es necesario cruzar el Atlántico para disfrutar de la auténtica cocina peruana. Desde hace apenas unas semanas el número 4 de la Rúa Progreso alberga en su interior un auténtico templo de la cocina fusión entre el producto local y la tradición culinaria de Perú. La mar brava abría sus puertas a principios de marzo con la voluntad de hacer viajar a sus comensales por todo el mundo a través del paladar y los sentidos.  

Detrás del proyecto se encuentran el cocinero Eder Moore y Liliana Alves, dos piezas fundamentales en el buen hacer de este renovado y moderno espacio gastronómico en el corazón de la comarca do Salnés. "Siempre fue un sueño y una ilusión el poder montar mi propio negocio y dar a conocer mi cocina", reconoce Eder, cuyo bagaje profesional y experiencia vital han sido claves a la hora de confeccionar la carta del restaurante. "Aquí tratamos de que la gente pueda conocer a través de sus papilas gustativas las recetas de otros países", agrega. Una experiencia culinaria que se completa con una carta de vinos que supera las 50 referencias y un recetario de sobremesas caseras que ponen el broche de oro a cada comida o velada.

Viajar con los cinco sentidos

Diferentes recetas de La mar brava en Portonovo. Foto: Cedida

Con una propuesta novedosa, al margen de otras tendencias y discursos culinarios de este rincón de Sanxenxo, La mar brava empieza a hacerse un hueco poco a poco entre los espacios habituales de la localidad, atrayendo a una clientela fiel que disfruta explorando a través de la gastronomía. Todo confluye en este restaurante cuya cocina fusión se va renovando de forma quincenal entre sugerencias y especialidades fuera de carta. "Estos días por ejemplo tenemos un pan pita con cordero a baja temperatura y una salsa raita ―una mezcla típica de la cocina India― que también preparamos nosotros", explica Eder. "También vamos a introducir próximamente un pulpo al wok que se hace a llama viva con una parmentier de patata y un aceite verde algo diferente. Es un plato que puse de pincho un fin de semana y fue un éxito". 

En medio de esa vóragine creativa que permite traer a La mar brava nuevos sabores y recetas cada cierto tiempo, en la carta fija también destacan elaboraciones que se han convertido en auténticos platos estrella entre la clientela del local. "Tenemos un plato que, la verdad, no me imaginaba que iba a salir tanto, que son los tacos crujientes de atún rojo", reconoce Eder. Entre las propuestas permanentes del restaurante, los comensales también podrán degustar platos como uno fidedos yakisoba con una salsa teriyaki y verduras de temporada o una versión del ceviche peruano bajo la batuta culinaria de Eder Moore: "Es el plato típico de la casa, el más emblemático. Nosotros lo hacemos de robaliza de aquí de la ría. Siempre tratamos que la materia prima sea de aquí", afirma el cocinero sobre una receta completan con leche de tigre, boniato choclo y cancha frita. Tal y como reconoce Eder, esta y otras recetas conforman un guiño a la cocina chifa y nikkei, una gastronomía que surge de la mezcla (a raíz de la emigración) entre la cultura de Japón y Perú, basada en técnicas de elaboración y corte japonesas sumadas al carácter de los sabores peruanos.  

"A veces también ponemos de aperitivo lo que es la causa limeña, otro plato emblemático de allá de Perú, con su crema huancaína que es como vuestro pimiento padrón", explica Eder. "Ahora también estamos intentando introducir poco a poco el tema del sushi", avanza. En cualquier caso, el broche de oro a la experiencia culinaria de fusión de La mar brava lo ponen sus postres caseros, unas sobremesas ―que también van rotando como la carta de principales― entre las que se encuentran recetas clásicas como un lemon pie o la tarta de queso y otras más elaboradas como el bizcocho líquido de chocolate o el falso almendrado de ganache de fruta de la pasión y coulis de mango. 

Un vino para cada plato

Plato de ceviche de robaliza en leche de tigre y un albariño Leirana. Foto: Cedida

La propuesta gastronómica de La mar brava se completa con una carta de vinos que ronda las 50 variedades entre referencias gallegas, nacionales e internacionales. "Queríamos que cada plato se mezclase con un vino", admite Eder Moore. "Intentamos trabajar también con mucho producto de algunas bodegas que tenemos aquí en la zona". De hecho, la mayoría de las Denominación de Origen gallegas y nacionales se encuentran representadas en la bodega del restaurante. Y en el caso particular de los vinos de etiqueta internacional, destacan algunos como el Chateau Prost de la región de Sauternes; un Dr. Loosen de los viñedos de Mosel, en Alemania; o un Torre de Menagem de Portugal.  

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