Si como escribió Proust lo asombroso es “provincianos informados, un Rey sencillo” a las siete de la tarde Las Ventas era puro asombro, el centro del asombro en España: la ovación recordó a Felipe VI que reina. A pesar de la barbita perfilada, los gustos globalizados y una mujer antitaurina, Felipe VI presidía la extraordinaria corrida de Beneficencia sin tener claro quién era su torero favorito. Balbuceó acompañado de Padilla, acosado por las señoras a la altura de la puerta del 1.

Son los tiempos que nos han tocado vivir. Coches híbridos y reyes híbridos también, convencido Felipe VI de presidir una república light. El contraste con su padre es enorme. En la plaza de toros se hace gigante Don Juan Carlos. Si ocupan la misma posición, el nuevo Rey no sustituye al jubilado. ¿Carisma? Puede ser. El himno se le escurría por la corona plastificada, los vivas rebotaban en la estructura de pladur que lo rodea. Un Rey es un padre y un padre es un maestro, fundamentalmente. “Si el discípulo no supera al maestro, la culpa es del maestro”, no lo escribió Proust. Lo dijo Manzanares padre antes de morir.

El Rey Felipe VI presidiendo la Beneficencia, junto al ministro en funciones José Luis Ábalos Plaza 1

El primer toro de Cuvillo propició la fiestecilla del 7. La paciencia va por encastes. Tenía poca fuerza Luminoso. Era un tacazo con trapío. La verdad es que da gusto ver los ganaderos que prepararan bien San Isidro. Pitos, chufleos y gritos acompañaron los tanteos de Juli. No querían esperar a que se asentara Luminoso. No era gris, vaya. Cuando todo el mundo andaba mirando el móvil, enseñando los vídeos de Carasucia, Juli arrancó al natural. Fueron dos series, relajado, fuera de los gestos tremendos, después de habérselo trabajado sin que se entereran. Muy despacio, la verdad. La sombra ganaba el ole. Lo mató por arriba. No tan trasero, a pesar de la pértiga. Saludó una ovación.

El Víctor paró el tercero a Urdiales. Parecía un toro de otro siglo. Apretaba por dentro, sin atender a los capotes. Cazó a Pirri en el burladero. Urdiales hacía gestos como si no viera. Ojalá se lo deje vivo, pensamos unos cuantos románticos. Desde las mazorcas, por su altura, y el perfil cavernícola, era difícil que embistiera. Lo sacaron del barro. Qué toro más feo. Diego Urdiales le puso la cosa. La cosa no la tiene casi nadie en casi ninguna profesión. Toreó con la derecha dándole un tiempo. Ligaba sin prisas. Repetía el toro. Había un fleco suelto por el que se veía a Urdiales en el alambre. En esa fragilidad surgen toreros. Qué calidad al natural, tragándole al toro, echándole los vuelos. A mí me conquistaba desde el embroque.

Dos veces las puntas perfilaron las espinillas. Había gracia, se quitaba Urdiales chispeándole la personalidad. Un mínimo gesto evitando los garfios cruzados. Iba con todo el cuvillo si veía oportunidad. El final tuvo dos muletazos, genuflexo, colocándose al toro. Como las trincherillas y lo desprecios, toreando, yéndose a coger la espada. El sartenazo fue horrible: me pareció hasta torero.

El Juli respondió con el jabonero. Sobre ese toro había una leyenda. ¿Estuvo en los corrales de Pamplona? Cumplía los seis en octubre. Los jaboneros de Cuvillo tienen personalidad. Otra leyenda: embisten. Cerraba la cara con las arrugas y se le abría el cuerpo, expuestos los 620 kilos en el pelo rubio. El saludo del Juli fue bueno. Las verónicas a pies juntos tuvieron algo parecido al desgarro. A mí me gustó más el quite, toreando despacio. Muy buena la media, suave, arropándole la cadencia al toro. Respondió Urdiales sin asentarse. Avanzaba Juli en la tarde un paso.

La faena creció progresivamente. Logró limpiar los muletazos. Eso afianzó a Guerrerita, que guardaba un puñado de embestidas oliendo los flecos. Los fondos de las ganaderías buenas. Muy vertical, Juli tiró de él, administrándolo, lo que no hizo al principio, con el inicio por bajo. ¿Qué pretendía, cuidarlo por doblones? Le dio tiempo más tarde. Cuántas marchas le caben en la muñeca. A Guerrerita ya no le quedaban más fuerzas. Pero mantenía el ritmo. Sin irse, aflojada la embestida sobre el fajín del torero. No se descomponía Juli, que le consintió las apreturas. Confianza total. Daba gusto, en esta feria de oportunidades, observar a una de las cabezas privilegiadas del toreo. Qué contraste. Cerró al toro con dos o tres muletazos extraordinarios. Respirábamos la oreja: pinchó. Entró la espada demasiado tarde.

Urdiales tenía la Beneficencia para agarrarla delante de Juli. Nadie había llegado empatado con el de Velilla guardando una bala. Se sentó de culo el sexto: pañuelo verde. El sobrero era de Joselito —la Reina— y a Urdiales no le gustó. Le costaba perseguir el capote. Dibujó tres verónicas que se emborronaron. Salió del trance el matador chasqueando el látigo. No se cayó Clarinete, lástima, debió pensar. Lo picaron muy bien. Alunizó en el caballo con los pitones tanteando las riendas. Hubo una discusión tremenda a cuenta de una republicana harta. La gente se gritaba mientras Urdiales buscaba algo en las embestidas desganadas de Clarinete. Al natural toreó como los elegidos. “Ábalos, dimisión”. Los aplausos se confundieron con el final de tanda.

Qué bien se la ponía Urdiales. A Clarinete le faltaba celo. Le faltaba de todo. El matador corregía las erratas del comportamiento. O al menos las vestía. No se enteraban los borrachos. La cadencia de Urdiales estaba acompañada por los gritos. Qué coñazo de gente. Toreaba Urdiales para él. Estaba a gusto, como si estuviera solo y llegaran el jaleo lejano de la fiesta de patriotas borrachos apostados al otro lado del muro. Los salvajes no le afectaron. Oscilaba la faena en el aviso. La espada se le fue algo baja: empate.

Diego Ventura abrió la corrida de Beneficencia Plaza 1

Ventura lo intentó con el mansurrón de Los Espartales. Estaba la gente sentándose todavía. Apostó por el otro. Con él, la gente retomaba las conversaciones. Quizá no era el día para alternar con los matadores. Bueno, apostó, Nazarí toreó a dos pistas, templando mucho. El toro adelantaba. Fino tuvo problemas para cuadrar. Quebró por fin Bronce. Nada, no era el día. Dólar metió a la gente. Ventura puso sobre la mesa todo el repertorio. Sin la cabezada triunfó. Y lo mató muy bien. El rejoneador sí cortó una oreja.

FICHA DEL FESTEJO

Monumental de las Ventas. Miércoles, 12 de junio de 2019. Corrida extraordinaria de la Beneficencia. No hay billetes. Toros de Núñez del Cuvillo, con calidad el flojo 2º, 3º complicado, con fondo el 5º, el 6º bis de La Reina sin celo, y dos de Los Espartales, reglamentariamente afeitados, 1º manso y 4º sin entrega.

Diego Ventura, rejonazo (palmas). En el cuarto, buen rejón (oreja).

El Juli, de grana y oro. Buena estocada (saludos en el tercio). En el quinto, tres pinchazos y estocada atravesada (ovación).

Diego Urdiales, de sangre de toro y azabache. Buena estocada (palmas). En el sexto, espadazo algo caído (ovación).

PARTE MÉDICO

Pirri: Herida por asta de toro en región glútea izquierda, con una trayectoria ascendente de 35 centímetros, que produce lesiones en músculos glúteo mayor, glúteo medio, contusiona nervio ciático y rompe fáscia lata, presentando orificio de salida en cresta ilíaca antero superior. Pronóstico grave que le impide continuar la lidia.